La Libertad Avanza (LLA) enfrenta en esta elección legislativa el desafío de identificar con el presidente de la Nación a una boleta en la que no estará la foto de Javier Milei, quien en 2023 fue el gran traccionador de votos en la ya en desuso boleta sábana partidaria.
El uso del color violeta y de los símbolos partidarios de LLA en las listas de la Alianza La Libertad Avanza (ALLA) —el frente electoral que sellaron con el gobernador Rogelio Frigerio— se justifica en esa necesidad de identificar a los candidatos a diputados y senadores con Milei. La misma lógica tiene haber mantenido el nombre, apenas alterado al anteponer la palabra “Alianza”.
Joaquín Benegas Lynch y Andrés Laumann, las dos cabezas de lista, tienen muy bajo nivel de conocimiento en la provincia, además de poco desarrollo territorial, en razón de su reciente ingreso a la política.
Benegas Lynch corre por detrás en este punto, porque su protagonismo político empezó a tomar relevancia recién este año. Laumann, en cambio, es uno de los dirigentes que organizó el partido y terminó como autoridad en la capital provincial. Pero lo que lo hace más identificable para el electorado es su recuerdo de 2023, cuando tuvo la audacia de hablar de su candidatura a la intendencia de Paraná detrás de una careta de Batman.
La popularidad es un activo electoral en sí mismo, que sube su cotización con el nuevo instrumento de votación: la boleta única de papel (BUP). Un rostro conocido corre con ventaja frente a un elector que debe seleccionar su voto de entre toda la oferta de caritas de todos los partidos reunidos en una misma boleta.
La excentricidad de Laumann en 2023 le sumó popularidad. Pero habrá que ver cuántos de los que entonces se enteraron del Batman candidato recuerdan su apellido y su rostro sin careta.
Como sea, de los cuatro semblantes que mostrará la ALLA en la BUP sólo uno es conocido: el de la actual titular del Consejo General de Educación, Alicia Fregonese, que va segunda en la lista de diputados, como candidata del gobernador Rogelio Frigerio. Pocos deben recordar que ya fue diputada. Es más probable que su cara en la BUP despierte algún tipo de reacción entre los docentes, para bien o para mal. Será la humilde cuota del plebiscito electoral que involucrará a la gestión provincial, aunque imposible de medir por separado.
Obediencia
El cambio en el sistema de votación no llevó a LLA a buscar candidatos populares de afuera de la política, como pasó, por ejemplo, en la elección provincial de Santa Fe. En su armado para el debut de la BUP en Entre Ríos, LLA priorizó a candidatos de confianza, que garanticen lealtad en el Congreso, donde ya han sufrido fugas.
Si son populares, mejor. Pero lo que más importa es que junten los tacos ante Milei para avalar el paso de la motosierra por donde el comandante disponga: discapacitados, enfermos oncológicos, jubilados o cualquier otro sector vulnerable de la sociedad. Y si hay corrupción, bancarla. Nada de andar haciendo bloques aparte como el que la semana pasada se dio en llamar Coherencia, tras el escándalo de los sobornos en la Agencia Nacional de la Discapacidad, que desató la filtración de audios de su ex titular Diego Spagnuolo atribuyendo a Karina Milei quedarse con una parte de la coima.
Daría la impresión de que LLA busca llevar al Congreso soldados. Una versión por derecha de aquellos militantes progresistas autodefinidos como “soldados de Cristina” que fingían demencia ante evidentes hechos de corrupción del gobierno que les daba de comer. El militante soldado no se alista para opinar o señalar errores o contradicciones del dirigente con el proyecto político que propone. Su función es acatar órdenes, obedecer ciegamente las bajadas de línea. Y, por definición, milita en organizaciones políticas que están en las antípodas del liberalismo.
Camuflado
Es lo que hay: cabezas de listas poco conocidas. Si la elección no se define por candidatos que poco o nada traccionan desde las cabezas de listas, lo más relevante pasa a ser la asociación de esas ignotas caritas con Milei. Y para eso es clave el color violeta, el águila y la marca pura, que no se contaminó con Frigerio y su alianza provincial.
