
Fernando Caviglia cumple, este viernes, 70 años. Uno menos que Jorge Taiana, que se hizo cargo del Ministerio de Defensa de la Nación. Se conocieron de jóvenes, en la tétrica cárcel de Rawson, a donde iban a parar los “irrecuperables”. Los que seguramente saldrían sin vida de allí.
El secretario de Industria de la provincia se emociona al hablar del amigo con el que transitó los años más duros tras ser secuestrado el 16 de agosto de 1976 por el Ejército, cuando soldados lo esperaron en el interior de la casa de sus padres en calle Victoria para llevárselo al Batallón de Comunicaciones de Paraná. Allí padeció la tortura unos meses y luego fue trasladado al penal de Sierra Chica, provincia de Buenos, el más antiguo de la Argentina.
El destino del fundador de Sindicato de Empleados Públicos de Entre Ríos (Seper), un gremio paralelo a ATE que antes de la dictadura llegó a tener 4 mil afiliados, militaba en la JP. Por su doble rol, de militante y sindicalista, cayó en manos de la fuerza de seguridad junto a un grupo de entrerrianos como Luis Sotera, Manuel Ramat, Hernán Orduna y Alejandro Richardet, entre otros.
En 1979 Caviglia fue llevado a Rawson. Compartió cárcel con Carlos Kunkel, Dante Gullo, y Martín Guevara (hermanos del Che) y otros tantos. Con Taiana, particularmente, le tocó compartir el Pabellón 3. El parananese trabajaba en la herrería del penal y el flamante ministro de Defensa en la panadería.
Puestos en libertad el 29 de marzo de 1982, Caviglia recuerda la horrible sensación que tuvo al salir y encontrarse con un país que vitoreaba a Fortunato Galtieri en pleno proceso de la Guerra de Malvinas.
Los años pasaron. Caviglia terminó su carrera de contador en la UNL y Taiana la de sociólogo en Buenos Aires, para luego especializarse en relaciones exteriores. Nunca dejaron de verse. Al día de hoy tiene un grupo de amigos que están permanentemente conectados a través de WhatsApp y cada tanto se ven en Buenos Aires.
“El sordo como le decíamos todos, en una charla de patio de recreo, me dijo que el militaba para ser presidente, yo me ofendí porque entendía que estábamos apenas sobreviviendo y él tenía semejante ambición. Dejé de charlar con él y no lo hice por un tiempo. El viejo Pilan se dio cuenta de esta citación y me preguntó qué me pasaba que tenía esa actitud para con el sordo, le conté lo que pasó, el viejo me dijo anda pedile perdón, él tiene razón. Hay dos tipos de ambiciones, la individual y la de conjunto. Hay que saber manejar ambas y el sordo es lo que hace, querer ser presidente es una ambición individual que debe servir para bienestar del conjunto. Anda y pedile perdón y apoyalo para que un día sea presidente y nos represente como conjunto. Cuánta sabiduría, viejo. Un día me desperté y el sordo estaba jurando como canciller, lloré tanto de alegría porque ese era mi compañero que me representaba a mí y a todos los argentinos ante el mundo. Hoy asumirá el ministerio de defensa, no dudo que lo hará con honestidad y patriotismo”.
Ese texto circuló entre los celulares de los amigos que eran “irrecuperables” para la dictadura y hoy lo pueden contar.
(Las fotos fueron tomadas hace tres meses, cuando en el despacho de Taiana en el Senado)
Fuente: Página Política