
La convivencia de gobiernos de distinto signo político en la nación, la provincia y los municipios ha demandado el esfuerzo de buscar –y encontrar- acuerdos para gobernar. Esto supuso desde el principio una situación novedosa y en algunos sentidos adversa, pero también, nos conminó a renovar el debate democrático, la búsqueda de consensos.
Con esa marca de origen, el gobierno entrerriano ha sabido construir con amplitud, con responsabilidad, escuchando a todos los sectores.
Oficialismo y oposición trabajamos juntos para armonizar la visión y las opiniones de cada parte y para representar con integridad los intereses de los ciudadanos que nos eligieron. Esto nos permitió, en la Cámara de Diputados, lograr que más del 90 por ciento de los proyectos se aprobaran por unanimidad. Pudimos alcanzar acuerdos, con buenos debates, concertando en función de las necesidades de un gobierno que necesitaba herramientas para hacer y dar respuestas a los ciudadanos. Ese fue el caso de la Ley de Presupuesto, aprobada por unanimidad.
El gobernador Bordet debió sostener una cooperación amplia para lograr un necesario entendimiento con el Gobierno Nacional, sin resignar ni dejar de defender los intereses provinciales. Ha sido una pulseada permanente.
La tarea no fue fácil. El equipo económico de Cambiemos dio un giro brusco al rumbo de la economía argentina y los resultados no han sido precisamente alentadores para las familias y los trabajadores. Tampoco para las provincias.
Casi nada de lo que sucede nos sorprende. Era, de muchas maneras, previsible. La devaluación significó un aumento de la inflación con la consecuente pérdida del poder adquisitivo del salario de los trabajadores. A esto, casi inmediatamente, se sumó el tarifazo. La apertura indiscriminada de las importaciones supuso un golpe a la industria nacional, con la consecuente pérdida de empleos en el sector privado y el aumento de la desocupación. No hay inversión en los sectores productivos. Al contrario, se advierte un retorno de la nefasta bicicleta financiera.
Este combo se traduce en una caída del consumo: disminuye la actividad económica, cae el PBI y hay una menor recaudación impositiva. La quita de retenciones al sector agropecuario y minero derivó en el mismo sentido. Si el gobierno no tiene de donde reunir fondos, en la lógica economicista neoliberal, tomará dos caminos: ajuste y más deuda.
Y esto vale para la Nación y vale como mandato para las provincias, mandato que resistimos, pero que ejerce una presión real.
Hace poco más de un año, durante la campaña electoral, los peronistas advertimos muchas situaciones que hoy ya son realidades concretas. Sin embargo, la sociedad eligió, con todo derecho, otra propuesta. Nosotros no supimos, no pudimos, estar a la altura de lo que los ciudadanos esperaban de la política en ese momento y debemos hacernos cargo, porque las consecuencias del modelo económico en marcha, sin ninguna duda, las pagaremos todos.
Es ineludible la reconstrucción de un peronismo nacional que enamore y sea fidedigno.
Y es preciso, también en la provincia, fortalecer el liderazgo de un partido con buenos valores, con integridad, transparencia y capacidad. Porque somos responsables del gobierno de un millón doscientos mil entrerrianos que necesitan de un Estado presente y activo.