Casi un cuarto de siglo atrás asumió por última vez un gobierno no peronista. Sergio Montiel juró en 1999 por un segundo mandato en una provincia que entonces no tenía cláusula de reelección.
El caudillo radical se impuso en las elecciones en un contexto al que el peronismo llegaba con un desgaste en sus espaldas. Gobernaba la provincia desde 1987 y en Nación desde 1989.
Esos años en que Jorge Busti fue la figura principal de la política entrerriana se generó la más profunda reforma del Estado. La impuesta por Carlos Menem: privatizaciones de servicios públicos, el pase de Salud y Educación a manos de las provincias sin sus presupuestos y el Pacto Fiscal de 1992 que le arrebató el 15 por ciento de coparticipación a las jurisdicciones. Todas cuestiones que empobrecieron notablemente al interior.
El líder justicialista fallecido hace dos años supo adecuar al peronismo a todas las épocas. Bancó el proceso de privatización y luego el de reestatización.
Montiel asumió el 10 de diciembre de 1999 en una situación acuciante de pobreza producto de la desocupación. No había trabajo ni inflación. Aunque con respirador, la Convertibilidad estaba vigente. Tampoco existía la red de contención social estatal como en la actualidad.
Rogelio Frigerio asumirá en un contexto de pobreza, con alta tasa de ocupación, pero la inmanejable inflación inexorablemente no deja de fabricar pobres un sólo día.
El mandatario que jurará en las próximas horas gobernará en un escenario de escasez, pero además de incertidumbre política. ¿Quién es Milei? ¿Cuánto de lo que prometió y anunció llevará adelante? ¿Cómo? ¿Hasta cuándo hay que aguantar? La capacidad de tolerancia de la ciudadanía es, quizás, el principal interrogante.
La otra incógnita se posa sobre la reconfiguración del peronismo, ahora en la oposición. En 1999 Montiel se impuso a Héctor Maya por dos puntos (49 a 47), una diferencia casi calcada a la de Frigerio y Adán Bahl.
La foto de hoy muestra al ex ministro del Interior dueño de una relación madura con el peronismo, muy diferente a la que tenía Montiel con Busti. El radical gobernó con un correligionario en Nación. ¿Hasta cuándo aguanta el “neutralismo” de la liga de gobernadores de Juntos por el Cambio respecto a Milei? Más aún cuando medio gabinete nacional fue parte de la propuesta que en Entre Ríos se identificó con Frigerio.
El inicio del siglo encontró al caudillo radical sentado en el sillón de Urquiza con el estallido social como amenaza permanente. En aquellos años recién comenzaba a formatearse un nuevo esquema en la práctica periodística con la digitalización que, indefectiblemente, multiplicaría y modificaría para siempre el mapa comunicacional. El Diario de Paraná era el gran ordenador de la agenda diaria. Hoy la realidad es bien distinta. Además del fenómeno de las redes, la información corre por segmentos y quienes la degluten saben dónde buscar. Nadie ordena.
Montiel se llevó pésimo con el centenario matutino, que pese tener dueños de prosapia radical mantuvieron una estrecha relación con Busti.
El Poder Judicial fue otro problema para Montiel. Además de contar con una integración del Superior Tribunal de Justicia (STJ) con el sello de Busti, el radical se encargó de sepultar cualquier diálogo institucional. En su asunción le disparó a los integrantes de la Sala Penal que permanecían sentados en primera fila y no dudaron en retirarse de la jornada solemne. Bordet designó una mayoría: 5 de 9 vocales, pero no le imprimió un sello. De hecho contó con un notable acompañamiento en las designaciones.
La dinámica de la política entrerriana estuvo, todos estos años de democracia, atada a lo nacional. Cercar la provincia es muy difícil. Por eso la certeza de los gobernadores que si le va bien a Milei, nos va bien a todos.
Fuente: Página Política
