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Entrevista

“Hay que sostener la angustia, el vacío de la representación. Para no llenar el vacío con contenido viejo”

Alex Roig, extitular del INAES, docente de la Unsam, con formación en economía, sociología, ciencia política, estuvo en Paraná convocado para una actividad de militantes del peronismo de Paraná. En entrevista con Página Política, habló de la dinámica política de los últimos 20 años, caracterizó la era Milei, analizó el conflicto de la Universidad pública y marcó errores del tiempo “progresista” en la Casa Rosada.
Luz Alcain
Por: Luz Alcain
@luzalcain

Alex Roig es hijo de argentinos pero nació en Francia. De niño vivió en Nicaragua, España, Uruguay, Brasil, siendo parte de una familia de educadores y diplomáticos.

Con formación en sociología, economía, derecho, antropología, ciencia política, finanzas tuvo a su cargo del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) en el gobierno de Alberto Fernández.

Roig se nacionalizó argentino. Fue cuando se radicó en este país para estudiar el impacto de las formas monetarias en las crisis política. El estallido de la Convertibilidad y su desborde en las calles del 2001 fue su objeto de estudio.

El docente universitario, secretario Académico de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) estuvo en Paraná, para acompañar un encuentro de militantes del peronismo de Paraná, reunidos en el denominado “Foro de la Ciudad”.

En entrevista con Página Política, describió desde su punto de vista el escenario para el conflicto político y social en Argentina, con los roles que han jugado los liderazgos en los últimos 20 años.

Caracterizó el tiempo marcado por la ultraderecha de Javier Milei en Casa Rosada. Analizó el mundo del trabajo y el mundo empresario, atravezados por la fragmentación, la falta de representación política y la pretensión de un nuevo marco legal que los vincule.

Habló de la universidad y su crisis; instó a “sostener” el vacío que emana de la falta de liderazgos que ordenen el juego; y describió las dificultades concretas que se presentan para la lucha de los movimientos sociales.

–Ha estallado el mundo del trabajo tal como lo conocíamos en el Siglo XX y ha estallado y no termina de romperse el sistema de partidos y las reglas que hasta acá valían para la política. Esos dos mundos rotos se cruzan demasiado. ¿De donde saldrá el sujeto llamado a transformar este presente?
–Hay una cuestión bien profunda, un doble fenómeno que ocurre al mismo tiempo. Por un lado, la heterogeneidad del capital, a diferencia de lo que pasaba en tiempos del capitalismo industrial. No hay una sola forma del capital sino que hay por lo menos tres: el capital industrial, el capital financiero y el capital de las plataformas. Cada una de esas formas de capital produce formas de organización del trabajo diferentes. El capital industrial produce empleo, el capital financiero produce grandes masas de desempleo que derivaron en quienes han organizado su propio trabajo en la economía popular y otras categorías, y el capital de plataformas que genera nuevas maneras del trabajo. Desde el punto de vista político, las fuerzas políticas que expresaban al capital, las fuerzas de derecha, y las fuerzas que expresaban al mundo del trabajo, las fuerzas de izquierda, están en crisis porque no logran expresar esas heterogeneidades. Hay una crisis generalizada del sistema de partidos.

–En los siglos XIX y XX diferentes perspectivas políticas pensaron que el sujeto del cambio era el trabajador. Pero hoy no tenemos trabajador que se sienta parte de una clase ni hay una fábrica en la que se encuentre con otros. ¿Cómo se sigue la historia?
–Los sujetos no nacen de un repollo. Los sujetos que mueven la sociedad, los sujetos que mueven la historia, surgen de instituciones y de la organización de los conflictos. El problema que tenemos no es que no hay sujetos, es que no está organizado el conflicto para que pueda haber una dinámica histórica vinculada a sujetos sociales. Tenemos sujetos sociales, pero no tenemos sujetos históricos porque no está organizado el conflicto. ¿Qué ha hecho la política? Ha organizado conflictos destructivos. Se profundizó la idea de se puede eliminar al otro.

–¿Eso es Milei?
–Eso es Milei.

