Por Eduardo Medina (*)
En Entre Ríos, el escenario electoral está abierto y la sumatoria de tácticas y operaciones precisas, bien planificadas, determinarán un ganador. Desde luego, la acumulación de errores pesará más que la de aciertos. Como en el ajedrez, las jugadas electorales se dan en un campo preestablecido de antemano, en donde se conocen los lineamientos, los encuadres, los límites y hasta ese punto en el que la derrota parece inevitable. Desde luego, la irrupción libertaria, en despavorido ascenso, ocupa mucho tiempo en la construcción de previsibilidad de los estrategas.
Hay dos posibles canteras de votos a dónde apuntan las miradas de Adán Bahl y Rogelio Frigerio: el 8% de Galimberti y los que se abstuvieron el pasado 13 de agosto, que pueden subir en tres o cuatro puntos y llevar a una participación de hasta el 82% en nuestro padrón, lo cual suena lógica en una contienda que pasa a generar expectativas en casi todos, incluso en aquellos renuentes o decepcionados de la política. Un tercer segmento que se observa es el arrastre de Milei a nivel nacional, que tracciona la boleta que tiene a Etchevehere como subsidiario y que puede complicar las jugadas de cualquiera de los dos principales competidores restándoles puntos.
Es muy probable que Frigerio haya dado por descontado que superaba el 40% en las PASO. No lo hizo. La sumatoria de los votos de Galimberti para el espacio de Juntos por Entre Ríos es solo un recurso técnico de los zócalos televisivos, pero no se condice tan linealmente con la realidad electoral. “A esos votos hay que ganarlos”, pensaría Rogelio y su equipo, y no va a ser fácil hacerse de la mayoría de ellos. Hay una parte que irá por decantación, pero otro segmento entra en el margen de la duda. La captura total de ese 8% significaría el triunfo, pero falta mucho para eso.
El primer interrogante sobre los votos de Galimberti apunta a saber si son mayoritariamente de radicales paladar negro o de quienes tratan de preservar la “entrerrianía” en la gobernación provincial. Puede haber de ambos separados indistintamente, o pueden ser radicales duros que además tienen el sentimiento de proteger a su provincia de la intromisión porteña. A partir de que el equipo frigerista pueda establecer ese parámetro mediante entrevistas o alguna encuesta muy heterodoxa, podrá operar simbólicamente sobre ellos. Todo lleva a pensar que serán más fáciles de conquistar esos votos si se trata de radicales sentimentales, pues la impronta institucionalista de la UCR, plegada a la campaña de Frigerio, apalancará a esos electores. Le será más difícil de conseguir el apoyo de quienes le hayan hecho la cruz por no ser un verdadero coterráneo.
Por su parte, Bahl, para meterse en medio de ese espacio electoral, necesita de bisturí y mucha paciencia. Como en una operación riesgosa, su tiempo es muy corto, dos meses, o tal vez menos, para lograr el improbable acompañamiento. En pueblos y ciudades del interior de la provincia hay muchos radicales que ven a Frigerio como una intromisión, no solamente porteña, sino también disruptiva en sus añejados comités, a partir de acarrear valores superfluos, banales y un discurso prometedor que no se condice con hechos posibles o realizables (es del Pro). De ahí a que metan una boleta peronista en el sobre, hay un mundo. En estos electores hay un conflicto de valores, entre privilegiar los sentimientos e ideales o el pragmatismo de ser partes menores de un gobierno del que se fueron hace veinte largos años. ¿Cómo puede hablarles Bahl desde su campaña audiovisual suave, blanquecina y demasiado generalista? El speech de “ser de acá” empieza a agotar sus dividendos, si alguna vez los dio. Todo indica que la cirugía, para ser efectiva, tiene que darse con acuerdos intramuros, peligrosos para el boina blanca que llegue a aceptarlos.
El factor libertario incide directamente en nuestra provincia a partir de haber traccionado con su rostro a la lista de Etchevehere, sacando éste un 12 %. Lo que los analistas de campaña miran es el posible ascenso de esos votos y más tracción. A partir de ahí, siendo un elector que se presume de derecha, lo lógico sería pensar que un virtual ascenso perjudicaría directamente a Frigerio. ¿Es realmente un voto de derecha? ¿O ante la caída estrepitosa de la imagen del actual gobierno nacional puede succionar votos del peronismo provincial? La inflación galopante que vivenciamos nos marca tendencias.
El margen para el crecimiento de Bahl, que pregona el propio candidato, como también lo hacen Bordet o Casaretto, no está muy claro. ¿De dónde? Bahl arrancó demasiado tarde la campaña, fruto de la indecisión del conductor, el actual gobernador, y los egos de otros candidatos que, no por menos competitivos, querían relegar sus aspiraciones. Mientras Frigerio lleva más de dos años instalado como candidato, Beto tuvo que hacer una campaña acelerada, con escaso tiempo en los estadios necesarios que la secuencia de dicha campaña requiere. Hacerse conocido en nombre y rostro, hacer conocer su impronta y valores, para luego desplegar ideas y convencer al elector hasta el propio domingo de la elección. Es cierto que el arrastre desde abajo, fruto de las internas locales, le sumó números a granel. Pero la cantidad prodigiosa de cortes, a veces imposibles de explicar ideológicamente, demostraron que el votante entrerriano piensa su decisión y elige al representante según sus afinidades o, más que nada, sus broncas.
