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Un pibe asesinado y el silencio político

La causa de gatillo fácil se pierde en la segmentación del interés público y de la dirigencia. Los derechos humanos y la reformulación identitaria de las minorías. La vergüenza del Ministerio Pública Fiscal. Desapariciones.

Mientras los fiscales Juan Francisco Ramírez Montrull y Gonzalo Badano firmaban el archivo provisorio de la causa más escalofriante de gatillo fácil ocurrida en Entre Ríos, la discusión política en sitios y redes era el cuento “Gorila, gorilón”, que tras la crítica de la oposición que se auto percibe serlo, el Gobierno decidió correr de la gestión a la responsable.

El asesinato de Gabriel Gusmán, con una bala reglamentaria de la Policía que le ingresó por la nuca, se inscribe en la trágica historia de violencia institucional. En términos simbólicos es Héctor Gómez, Martín Basualdo y Elías Gorosito. Los rostros de la desaparición forzada a manos de la fuerza estatal por estas tierras.

Sobre el caso, que lleva dos años, sólo se divulgaron noticias, en su mayoría proveniente de oficinas estatales. Con el archivo de este miércoles; a excepción de la dirigente de izquierda Nadia Burgos, y del referente del Movimiento Evita Emiliano Gómez Tutau; y las organizaciones, claro; todo fue silencio. Todo es decadente.

El cierre de la causa en el Poder Judicial es temerario y ya no es cuestión de un poder, sino de la sociedad. La tragedia atravesó la división de poderes. En esta nota lo que se dictaminó en el Ministerio Público Fiscal:

Que los querellantes sean Lucía Tejera y José Iparraguire es un indicio del devenir de esta tragedia.

La abogada de San Salvador con 40 años recién cumplidos llegó de Buenos Aires a la provincia en 2014 como integrante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Trabajaba en causas por delitos de lesa humanidad. Estudió con Marcelo Boeykens, que está al frente del Registro Único de la Verdad y es militante del PC. Los derechos humanos y la apertura de causas a los genocidas fue la plataforma que sentó en una misma mesa a un sector del peronismo y el comunismo. Fue también un paso en el incipiente proceso de reformulación de las identidades políticas en la década pasada cuando los partidos dejaron de ser, incluso, una herramienta electoral. Aquel encuentro de peronistas y comunistas también zurce heridas que vienen del ’55 por el silencio ante el Golpe a Perón.

Tejera es peronista, feminista y está formada en los derechos humanos. Debería tener un lugar de visibilidad pública, pero ha elegido defender a un joven pobre desde la perspectiva de los derechos humanos que fue asesinado por la Policía. También ha decidido no callarse en Twitter.

Iparraguirre es una persona intachable. Es el abogado de las causas perdidas, que son las causas en la que se interpela al poder. Defendió a Gómez y Basualdo; representó a Raúl Monzón cuando Jorge Busti puso todo lo que pudo para salir lo más indemne posible de la causa Fernanda Aguirre, aún desaparecida, por la Policía que estaba a cargo de su ministro de Gobierno Sergio Urribarri.

Es de los penalistas que hacía visitas de cárcel para ver las condiciones en que vivían los reclusos y llegó a abrir una mesa para atender a personas que no tenían recursos para contratar un abogado. Su base electoral, las veces que fue candidato, se constituyó de militantes de los derechos humanos cuando éstos no eran una política de Estado. Minorías que para el oficialismo eran “revolucionarios de café”. Esa estigmatización se vuelve a encender ante la represión en Guernica por parte de Axel Kicillof y las críticas de Claudio Lozano al proyecto de Presupuesto 2021, que lo calificó de “ajuste”.

Este miércoles Jorge Riani presentó su libro “El Imperio del Quijote”. Más allá de las cosas que se han revelado de la familia Etchevehere por los acontecimientos recientes, un párrafo aparte e interesante mereció la importancia del matutino. Riani narró que El Diario fijaba la agenda, como hoy lo hace Clarín. Pero marcó la diferencia: “En ese Clarín, si se quiere, estaba Guillermo Alfieri, un periodista que venía de estar preso por la dictadura más sangrienta de la historia, precisamente por ejercer el periodismo”.

El Diario de Alfieri no dejó pasar las desapariciones forzadas de Gómez, Basualdo y Gorosito y otros tantos temas políticos que merecieron ser de interés público y por ese motivo ocuparon páginas y tapas. Eso explica por qué Busti le entregó el campo a precio vil a Etchevehere. También explica por qué Urribarri destruyó su credibilidad. Y eso también explica por qué Gustavo Bordet y Rosario Romero no requieran de dar tantas explicaciones.

La dispersión informativa; la segmentación; y el consumismo de lo que uno solo quiere escuchar, ver o leer en detrimento de estar informado; centrifuga lo esencial e impone lo banal. El cuento “Gorila Gorilón” y la muerte de Gabriel.

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