–Pero venía de antes
–Eso es Milei. Lo expresa con claridad. Pero el kirchnerismo también fue una construcción política que planteó la idea de amigo-enemigo. ¿Cuál es la idea? Que al enemigo no se lo convence, se lo reemplaza. Es una vieja estructura dialéctica por la que se supone que podés reemplazar al otro. Solo en la guerra se plantea así. Lo propio de la política, que es la guerra por otros medios, es que no se puede reemplazar al otro. Tenemos una crisis del imaginario político porque las fantasías del reemplazo del otro no funcionan. El sueño obrero era reemplazar al patrón, el sueño del trabajador de Rappi no es reemplazar al algoritmo. Por eso tampoco funciona el imaginario político, por eso hay una crisis del deseo de transformación. Del otro lado, el imaginario del reemplazo de los trabajadores, si bien en la práctica no funciona, ese imaginario desde el punto de vista del capital está presente. Cuando la derecha te dice que no hay más trabajo, te dice que ya no hay relaciones laborales sino solo relaciones comerciales. Y la nueva ley laboral afirma que hay un trabajador que es colaborador. Desde el punto de vista del empresario, el reemplazo del trabajador es una fantasía que funciona.

–El capital sí tiene su utopía.
–Tienen su utopía. No funciona en la representación política porque el capital es heterogénea. Fijate la tensión que hay entre Mercado Libre, los bancos y la industria en la práctica, pero en el imaginario funciona. En el caso de las fuerzas a favor de las trabajadoras y trabajadores, ese imaginario no funciona porque la propia dinámica política no es creíble.

–Tal vez la última vez que hubo gran cantidad de gente en la calle, hubo una consigna, una mística, una pasión en torno al accionar político fue con los feminismos. Y si antes fue una utopía un mundo para los trabajadores, con los feminismos fue un mundo feminista. ¿Qué representaciones podrían en este contexto planificar un futuro distinto?
–Un punto clave para que una lucha colectiva cuaje, lo vimos en el movimiento feminista, es que se señale y se organice una violencia. El movimiento feminista cuajó. Siempre hubo feminismo en Argentina, pero cuaja cuando se organiza la lucha en contra de la violencia patriarcal expresada en el feminicidio. Lo mismo pasaba en las luchas obreras: había una violencia identificada que se llamaba explotación. Identificás la violencia e identificás una categoría que expresa esa violencia: feminicidio, violencia masculina o explotación, violencia material. Las instituciones lo que hacen es organizan la violencia social. Un Convenio Colectivo de Trabajo te organiza la violencia, un protocolo de género te organiza la violencia. Eso es instituir. Ahora, ¿cuál es el problema? Maurizio Lazzarato hace notar que hasta fines de los años 60 y los 70 funcionaba la dialéctica en la política. El capital era homogéneo y el mundo del trabajo era relativamente homogéneo. Funcionaba con un imaginario de sustitución. Eso entra en crisis con el desarrollo del capital financiero y fenómenos masivos de desempleo que van creciendo profundamente a partir de los 90. Pero además aparecen otro tipo de conflictos, como los conflictos feministas, ambientales, descoloniales. Tenemos entonces hoy que el conflicto entre el capital y el trabajo dejó de ser dialéctico. En cambio, el conflicto feminista nunca fue dialéctico porque lucha por desplazar una lógica, no por reemplazar a los hombres. Lo mismo el conflicto descolonial: no es que el negro quiere estar en el lugar del blanco, quieren desplazar la lógica de dominación del blanco tal como lo dice Franz Fanon. Y en el conflicto ambiental es igual: no es que querés estar en el lugar del tipo que destruye la naturaleza. No son conflictos de sustitución, son conflictos de desplazamiento. La dialéctica está en crisis y las formas de liderar, las formas de organización del conflicto han cambiado radicalmente. El liderazgo consiste en articular, agenciar distintas formas de conflicto que implican desplazamiento. Ese desplazamiento supone la creación de nuevas instituciones. Eso sí hizo el peronismo en los años 40. Esa fuerza política duró tantos años, es la organización más longeva en la historia del mundo, porque en sus inicios no tuvo una posición dialéctica.

