
Hace 10 días, Luis Erro se aprestaba a servir de anfitrión en Gualeguay. La jornada era convocada en un marco institucional. La ciudad cumplía 232 años. Minutos antes de que empezara la fiesta, el intendente recibió de primera mano la información de que no había desdoblamiento.
El adelantamiento de las elecciones era un hecho hace dos semanas. Los mismos que en los últimos días salieron públicamente a hacerse los desentendidos ante publicaciones periodísticas fueron, en buena medida, quienes días antes en estricto off de record aseguraban modificaciones en el cronograma electoral de la provincia. Sergio Urribarri iba a sugerir a Cristina Kirchner un adelantamiento para darle un triunfo al oficialismo en un complicado proceso de elecciones en el que se prevé derrotas en distritos importantes, como Mendoza y Santa Fe. ¿Hubo sugerencia o ni siquiera se llegó a esa instancia? Ya no importa.
La idea de que será el gobernador quien decida las candidaturas sin que haya internas y la posibilidad cierta de que las elecciones provinciales se realicen junto con las nacionales son dos buenas noticias para los entrerrianos que trabajan en el proyecto presidencial de Daniel Scioli. El análisis que hizo un operador de la Ola Naranja en esta comarca ante Página Política fue el siguiente: Urribarri elegirá una fórmula en un conjunto de no menos cinco candidatos. Dejará heridos. Acá estaremos para contenerlos. Hay muchos casilleros por llenar.
El intendente que desarrolló este análisis – y que no es Erro – hizo notar las declaraciones de Julio Solanas cuando le consultaron por la figura del gobernador de Buenos Aires. “Es un hombre del proyecto”, contestó el precandidato a gobernador. Solanas despierta simpatía en quienes no se encolumnaron detrás de la candidatura de Urribarri. El diputado nacional –que ha dado muestras de sobra que su candidato a presidente es el mandatario entrerriano – cuenta con un antecedente interesante: ha peleado contra el jinete del caballo del comisario. Lo hizo con Mario Moine en Paraná y luego con el propio Urribarri en la provincia cuando ambos eran los bendecidos de Jorge Busti. Esa característica en extinción en el PJ también se le reconoce a los Cresto, quienes fueron parte del andamiaje de lo que fue la lista 100, una propuesta kirchnerista que reclutó dirigentes que no estaban dispuestos a acompañar la candidatura del actual mandatario. Es el escenario que se imaginan los sciolistas, pero a diferencia de hace 8 años, la disputa sería por dentro de la estructura. El plan puede sufrir un inconveniente: que Urribarri se baje y se pliegue a la candidatura del bonaerense ya como representante oficial del kirchnerismo. Contra la lógica, al sciolismo le conviene que el sueño entrerriano juegue hasta el final.
Los naranja pegan carteles, invita a funcionarios bonaerenses a dar charlas y atiende el teléfono. Como su líder, espera que el tiempo acomode todo.