El campo está en su ADN. Y esa marca se hizo indeleble en dos oportunidades claves. La primera, personal y familiar, a los diez años cuando el dolor por el fallecimiento de su padre lo puso de prepo, junto a su madre, en el desafío que esa empresa rural permita sostener a la familia que se completaba con cuatro hermanos varones, todos más chicos.
La segunda vez tiene más repercusión en la vida social y política. Fue el conflicto agropecuario que sacudió al país en 2008 y que, en Entre Ríos, tuvo por rostro político visible a Atilio Benedetti. En las legislativas del año siguiente, ese ex intendente de Larroque, de bajo perfil, se convirtió en el rostro del radicalismo y de la oposición, y en el diputado nacional que encabezó una nómina de tres referentes del campo.
Ese día, además, le puso su sello al biorritmo radical. Benedetti ingresa ahora en la etapa culminante de la campaña. Es el candidato a gobernador del Frente Progresista Cívico y Social, no tuvo adversarios internos y lleva tras de si a las expresiones partidarias de la UCR, el socialismo y la Coalición Cívica.