–No propuso eliminar al empresario.
–Combatir el capital solo en la marchita. Es organizar el conflicto, no eliminarlo. Lo que dice (Daniel) Santoro, el pintor, ¿cuál es el goce peronista? Es el de los sectores populares al lado de la burguesía en la playa.

–Vamos todos a Pinamar.
–Eso. Desplazamos la carpa del burgués. Lo podemos criticar, pero vamos todos a la playa. Es otro tipo de construcción, liderazgos que articulan, que organizan el conflicto. Muy distinto de los liderazgos de los últimos 40 años que han organizado el conflicto en la construcción amigo-enemigo.

–En el presente de la Argentina, entonces, rige la lógica de sustitución. Pero además, se destruyen las instituciones que organizan el conflicto.
–Este gobierno profundiza las instituciones neoliberales, por eso no hay nada nuevo en este gobierno. Yo lucho contra la idea de que Milei es lo nuevo. Lo nuevo es cuando propones instituciones nuevas para organizar el conflicto social de manera diferente. Ahora, Milei profundiza una lógica que tiene 50 años, que empieza con la dictadura. Profundizar el capitalismo financiero, la dolarización es la profundización de una lógica que empieza con la dictadura. Es viejo. Desplazar a los trabajadores en la centralidad de la vida política y económica tiene 50 años. No es nuevo. Relaciones carnales con Estados Unidos e Israel. No es nuevo, es viejo. Son todas propuestas que instituyen, pero profundizan instituciones viejas. Pasa que del otro lado no solo no se proponen instituciones nuevas, sino que además se administraron las instituciones neoliberales. El progresismo ha sido un administrador de instituciones neoliberales.

–¿Cuáles son las instituciones neoliberales?
–El sistema financiero por ejemplo. Con la ley de entidades financieras no se hizo nada. Del Estado neoliberal de la Constitución de 1994 no se tocó absolutamente nada. Parte de la crisis de la representación política tiene que ver con que la sociedad no está en el Estado. La clase política no tiene espacio de encuentro con la sociedad. Dice que va a “escuchar” o que “baja al territorio”, una categoría chotísima, todas imágenes de distancia que los liberales sostienen a muerte.

–¿A la Universidad le ha pasado un poco lo mismo?
–Le pasa algo parecido, pero por otro proceso no anticipado que es el de la profesionalización. Es una paradoja. Tuviste muchos recursos para profesionalizar el mundo académico, pero ese proceso de profesionalización te alejó de la sociedad. Y eso que tenemos la función de extensión que debiera vincular a la Universidad con la sociedad. Pero no se termina de entender porque el propio proceso de profesionalización no valora esa práctica extensionista. Podes ser una persona que se rompe el lomo para que las ideas circulen en la sociedad, pero a la hora de hacer un informe lo único que importa son los tres artículos que escribiste, punto. Genera efectos de desconexión institucional.

–Y mucha frustración, supongo también. La obligatoriedad de la escuela secundaria nos puso a todos los argentinos, aunque solo en términos de la ley, con igual derecho a ingresar a la Universidad. Pero ha sido muy dificil sostener la permanencia y el egreso.
–Aumentó mucho la población estudiantil. La creación de nuevas universidades fue una gran política. El punto es que eso no alcanza si estás en una sociedad donde no resolves condiciones materiales para la valorización del trabajo. Y valorización del trabajo especialmente vinculado a los procesos de formación. En Argentina no sucede necesariamente que tu remuneración salarial aumente en función de tu nivel de formación. No está conectado. En Colombia está conectado. En Brasil está conectado. Estudiar tiene efectos. No hay que tomar el tema de la plata como codicia, sino pensarlo como valorización del trabajo. Si hoy alguien te dice “che, quiero ser profesor universitario” se le dirá “ay, que pena, vas a vivir por debajo de la línea de pobreza”. Eso también abona la crisis de la universidad. Fundamentalmente, lo que no se problematizó es el mundo del trabajo. Hubo una posición conservadora del progresismo que vio únicamente el mundo del empleo en relación de dependencia. Y solo le habló a ese mundo. No pensó las otras formas de trabajo, no pensó las otras formas de saberes.