El nombre lógico de una sociedad entre Juntos por Entre Ríos y La Libertad Avanza hubiera sido Juntos por la Libertad, o algo así. Con una boleta en la que convivan los símbolos y colores de ambos espacios. Pero eso hubiera hecho más difícil la identificación de estas extrañas caritas con Milei.
En definitiva, lo que se plebiscita es el gobierno de Milei. Salvo por la foto de Fregonese, no habrá en la BUP de octubre una imagen que asocie la ALLA con el gobierno de Frigerio.
En esta elección, el gobierno de Frigerio elude el examen electoral de mitad de mandato.
Si a la ALLA le va bien, el Gobernador compartirá el triunfo y será el 26 de octubre a la noche el rostro político más relevante de la victoria en Entre Ríos.
Si le va mal, podrá culpar a Milei, ya que todos teníamos en claro qué era lo que se plebiscitaba, con el color violeta, el águila y la marca tan visibles en la boleta. Nadie sabe hasta dónde puede trepar el perjuicio electoral del escándalo Spagnuolo, que adquirió una dinámica propia y, al menos hasta este domingo a la noche, exhibió un gobierno desorientado, sin respuesta.
El votante entrerriano que no encuentra canal de expresión en esta elección es el que sólo está en contra de Milei, pero rescata a la gestión provincial.
No hay mediciones precisas, pero se supone que no todo es electorado compartido entre Frigerio y Milei.
Se supone que dentro de Juntos por Entre Ríos sobrevive alguna tradición republicana y federal que entiende que Frigerio tiene otra concepción del Estado; que no está de acuerdo —por ejemplo— en privatizar Enersa, como postuló Benegas Lynch. O que no comulga con la idea de desfinanciar a los discapacitados y, además, robarles.
Se supone que al menos una buena porción de la dirigencia y la militancia radical y macrista no está dispuesta a sacrificar estos valores en el altar del equilibrio fiscal y el combate al “kirchnerismo”, en una provincia donde el kirchnerismo es a esta altura poco menos que un recuerdo.
Pero en esta elección no hay forma de expresar un apoyo sólo a Frigerio. No hay distinción posible. Toda la construcción política democrática, republicana, federal de JxER que llevó a Frigerio a la gobernación se disuelve debajo del ala del águila unitaria, que desfinancia a las provincias, gobierna sin presupuesto y reiteradamente veta a los “degenerados fiscales” del Congreso que piden un ajuste menos salvaje y más equitativo.
“Casta”
En comparación, el peronismo en sus cuatro alternativas lleva rostros más conocidos. Nada menos que su último candidato a gobernador, Adán Bahl, que en 2023 perdió frente a Frigerio por sólo dos puntos. Lo acompaña Guillermo Michel, una cara nueva para el electorado entrerriano, que debuta como cabeza de lista, pero que es un viejo conocido en el círculo rojo del país por su actuación en la Aduana del último gobierno peronista y su cercanía a Sergio Massa.
Entre las disidencias del peronismo, destaca la diputada Carolina Gaillard, de alto perfil parlamentario en su oposición a Milei, que ha venido desempeñando un activo rol político desde que Sergio Urribarri la apadrinara en los años del kirchnerismo.
Y también figuras que regresan del pasado y tuvieron su pico de popularidad en el prekirchnerismo, como el exsenador Héctor Maya y el exdiputado Emilio Martínez Garbino. Ambos fueron candidatos a gobernador, un dato que probablemente recuerde sólo el electorado mayor de 50 años.
Milei ganó en 2023 porque no era conocido y prometía barrer con los privilegios y curros de una casta política que, en los últimos gobiernos de distinto signo —Cristina, Macri, Alberto— había estropeado la economía del país. Después de la estafa de $LIBRA y los retornos de Spagnuolo, habrá que ver cuánto de esa motivación subsiste, al menos entre los que vayan a votar en una elección que podría batir récords de ausentismo.
