El politólogo Arturo Fernández, convocado para la conferencia inaugural de las Jornadas de Investigación de la Facultad de Trabajo Social, abordó temas como la crisis del capitalismo mundial, los contextos políticos latinoamericanos, los movimientos sociales que serían capaces de darle cuerpo al cambio social.
Fue en el marco de una disertación que tuvo por tema “La región en clave de Bicentenario. Contribuciones para una lectura de los tiempos actuales”.
Desde su perspectiva, aludir al “bicentenario” es referirse a “un largo período histórico marcado por la dependencia económica que condujo al subdesarrollo”. Mencionó la relevancia de la Teoría de la Dependencia para leer ese proceso en América Latina que implicó “desigualdad social que lleva a la desintegración social” que constituye a estos países “en invivibles”.
Fechas claves
Para Fernández, en la actualidad, hay “luces de esperanza para enfrentar el drama del subdesarrollo”. Mencionó dos fechas claves para enmarcar ese optimismo.
Por un lado, el 2005, cuando la cumbre de los jefes de Estado de América con el norteamericano George Bush. Dijo que ese cónclave en Mar del Plata implicó “un cambio importante en la relación simbólica entre la región y Estados Unidos”. “Allí le indican a Bush que la continuidad del Consenso de Washington, que es el ALCA es rechazada”, mencionó el politólogo que marcó el poder simbólico de ese acto, anclado en “cuestión de principios” y en “un acto de dignidad que expresaron Hugo Chávez y Néstor Kirchner” en su cruce con “el presidente más inepto y siniestro que pudo haber”.
Por otro lado, también puso de relieve otra fecha: septiembre de 2008. “Cae Lehman Brothers, tiembla el sistema financiero y el sistema capitalista mundial”, consignó Fernández que afirmó que “la crisis financiera puso en cuestión un sistema capitalista que ha generado marginalidad social creciente aún en los países desarrollados”. Desde su perspectiva, este contexto abonó “el desarrollo de posibles cambios”.
Los actores del cambio
Analizar esos cambios requiere pensar en los “movimientos sociales” que pueden hacerlos posibles. Repasó esa categoría que alude a la ciencia política de la década del 80 cuando convocaba a “fortalecer la sociedad civil” para lo cual hacía falta “multiplicar los movimientos sociales”.
Definió a los mismos como “grupos de intereses que buscan una solución a sus demandas y presionan para ello sobre el Estado, o eventualmente logran consolidar un partido que exprese ése interés sectorial”.
Para cifrar lo mencionado, el conferencista puso como ejemplo que en 1945 Juan Domingo Perón les hablaba desde el balcón a “los trabajadores” a los que convocaba para el cambio social. “Si alguien saliera hoy a proclamar lo mismo no encontraría un solo actor social que esté dispuesto a cambiar la sociedad”, mencionó para dar cuenta que fueron “los trabajadores” los únicos que en el siglo XIX se constituyeron como un movimiento social que expresara una cosmovisión general de la vida y el mundo.
Dijo que hoy, por caso, el sindicalismo ha sido el movimiento social más organizado aun cuando después de la caída del Muro de Berlín el mundo de los trabajadores es fragmentación, es falta de solidaridad mundial y división del mundo obrero “a nivel regional, nacional y mundial”.
Mencionó otros movimientos como los orientados por el feminismo que “nunca tuvo una proyección política” aunque ha sido el que ha logrado los cambios más profundos en los últimos tiempos.
También aludió a los movimientos de Derechos Humanos. “Los promovió el presidente Carter para derribar al sistema soviético”, mencionó su pecado de origen pero destacó que hoy en el mundo hay “múltiples movimientos que buscan enfrentar la violación de Derechos Humanos”. Puso de relieve avances como la Corte Internacional de Justicia pero advirtió que mientras China y Estados Unidos no participen de ese proceso habrá delitos no judiciables.
Recordó también el movimiento ecologista, su relevancia en países donde se han constituido como opción partidaria y el modo en que han logrado colar sus intereses en la agenda de los partidos. Remarcó que la existencia de estos sectores son relevantes en tanto ponen en cuestión el grado de deterioro del sistema capitalista y el modelo extractivo y de destrucción de los recursos naturales.
Optimismo: Evo, Lula, Chávez
Pese a aclarar que desde su perspectiva, no está terminada “la etapa neoliberal”, está claro que “se está llegando a un agotamiento” que hace impensable la reinstauración de “una etapa keynesiana” por lo cual entendió que el sistema capitalista, tal como está, “no se sostiene sin extrema violencia”.
Marcó las alternativas que han aparecido en América Latina, con distintos niveles de pactos de convivencia con los sectores dominantes, procesos que destacó por sus liderazgos consolidados como expresión de los movimientos sociales mencionados.
Puso el caso de Brasil y la experiencia del Partido de los Trabajadores (PT) que llevó a Lula Da Silva al poder: “Gobierna un partido surgido de la sociedad civil, en un país con un gran desarrollo industrial, con una burguesía creciente. El PT es un partido de clase; hay un suerte de acuerdo con las clases dominantes que convienen la búsqueda de la justicia social para sostener el sistema capitalista”, describió el proceso. Concluyó que “Lula, un obrero sin escuela secundaria; y Dilma (Rousseff), una ex guerrillera constituyen un golpe terrible para los grupos dominantes de Brasil”.
Describió luego el proceso de Bolivia bajo el liderazgo de un aymara (Evo Morales) que intenta un nuevo Estado, “un país multinacional”; y ponderó especialmente “el chavismo” consolidado por “un militar patriota, como ha habido otros en América, que trata de evitar que las Fuerzas Armadas tengan que matar a miles de compatriotas marginados ante la profunda desigualdad”.
Marcó como “perlita” del proceso venezolano que Hugo Chávez haya logrado sustentar su poder social y su consenso en “los marginados” lo que era impensable “en el siglo XIX que descartaba al lumpenproletariado del que hablaba el marxismo” para el cambio social.
Describió a la burguesía venezolana como la expresión más palmaria de la clase “incapaz de producir ni de distribuir” generando en su país “una marginalidad incomprensible con los petrodólares que han acumulado”. “Es incomprensible que no hayan distribuido algo. Distribuyan, por favor, para vuestra seguridad”, ironizó.
Desde la perspectiva de Fernández, en el mundo actual, la premisa es que “los movimientos sociales lleguen a conformar fuerzas políticas que luchen por la justicia social” a lo que definió como horizonte más importante para el cambio social. “La democracia sin justicia social no es democracia; es sólo la democracia griega que representaba sólo al 10 por ciento de la población masculina”.
En dos momentos de su conferencia, Fernández ahondó en el escenario político argentino, específicamente. Por un lado, cuando describió a los sectores que en la Argentina habrían mostrado su rechazo a la convivencia democrática como único sistema posible (ver recuadro); por el otro, cuando rechazó que pueda endilgarse al kirchnerismo la cooptación y fragmentación de los movimientos sociales (ver relacionada).