Sergio Urribarri no presentó aun el libro. Pero los primeros ejemplares de El pueblo manda ya empezaron a circular. Actitud obligada del mundillo político: hojear rápidamente en busca de la parte que explique el surgimiento de Urribarri como candidato, bendecido por Jorge Busti como su sucesor para los comicios de 2007.
El asunto aparece reflejado, según la perspectiva del autor, en la página 96. Allí, sin vueltas, Urribarri asume: “Yo llegué a ser candidato a gobernador por una decisión de Jorge Busti”.
Reconoce que se llegó a esto luego del fracaso de otras opciones que barajó el inventor de Urribarri como figura protagónica de la política entrerriana. “La cuestión había sido muy compleja, a la par que extraña. En primer lugar, hicimos lo imposible para tratar de reformar la Constitución para que Busti pudiera ser reelecto”. Allí el Plan A. “No fue posible”.
“Él entonces pensó que la mejor opción para sucederlo era su esposa Cristina Cremer –confirma Urribarri–. Largamos con la campaña. Analía, mi esposa, preparó un acto muy bueno en Concordia, en el Club Ferrocarril, y tiramos toda la carne al asador”. Allí el Plan B.
Fue después, el 3 de febrero de 2006, cuando arrancó la historia hacia la Casa Gris. Se pone detallista, pareciera con el fin de mostrar el trato que le dispensaba Busti: “Feriado en Entre Ríos, yo estaba laburando en mi despacho del Ministerio de Gobierno. Diluviaba. Siento que golpean la puerta. Me levanto porque sólo se abre desde adentro. Busti estaba ahí, por primera vez en mi escritorio, por primera vez venía el gobernador a mi despacho. ‘Jorge, ¿qué hacés? Pasá, por favor’, lo invité. Pasó pero no se sentó. Empezó a caminar de un lado para otro y se detuvo en la ventana. Llovía como nunca. Mira la plaza de la avenida Alameda. Después de unos segundos de silencio, cruza los brazos y sin mirarme, me lanza: ‘Che, no va a quedar otra, vas a tener que ser vos el candidato a gobernador. Cristina no quiere, vas a tener que pedir licencia y salir a patear la provincia”.
Describe luego la campaña (“No me conocía nadie”, dice), alude a “compañeros de madera única” aunque no los nombra, salvo a Marciano, un chofer, y a su compañero de fórmula, José Lauritto “que en las caminatas siempre quedaba atrás”. Recuerda la conformación de la Lista 100, disidente del PJ, que postuló a Julio Solanas y Enrique Cresto y da por descontado que el apoyo de Néstor Kirchner lo tuvo ese espacio “porque no confiaba en Busti”. Asegura que sólo contaba, a nivel nacional, con un guiño de Alberto Fernández.
Busti, “sin necesidad”
Con un estilo chabacano y llano, del que hizo gala como figura, Urribarri describe en su libro la personalidad de Busti que también abonó la fractura.
“Sin necesidad, me hizo saber enseguida que estaba ahí. El 1º de julio de 2007, en la apertura de las sesiones ordinarias y como presidente de la Cámara, dijo sin tapujos: ‘Si los entrerrianos me lo permiten, volveré a ser gobernador en cuatro años’. Yo aún no había asumido, faltaban aun 6 meses, y él ya me estaba despidiendo (…). Busti no se bancaba no ser. Yo lo sabía. ‘Mirá Jorge –le expliqué- por tu personalidad si vos te quedás en la presidencia de la Cámara va a ser para quilombo entre nosotros, el punto es que el ruido va a generar puterío político. ¿Qué te parece si hablo con Cristina y te vas a Nación?”, revela Urribarri y asegura que su antecesor “reaccionó muy mal” pero la gestión se hizo y se le ofreció “lo que él quisiera, incluso una embajada”.
Después se explaya en el otro motivo, más vinculado a la política y a la divisoria de aguas con el conflicto del campo. Allí, lo conocido: Busti, en el palco con la Mesa de Enlace; Urribarri con Néstor Kirchner y Daniel Scioli en el acto en Buenos Aires. A propósito del asunto, el autor expone su valoración de ese momento, recuerda piquetes de la dirigencia ruralista frente a su casa, ubica al senador Alfredo De Angeli como promotor de esas manifestaciones con tractores y reconoce el acompañamiento de “un solo legislador” en ese contexto: José Cáceres que luego fue Vicegobernador en su segundo mandato.
Otros temas
No hay menciones de Urribarri a las causas que hoy tramitan en su contra por delitos asociados a la corrupción. En cambio, se abunda en su relación con Néstor Kirchner y Cristina Fernández; habla de su familia; contextualiza el “sueño entrerriano” y el posterior “paso al costado” en la aspiración de ser candidato a presidente. Habla de la Cumbre del Mercosur en Paraná, de la nominación de Miguel Galuccio para YPF; las estrategias de marketing de las que dice renegar: “Debo haber sido el tipo más políticamente incorrecto de los últimos cincuenta años. Me salía de la vaina como porotos de la chaucha mostrándome tal cual era”.
Más atrás, también alude a la década menemista en la que pretende mostrarse afuera como un diputado que votó en contra de las cesantías durante el gobierno de Mario Moine. También alude al gobierno de Sergio Montiel y “la persecución a los peronistas” a cargo de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA) asunto en el que no difiere un ápice del discurso de Busti.
En el libro, con prólogo de Pacho O’Donnell y con ausencia de una segunda lectura para enmendar errores, Urribarri menciona sin muchos detalles su relación con Gustavo Bordet; se acuerda bien de Edgardo Massarotti como dirigente de ATE; subraya su relación con el fiscal de Estado, Julio Rodríguez Signes; pondera a Hebe de Bonafini; y va y viene con citas a Artigas, Perón, Alem y Jauretche.