–A esos otros mundos del trabajo, a esos otros saberes, tal vez se los vio cuando fueron a las urnas en diciembre de 2023.
–Ni siquiera ahí. Pero no me preocupa el vacío de la política. Todos tenemos que sostener la angustia, el vacío de la representación, sobre todo para no llenar el vacío con contenido viejo. Guarda con la ansiedad de que aparezcan nuevos liderazgos. Es paradójico pensarlo así por la difícil situación que vivimos y que nos lleva a la necesidad de que aparezca alguien que nos diga para dónde vamos. Este vacío está a la altura de los errores previos. Errores no en términos personales, no es problema de Cristina, de Massa, de Alberto, de Milei. Es un problema de la lógica política. ¿Cómo organizamos el conflicto social para generar en la sociedad un movimiento? Esa es la pregunta y no cómo se organiza el conflicto para gobernar. La política, desgraciadamente, la rosca política, suele limitar la pregunta sobre el conflicto para gobernar, no para mover la sociedad. Un ejemplo muy claro: el conflicto con el campo le ayudó al kirchnerismo a gobernar. ¿Movió positivamente la sociedad? No.

–Acá en Entre Ríos movió mucha gente que acompañaba a la dirigencia rural.
–Pero no movió a la sociedad. Tuviste una sociedad más crispada, no resolviste los problemas de la ruralidad, no resolviste los problemas ambientales, no mejoraste las condiciones para vivir en el campo. Argentina es de los países con menos población rural del mundo, el 7,4%. Tenes una crisis de la conurbanización y te peleas con el campo, en vez de tener políticas a favor del campo para que la gente vuelva a las pequeñas ciudades, para tener una política de distribución poblacional totalmente distinta. Organizar un conflicto para gobernar no es lo mismo que organizar un conflicto para movilizar la sociedad. El conflicto no debiera ser campo-ciudad, al contrario. Del mismo modo, te peleaste con los medios. ¿Cómo están los medios hoy? Están peor que antes, menos calidad, menos pluralidad de voces.

–Menos trabajo.
–Esas instituciones entonces no funcionan. ¿Sirvió para gobernar frente a Clarín? Sí sirvió.

–Y la Ley de Medios fue letra muerta.
–Y no transformó la sociedad.

–Hoy citabas a Santoro. Lo entrevistaron hace unos días en una radio de Entre Ríos. Habló de los piquetes, marcó su desaparición y cuestionó que se pretenda ver esto como “mérito” de Patricia Bullrich. En su opinión, ya no hay piquete posible porque se terminó la intermediación de los movimientos sociales.

–Varias cuestiones. Los gobiernos de los últimos 20 años tuvieron como denominador común la decisión de ir en contra de las mediaciones sociales. Después de 20 años terminaste con dos CGT y tres CTA, con tensiones con las organizaciones sociales, con 20 mil tentativas para dividirlas. Este gobierno de Milei las trata de destruir. Las mediaciones del mundo del trabajo y también las mediaciones del mundo empresarial. Las mediaciones territoriales también, contra los gobernadores, contra los intendentes como mediadores. Rige la construcción amigo-enemigo, como Milei, que sigue siendo lo viejo. La crítica a la movilización social y a la capacidad que se tiene hoy de sostener el conflicto es una crítica hecha muy desde afuera de la lucha social. Efectivamente, habla de no sentir en el cuerpo los efectos de la represión y de la persecución judicial. Claramente hay muchos compañeros que tienen miedo. Es una posición muy cómoda decir “no movilizan como antes”. Se debiera ser más prudente. Los dirigentes pueden llegar a ir a la movilización en una crisis económica como esta pero las movilizaciones cuestan. Ir a una marcha, solo, si sos del conurbano, te cuesta 5 mil pesos. Claramente antes se movilizaba usando recursos para poner colectivos. Esos recursos ya no están. Es una gran ingenuidad atacar ese punto. Además, hay análisis de muchas organizaciones que dudan cuál es el momento para la confrontación en la calle. Se evalúa también que hay rechazo social a los piquetes. Hay argumentos que parecen de los sectores medios que están esperando que otros luchen en su nombre.

Fuente: Página Política
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