Los números cosechados por Bahl se ven exigidos o, en criollo, son pocos. La excusa no puede ser el escaso conocimiento. Ejemplos de campañas aceleradas con buen caudal de votos sobran. En estas PASO 2023 incidieron el contexto nacional, desde luego, pero también un clima de época que tiene su réplica en Entre Ríos. Enunciar discursos abstraídos de ese clima enoja aún más a los votantes decepcionados o descontentos. Beto no obtiene un 37% porque haya tenido poco tiempo para hacerse conocer. Está alineado a un gobierno nacional en decadencia y forma parte del devenir de un armado provincial peronista de dos décadas en el poder, que tiene pocos méritos para mostrar de acuerdo con lo que el electorado desea ver o que le muestren.
Sus spots no les hablan a amplias franjas de sectores populares, ni a los desencantados del sistema o de la política. Se le habla a un elector de clase media, con una regular o buena formación educativa e interesado en comprender las posibilidades que la provincia tiene a futuro. A las claras, un segmento minúsculo del padrón. Su sinceridad es un activo y lo que puede mostrar de la gestión municipal le suma, principalmente en los distritos cercanos a Paraná, que constatan regularmente esa realidad. A partir de esa base, su jugada más efectiva debería ser parcelar o segmentar el mensaje por ciudades o departamentos, aprovechando las posibilidades que en esa línea plantean las redes sociales y los medios de comunicación locales. Por otro lado, prevenir una jugada que empieza a sentirse con fuerza en distintos distritos, la de dirigentes locales que pueden cortar su boleta en favor de ellos mismos. Para ese bloqueo, se necesita mucha recorrida por las unidades básicas y un viejo activo que lxs wedding planner de la campaña rechazan por demodé: la mística.
Las internas ya no serán un fuerte, porque están resueltas y el arrastre se frena. Pero que estén resueltas institucionalmente no significa que lo estén políticamente. En el patio trasero de Bahl, Paraná, la verdadera interna se desata. Romero no tiene los números para lograr la intendencia si no logra que Guzmán y su electorado se le plieguen. El votante de éste es primordialmente anti-Romero, por historias grupales o individuales o bien por lo construido en la campaña. Las cuitas entre los referentes que circundan esta interna, la propia Romero, Guzmán, Solanas, Urribarri, son de vieja data. Las traiciones, operetas y demás están a la orden del día en el facturero que se pone en la mesa de la (difícil) negociación. Desde cierta perspectiva, los rencores parecen imposibles de retrotraerse y Gainza, ante ese panorama, se frota las manos. Él también tiene que unir a sus internos, pero al menos no será acusado por éstos de perseguirlos u hostigarlos con la Justicia. Eso, hoy por hoy, en la política argentina, es también un activo. De estas internas, con diferentes intensidades, hay varias en distintas ciudades de la provincia. Los ojos de Bahl deberían estar puestos en cada una de ellas, principalmente en Concordia.
En el epicentro de todo esto está la figura de Javier Milei, que no es sólo un fenómeno porteño, sino que atraviesa el país, diversas y estridentes franjas etarias, sociales, partidarias y culturales. Su demonización y la de sus adherentes es un grueso error de periodistas, académicos y referentes de otros partidos. El camino es explicarlo mediante un lenguaje claro, con razonamientos lógicos y bien articulados. Las descripciones más recurrentes que se hacen apuntan a sus votantes y hacia un amplio paraguas, “el descontento”, en el que caben a la fuerza todas las impresiones e intuiciones habidas y por haber. Milei representa a un segmento de la ciudadanía y su búsqueda es lograr mayor representación. A medida que avanza su campaña, la definición de su signo en los imaginarios se hace más marcada. Logra su cometido. La dispersión comunicativa de sus rivales, la casta o el status quo, complementa la estrategia. La pregunta que trata de responderle Milei a sus votantes se ubica en el plano del Orden, en una nueva configuración de las relaciones sociales y en el vínculo entre ésta (nueva) sociedad con el Estado. Bajando al plano local: ¿cómo piensan ese orden posible los entrerrianos? ¿Qué herramientas tienen para afrontarlo? Las virtuales respuestas a estos interrogantes son insumos de campaña.
Con estos extraños nubarrones acercándose en el fondo y un murmullo creciente, Adán Bahl y Rogelio Frigerio empiezan a recorrer dramáticamente la recta final. Mirándolos de frente, parecen ir cabeza a cabeza, pero viéndolos de costado, bajando la fusta repetidas veces, Beto corre de atrás. Todo es cuestión de perspectivas, siempre. La foto finish del domingo 22 de octubre a las 6 de la tarde tendrá la última palabra.
(*) Politólogo. FTS-UNER
Fuente: Página Política
