El fantasma de un posible pacto político-electoral entre Macri y Bordet viene sobrevolando la política provincial y quitando el sueño a radicales y kirchneristas entrerrianos al menos desde fines del año pasado.

Sea para sumar votos en el Congreso, o directamente para debilitar las chaces del kirchnerismo de volver al gobierno nacional, hace mucho que se viene hablando de que el entendimiento entre el Presidente y los gobernadores del peronismo “dialoguista” podría exceder las razones de gestión.

Pero la semana pasada fue el propio exgobernador Sergio Urribarri –principal referencia kirchnerista en Entre Ríos- quien le dio volumen político local a lo que hasta ahora venían siendo sólo especulaciones periodísticas.

Urribarri sembró sospechas sobre las verdaderas motivaciones del acuerdo que llevó a los legisladores provinciales de Cambiemos a votar el martes pasado la reforma electoral que le da a Bordet la opción de convocar a elecciones provinciales separadas de las nacionales en 2019.

Es probable que la salida al ruedo de Urribarri hubiera generado reacciones públicas desde Cambiemos si no ocurría justo a horas del estallido de la peor crisis que afecta al gobierno de Macri y que por estos días se impone como agenda única para el conjunto de la dirigencia.

Pero, en privado, algunos dirigentes de Cambiemos dan argumentos en contra de esas teorías conspirativas.

Por qué no

Aunque reconocen que nunca van a estar del todo seguros sobre lo que hablen entre sí Macri y Bordet, coinciden en afirmar que el gobierno nacional no tiene ninguna posibilidad de digitar el resultado de una elección provincial en Entre Ríos. Si Bordet es reelecto, será por mérito propio, sostienen. Y dan sus explicaciones.

Reconocen que un eventual acuerdo electoral subterráneo de Macri con Bordet se podría disimular más fácil en una elección provincial que se realizara en conjunto con la nacional. El candidato a presidente podría alegar razones de agenda que le impidieran dedicarle tiempo a una provincia que expresa sólo el 3,2 % del padrón electoral nacional.

Hay quienes interpretan que algo de eso hubo en 2015, cuando Alfredo de Angeli perdió la gobernación en una provincia en la que Macri ganó para presidente. Otros lo explican, simplemente, en las limitaciones del candidato entrerriano.

Parece más difícil quitar apoyo nacional a un candidato a gobernador de Cambiemos en una elección provincial, que se hace cuatro meses antes de la elección nacional. Se notaría mucho.

Además, las elecciones provinciales adelantadas han funcionado siempre como un termómetro que mide el humor social y opera como una encuesta para las presidenciales de octubre. Una derrota en junio, en una provincia en la que, en octubre de 2017, había ganado por el 53%, resultaría poco auspicioso para el gobierno nacional.

En definitiva, se estaría yendo en contra del objetivo central del supuesto acuerdo escrito con “tinta invisible” –como lo describió el periodista de La Nación, Carlos Pagni-, que es, ni más ni menos, aumentar las chances de reelección de Macri. Como la economía no ofrece garantías de recuperación, se buscaría asegurar la división nacional del peronismo, a cambio de sacrificar la posibilidad para Cambiemos de sumar gobiernos provinciales.

Más legisladores

Tanto en público como en privado, la dirigencia de Cambiemos viene afirmando que Entre Ríos es una de las provincias que la Casa Rosada proyecta conquistar el año que viene.

Pero reconocen que Bordet ha sido uno de los gobernadores peronistas que más acompañó las políticas de Macri y que al gobierno nacional no le disgustaría que siga gobernando.

Sin embargo, observan que un triunfo de Cambiemos en junio no sólo sumaría otra provincia y organizaría un escenario favorable para octubre. También haría que se llegue a las elecciones nacionales de otro modo, con muchas más chances de sumar votos en el Congreso de la Nación. El año que viene, Entre Ríos renueva la mitad de sus diputados y los tres senadores nacionales.