18 de agosto de 1995.
La Legislatura sanciona la Ley de Emergencia N° 8918. Intenso debate, movilización sindical y represión en inmediaciones de Casa de Gobierno. Mario Moine era el titular del Ejecutivo.
De las protestas por la Ley de Emergencia participé menos que en otros contextos, simplemente porque vivía en el interior, en Hernandarias, y la movilización de ese día, concretamente, se dio en Paraná. Desde Federación Agraria acompañé la lucha, inclusive donde yo estaba, contra esa ley de Moine.
20 de diciembre de 2001.
Para Echeverría, el Argentinazo.
Salimos masivamente a la calle, en el marco de la Multisectorial que se había armado en Paraná. Salimos contra todos los ajustes que se venían llevando a cabo. El 20 de diciembre fue el desenlace final de la crisis del uno a uno, que se marcaba con absoluta crudeza. Estuvimos activamente peleando en la calle, fuimos reprimidos con balas de goma y nos debimos refugiar en la Iglesia San Miguel.
Fue lo que se dio en llamar el Argentinazo, el que se vayan todos. Las brazas de esa lucha, junto con la rebelión agraria, han signado la política argentina de los últimos tiempos y la van a seguir signando a futuro. Implica la unión de la lucha de los pobres de la ciudad, reflejo de la crisis de los centros urbanos, con la resistencia a la inmensa concentración de la riqueza por parte de los sectores medios rurales. Esa alianza va a generar, a corto plazo, se me ocurre, algún tipo de expresión política de luchas muy fuertes en la Argentina.
Lo que se está dando es la lucha por la tierra urbana y rural. La principal tarea inconclusa de la Revolución de Mayo, apropiada a Moreno y Belgrano por los terratenientes que no transformaron. Estamos en los albores y en las puertas de esa lucha.
14 de mayo de 1995.
Triunfo de Carlos Menem, sin segunda vuelta. Se concretaba la reelección que se propició con la reforma de la Constitución. Juan Echeverría acompañó la candidatura presidencial de Fernando Pino Solanas y fue el candidato a gobernador de esa fuerza en la provincia.
Nosotros habíamos tratado de ser una expresión de la resistencia a la entrega absoluta del patrimonio nacional. Fuimos (como Partido del Trabajo y el Pueblo) en una alianza con Pino Solanas para decir claramente nuestro rechazo a lo que hoy cuestiona todo el mundo: las ideas de ramal que para ramal que cierra, la de la ineficiencia de las empresas en manos del Estado, los mitos acerca de la eficacia de las empresas privadas, consignas menemistas que justificaron la privatización de los recursos de la patria.
Con Pino pretendimos ser una fuerza real, que fue traicionada por Chacho Álvarez, (José) Bordon y compañía, lo dejaron solo. Y dijimos lo que hoy todo le mundo reconoce: que es necesaria la participación estatal en la administración de los recursos nacionales, el petróleo, la minería, el transporte y por supuesto la salud, la educación.
También debatimos lo que es la tierra como bien social, aun cuando esté en manos privadas. Del mismo modo debiera debatirse respecto de todos los otros recursos naturales.
Ese día, el 14 de mayo, pensé que era posible que Bordón y Chacho llegaran al ballotage. Sin dudas, ese día, el voto cuota arrasó.