Marca de los tiempos, perfil de las gestiones a cargo de lo público, condiciones que la economía mundial impondría como destino inexorable. Lo cierto es que la educación financiera se convierte, de manera creciente, en la agenda del Estado cuando sugiere políticas en materia económica y, más específicamente, medidas de desarrollo humano (o “capital humano” tal como denomina la gestión libertaria a lo que hace un par de décadas se llamaba “acción social”).
La escuela en crisis. Por lo que se sabe, por la falta de recursos, por los malos salarios docentes. La institución escolar funciona solo a medias, desiste de la Educación Sexual Integral, llega a diciembre a duras penas, con índices altos de ausentismo docente, con dificultades para sostener la matrícula, sin respuestas para atender a la creciente demanda de salud mental, por reparar en algunos de los problemas que estallan en las aulas. Pero otra vez se piensa en la escuela, desvaída, para impulsar políticas públicas que son un reflejo de la realidad que se vive pero también son marca de la sociedad que se proyecta.
Educación financiera para todos y todas. Aparece, sí, como prioridad. Como no lo sería si la crisis se pasa en soledad, cada individuo por su lado, con un teléfono en mano. Niñeces, adolescentes, vejeces, de toda clase social, aprendiendo el uso de apps para todo: para comprar mercadería o comprar dólares, pagar servicios, pagar impuestos (parece que todavía seguimos pagando impuestos). Se trata de encontrar, entre todas las app, la de mejor tasa, separar plata para “reservas” y aguantarse las ganas de gastar, solo tocando donde dice “comprar”, así, sin eufemismos, donde hasta hace poco decía “agregar al carrito”. Armar un plazo fijo, invertir en bonos o perderlo todo en una apuesta online.
Educación financiera para el capitalismo de las app. Para aprender a lidiar en soledad con unas reglas de juego que indican que la cantidad de dinero que se tiene en el bolsillo no depende de las horas que se dedican al trabajo puro y duro, no tienen tanto que ver con lo que un gremio peleó en paritarias, ni siquiera con lo que se negoció con el patrón mano a mano como todo trabajador precario o como la reforma laboral pretende generalizar. Parece clave entender algo de las tasas, de la timba, de la bolsa, de la macro, o tener idea que es TNA o TEA y o CFT de la tarjeta que también se usa para comprar alimentos. Educación financiera para aprender a jugar el juego, en el mejor de los casos; para no cometer errores, para no perder plata ante una invasión publicitaria que se plasma sin descanso y a la mano, una mano que seguro sostiene un teléfono.
Desarrollo humano. Capital humano. El Estado se retrae, confía en que suceda la inversión del sector privado, apuesta a que el “capital humano” arranque, con educación financiera y a través de la escuela pública. Si hace falta, un poco de adiestramiento para llevar las riendas de las emociones. Y esperar a ver que pasa. Apuestas. Desde la Argentina, en el sur del sur, en América Latina, y según lo disponga el temblor de la contienda geopolítica en un planeta en el que volvió a mandar la guerra y la ley del más fuerte. El horror a la vista, unos segundos en la pantalla y a otra cosa. Ni Estado, ni reglas, ni organización social.
Escuela
En octubre de 2024, el gobierno de Javier Milei previó un régimen especial para que los argentinos, a partir de los 13 años, puedan hacer operaciones bursátiles. Justo a los adolescentes de 13 a los que el Dibu Martínez les dice en un aviso publicitario que “si sos menor no podés jugar. Eso no se discute”.
Las iniciativas de educación financiera son marca de los tiempos. Son respuesta del Estado que ya no promete. Paliativos, ineludibles, que se intentan sin distinción de partidos. En efecto, aunque con distintas narrativas como fundamento, tienen programas avanzados al respecto tanto el Banco de la Provincia de Buenos Aires (programa Incluir) como el Banco Ciudad (de CABA).
El gobernador Rogelio Frigerio firmó un convenio con la entidad crediticia porteña, en febrero pasado, para instrumentar un Programa de Educación Financiera para escuelas secundarias. Fue en febrero del corriente año, en una reunión con Guillermo Laje, titular del Banco Ciudad, y la presidenta del Consejo General de Educación (CGE), Alicia Fregonese.
Por el lado de la Legislatura se impulsaron distintas propuestas en igual sentido. Lo más reciente, este martes, en comisión, se unificaron dos dictámenes similares, uno del diputado Bruno Sarubi, otro de la diputada Mariana Bentos, que prevén un programa de Educación Financiera en las escuelas. “Los jóvenes necesitan estas herramientas para insertarse en el mundo laboral”, advirtió la legisladora. Párrafo parte, la propuesta incluye también la inclusión de saberes acerca de “programación” y “robótica”, áreas fundamentales para cualquier adolescente en toda dimensión social y humana. En la propuesta, estas disciplinas quedan subsumidas al mundo financiero.
Hubo también propuestas al respecto en períodos legislativos anteriores. Una del exdiputado y hoy funcionario Esteban Vittor; otra del ministro de Gobierno, Manuel Troncoso, en 2020 cuando integraba la Cámara baja.
Para mujeres
La propuesta que ya cuenta con media sanción de Diputados, y quedó demorada en el Senado, pertenece a la diputada Gabriela Lena. Está pensada especialmente como un programa de Educación Financiera para mujeres, planificado por política pública con perspectiva de género en el Ministerio de Economía de la provincia.
Se impulsa la “alfabetización técnica, entendida como el conjunto de conocimientos, experiencias, habilidades y actitudes que permitan a las mujeres comprender el entorno económico, interpretar los eventos que las afecten directa o indirectamente, y tomar decisiones informadas”. Al respecto se incluyen hábitos de consumo responsables, gestión del dinero y del crédito, emprendimiento y contribuciones al desarrollo local y provincial.
Se plantean como principios rectores del programa “la cultura de equidad y la eliminación de la discriminación; la erradicación de estereotipos por razones de género; la transversalidad de género en las políticas públicas; el empoderamiento de las mujeres en la toma de decisiones; el ejercicio de la autonomía económica y la autodeterminación”. La idea está previsto que sea plasmada con cursos online, de libre acceso, previendo contenidos en materia de economía, ahorro, dinero e ingresos, inversión, crédito y endeudamiento, digitalización financiera, seguros y perspectiva de género.
La propuesta está para su estudio desde el 14 de agosto en la Comisión de Educación, Ciencia y Tecnología de la Cámara alta.
Fuente: Página Política
