Las elecciones de este domingo, en Entre Ríos, muestran a la dirigencia política en típica situación pre electoral cuando al resultado nadie se anima a advertirlo. ¿Qué se dice? En el Gobierno que ganan, en el peronismo que pierden.
Cuando se va al detalle de la conversación, en Casa de Gobierno hay quienes reconocen que es una pelea de tres puntos y otros, más optimistas, que ven una diferencia de seis puntos. En la vereda de enfrente fijan la diferencia en tres y le prenden una vela a los indecisos, que en los últimos trabajos de opinión pública no están proyectados y no son pocos: 15 por ciento de los consultados.
Si se impone el oficialismo por la diferencia que en ambos campamentos prevén este domingo no se verificará una paliza.
La Alianza La Libertad Avanza habrá cumplido su objetivo de mínima, que es integrar la galería de ganadores como circuló en todos los medios nacionales en las últimas semanas. El peronismo se habrá hecho de una realidad nada despreciable si repasa las encuestas de hace cuatro meses cuando corría de atrás con diferencias de entre 10 y 12 puntos y aún no se había concretado la división interna que terminó en tres listas y la unificación de Juntos por Entre Ríos con los libertarios.
Las elecciones de medio término en Entre Ríos no han determinado absolutamente nada para las elecciones generales de los dos años siguientes.
La sociedad argentina atraviesa una crisis con recesión e incremento de la desocupación. El ejemplo más cercano que tenemos a ese escenario es la elección del 2001. En Entre Ríos se impuso el peronismo con 232.573 votos sobre la Alianza, que obtuvo 137.065. El tercer lugar fue para el Movimiento Social Entrerriano con 40.113.
La novedad nacional en ese proceso fue “el voto bronca”, que bien podría conectar con el disgusto a la clase digerencial actual. Milei ya sin la aureola de desconocido.
En esta provincia – en aquella elección que prologó el estallido – hubo 113.383 votos nulos y 28.147 en blanco. Si se suman estas dos últimas categorías superan con 141.530 al oficialismo de entonces ubicándose como segunda opción. La correcta implementación de la Boleta Única Papel (BUP), en las próximas horas, debería ser un elemento a contemplar.
Sergio Urribarri perdió en 2009 en unidad con el sector de Jorge Busti. Esa derrota tuvo como contexto lo que había sido el conflicto por la resolución 125 que fijaba retenciones móviles a la soja. En el 2011, sin embargo, fue reelecto con el 54 por ciento. Gustavo Bordet también fue derrotado en 2017 luego de una interna con 10 listas y a los dos años fue reelegido con el 56 por ciento.
Lo más probable es que el devenir de la política entrerriana dependa del escenario nacional más allá del resultado electoral en la comarca. La historia reciente muestra que Mauricio Macri se impuso en las elecciones de medio término por amplio margen y su plan económico puso a la administración de sombrero a los seis meses. Alberto Fernández vio socavado su poder por internas palaciegas y mala gestión, lo que infligió una derrota en 2021. En ambos casos, quien se impuso en Nación, lo hizo en Entre Ríos. La política siempre está dispuesta a dar sorpresas. Y romper tendencias. El lunes no habrá velorio si se ratifican las especulaciones. Excepto que el oficialismo pierda o supere las expectativas más optimistas y se imponga por 10 puntos.
Fuente: Página Política
