Por Emiliano Gómez Tutau (*)
Los números del Indec han provocado analfabetismo ilustrado en la oposición ya que saben todo, pero no hacen nada.
Fue el propio presidente Alberto Fernández, en el lanzamiento del Consejo Económico y Social, el que señaló la situación de fragilidad en la que se encuentra la Argentina. Nadie puede hacerse el distraído y despertar con el Indec.
El gobierno del Frente de Todos no se quedó en indignarse en el colapso económico global que produjo la pandemia, que impactó fuertemente en una economía que estaba destruida. Que venía de 4 años de desarticulación del sistema productivo, con 20 puntos de caída del salario real, de un crecimiento exponencial de las tarifas, y ni hablar de un endeudamiento sin antecedentes.
¿Parece que nos peleamos por el derecho de indignarnos?
Este gobierno decidió pelear por políticas públicas como el IFE, el ATP en la que fueron 9,7 millones de personas las asistidas con presencia del Estado, a eso se le suma otra política como la Tarjeta Alimentar, que les corresponde a personas que cobran la AUH con hijas e hijos de hasta 6 años inclusive, embarazadas a partir de los 3 meses que cobren la Asignación por Embarazo para Protección Social y personas con discapacidad que cobren la Asignación Universal por Hijo, sin límite de edad. Además, la cobertura para los medicamentos a los jubilados, lo último fue la suba del mínimo no imponible, que impacta en 1.267.000 argentinos, etc.
Es muy cierto que falta, nadie puede negarlo, que la crisis es muy profunda y que parece que no encuentra rebote. Por más que haya señales positivas macroeconómicas, cuando se viene de 2 o 3 generaciones de familias que viven del subsidio, que viven en la informalidad, que viven en los núcleos de la indigencia de la pobreza estructural, es difícil que el crecimiento en el consumo llegue a impactar en estos sectores. Aun en los momentos de crecimiento económico, cuando se hablaba de tasas chinas, nunca pudimos resolver la pobreza por debajo del 20%.
Entonces de qué hablamos, si sabemos que la pandemia afloro todas las desigualdades en Internet, la salud y la vivienda.
Hablemos de generar trabajo, de apostar a la producción. De salir del subsidio, que son útiles en la urgencia, pero cuando se transforman en permanente, estructuran la pobreza. El FMI y algunas entidades financieras internacionales son las que más insumos de subsidios proveen.
Nuestra historia nos enseñó que, en las salidas de las crisis como la de la dictadura, la del 89 y del 2001, con la profundización de las crisis, pierden los más débiles. Está claro quienes apuestan a la crisis. Los que fugan capitales, los que especulan, los que no proponen nada e insisten con las crisis.
Los movimientos populares venimos planteando que la economía de mercado debe mirar hacia adentro, no se la puede llevar toda. Que la intervención del Estado, en la economía pública, deben dejar intervenir con el subsidio, para impulsar junto al sector privado instrumentos para coordinar con la economía popular y favorecer la experiencia comunitaria.
Esa economía que no necesita dólares, que genera trabajo genuino y empuja desde abajo para arriba. Y desde aquí construir estabilidad, y una planificación con todos los sectores que producen, trabajan, y se comprometen en la unión nacional.
(*) Secretario general del Movimiento Evita Entre Ríos y coordinador de la Secretaría de Agricultura Familiar de la Nación.
Fuente: Página Política
