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El silencio de los peronistas

Los Urribarri copan los portales de medios entrerrianos por sus causas que tramitan en la Justicia, pero nadie dice nada. Algunos motivos por los cuales la dirigencia siente que se está cobrando desplantes.

Pasó hace exactamente 3 días y no se escuchó una sola declaración de peronistas sobre lo ocurrido en las primeras horas del lunes cuando se allanó el domicilio de su cuñado Juan Pablo Aguilera, a quien se investiga junto a la familia de Sergio Urribarri por el supuesto delito de enriquecimiento ilícito, entre otros.

No hubo comunicados oficiales ni expresiones en las redes sociales. El gobierno habló en dos oportunidades. La primera fue Edgardo Kueider. Se limitó a decir que en el Poder Ejecutivo son “respetuosos de la Justicia”. Palabras similares a la del secretario general de la Gobernación tuvo el mismísimo Gustavo Bordet. Mientras se llevaban adelante los allanamientos el gobernador tomaba juramento junto a Mauro Urribarri a los nuevos integrantes del Consejo de la Magistratura. Horas después, consultado por algunos medios no se fue una línea de su escueto libreto: respetar la independencia de poderes.

La jornada del lunes y martes transcurrieron entre la sorpresa de la dirigencia enrolada en el oficialismo y la euforia de los denunciantes y algunos opositores. Los comentarios sobre el suceso se amplificaron en cuanta radio se sintonizó e incluso en algunos canales. Una Justicia movilizada y la masividad de medios difundiendo sus actuaciones sin ver quien figuran en la carátula no se veía hace mucho. La oposición podrá decir que “cambiamos”.

Solo José Cáceres aseguró, pero vale aclarar que fue antes de los allanamientos, que está en marcha una persecución al presidente de la Cámara de Diputados. El titular del bloque cuestionó a los denunciantes cuando éstos se presentaron en los tribunales allá por el 20 de diciembre. Todos estos meses se reveló información. El silencio oficialista fue llamativo.

En el peronismo encuentran mil motivos para coserse la boca ante esta coyuntura. Uno de ellos es que se han ventilado pruebas muy evidentes sobre los delitos imputados: la mansión en Salto Grande (se la puede acreditar para el enriquecimiento ilícito); y las escandalosas contrataciones a imprentas de familiares (negociaciones incompatibles en la función) son apenas migajas de lo que han recolectado por los fiscales que llevan adelante la investigación.

Pero hay otro elemento, no social sino político, que explica el desinterés de la dirigencia por defender al ex gobernador: la historia reciente del peronismo.

Urribarri mantuvo al PJ callado durante sus dos gobernaciones. Eligió los candidatos con el látigo y suma arbitrariedad y, cuando dejó casilleros vacíos, fue para completarlos con los pedidos expresos de la Nación. Jorge Barreto en 2013 y Juan Manuel Huss en 2015. Sólo algunos ejemplos.

La Legislatura de 2011, en rigor Diputados, lo hizo a través de un sorteo. Puso los nombres que había elegido en papelitos, los metió en una bolsa y dejó que sea el azar quien determine el orden. Una vez sacado cada uno bollitos de papel se hizo la lista. Pero no fue finalmente la que se plasmó en la boleta. Hugo Marsó había quedado primero. Nunca asumió. Fue ministro de Turismo. La lista, debajo de Urribarri, la encabezó José Lauritto, a quien bajó y le creó el opaco Ministerio de Educación. El ex gobernador decidió que el nombre del dirigente de Concepción del Uruguay encabezara la lista de diputados nacionales en 2013. Pasada las elecciones, lo bajó y también hizo renunciar a la desconocida docente Fabiana Domínguez. Así ingresaron al Congreso su sobrina Carolina Gaillard; el amigo de Mauro Urribarri, Lautaro Gervasoni; y Barreto, a pedido de Unidos y Organizados a nivel nacional.

En las elecciones pasadas había garantizado la interna y llevó esa afirmación a extremos en los que se creía que no había vuelta atrás. En un segundo fulminó la posibilidad que precandidatos se midieran en las PASO. En Paraná, como en otros distritos, dejó que jugaran candidatos pero les impidió que pegaran su boleta a la provincial, lo que provocó incluso derrotas en algunos distritos.

El peronismo es verticalista, pero también pasa factura.

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