Chapa, cómo andás. Tenés un rato, te llamo. Ese era un habitual mensaje del burro. De este lado siempre había lugar para un tubazo, cualquiera sea la hora. Sobre todo por el autor, Raúl Balbi.
Tenía información que le permitía construir puntos de vista. Sus interlocutores provenían de todas las vertientes, lo que lo convertía en un interlocutor informado. Su modesto casamiento, no recuerdo el día de octubre de 2022, puso en escena su andar en la política. Su recorrido. Mesas en su jardín donde no había absolutamente nadie que no tuviera que ver con la política. No era un encuentro del estilo de Eurnekián, sino del burro. Viejos, no tan viejos, jóvenes, peronistas, radicales. Algunos con cargos, otros sin nada. Todos hablando de política.
El burro fue un incansable caminador de ámbitos donde la política es un monopolio, donde no hay lugar para prestar atención a otro tema.
Le interesaba la política de partidos, lo que ocurría en los espacios internos, seguía las administraciones en el plano de la gestión y solía insistir con cuadros y estadísticas. Se anotaba en charlas de economistas popes. La última, creo, fue con Marina Dal Poggetto. Seguía lo que se decía en las redes y leía todo.
Un comunicador de la política, de la buena. No le interesaba indagar sobre el sistema, que es otra cosa. Los aconteceres en el Poder Judicial, por ejemplo, lo movían si había una conexión directa con la política, con alguna candidatura en danza. Tampoco le llevaba mucho el apunte a la publicación de alguna lista de contratados en el Estado o de beneficiarios de subsidio. La agenda de la corrupción no estaba entre sus preferencias. Quizás porque entendía que son millones más los dirigentes políticos que no incurrieron en ilícitos que los que sí.
El burro miraba la política en torno a las relaciones de los dirigentes, la rosca. Un observador inteligente, creativo. Era una especie de Turco Asís, incluso para narrar la política en una esquina o en un pasillo. Una vez, sobre una polémica en torno a la recaudación de fondos para una campaña me dijo no podés tener más de un Santi Maratea, termina en cagada eso. ¿Quién es Biden en Entre Ríos? y ¿el no elegido? Tips del burro para pintar la actualidad. Transitó buena parte de su vida integrando mesas de trabajo en las que aportó ideas. Vinculadas a la comunicación. O nombres.
La noticia de su fallecimiento fue tremenda. El martes había llamado para invitarme a un asado, que no se pudo dar este jueves, y había quedado para la semana que viene.
Es raro que en las crónicas sobre su fallecimiento no haya aparecido en ninguna la edad que tenía. No sé su edad. Eso, quizás, tenga que ver con que pese a tener varios años más que uno haya establecido una relación de respeto, de escucha, de consulta y discusión. Un tipo que caminó la mayoría de los procesos políticos de la democracia moderna, lo que lo nutrió para sostener horas hablando con un menor de edad en estas lides y no aburrirlo. Insólito para lo habitual.
Me dijo Jorge Riani, al momento de compartir la triste noticia: “No era tanto un periodista que se dedicó a la información política, como un político que se dedicó al periodismo. Y lo hizo con seriedad y ecuanimidad, sin ocultar sus orígenes políticos en el peronismo. Era un dialoguista que valoraba también la información que recogía de sus prolongadas charlas de café, de oficina o de pasillos”.
El último mensaje de WhatsApp que tengo está registrado este viernes a las 13.52. Fue un tuit de Gerardo Zamora, el gobernador de Santiago del Estero, en el que anunció para los estatales un bono de 1 millón 300 mil pesos. Fue lo último que recibí del burro, antes de la triste noticia. Le respondí con una sola palabra: “maestro”. No era por él, sino por Zamora, aunque él también lo fue. Un maestro de la conversación política.
Fuente: Página Política