En la Asamblea Legislativa Rogelio Frigerio ratificó su idea de no confrontar con Javier Milei, como lo vienen haciendo sus pares de la Región Centro. “La defensa de los intereses de los entrerrianos” será en otro tono al que plantean Martín Llaryora y Maximiliano Pullaro.
El Gobernador se quejó del ajuste de Nación y, en algunos tramos, hasta amenazó con judicializar algunos reclamos si no quedaba otra vía. Puso como ejemplo Salto Grande. La judicialización de la política suele llevar años y las necesidades son urgentes.
Entre Ríos enfrenta el comienzo del ciclo lectivo con promesas y certezas: la promesa es que se hará cargo de subsidiar el transporte, fondo que el Presidente fulminó de un plumazo y pero la provincia mantendrá en la parte que lo venía haciendo; y la certeza es que tuvo que hacer frente a otro agujero que le provocó el libertario con la eliminación del Fondo de Incentivo Docente (Fonid) que constituye un poco más del 10 por ciento de la constitución del salario. En todo este tiempo, la única buena noticia para Frigerio escrita en Buenos Aires es que fue autorizado a acceder a dólares y hacer frente a los vencimientos de deuda.
En el discurso en el Centro Provincial de Convenciones Frigerio ubicó como blanco al gobierno anterior. Respecto al endeudamiento y la desfinanciación con que recibió el Estado. Luego le dedicó un importante párrafo al desmanejo de los recursos en donde inscribió la utilización de autos oficiales, muchos de ellos ahora destinados a la Policía y juntas de gobierno. Faltan 12 que se desconoce su paradero. Estas cuestiones reprochables está bien ponerlas de relieve, solo que no hacen ni sombra a la profunda crisis financiera que enfrenta.
El mandatario también se paró a partir de la transparencia. A lo que ya había dicho en campaña, a los proyectos presentados y a la decisión de que ningún funcionario puede ganar más que él, le sumó la eliminación de gastos reservados. El anuncio estuvo precedido por una noticia que trascendió un día antes a la Asamblea Legislativa: el patrimonio de Gustavo Bordet.
Nada es coincidencia en política.
El ex gobernador construyó una imagen en los inicios de su gestión en contraposición a las denuncias que recibía su antecesor Sergio Urribarri.
Frigerio apoyó la Ley Ómnibus, a la que calificó como “norte”, aunque con algunos reparos.
Una vez caída, en la lista de traidores Milei ubicó a todos los gobernadores pese a que sus legisladores habían votado a favor, menos a Frigerio. Su exclusión puede atribuirse a cuestiones personales. Para Milei es Roger, según el saludo que quedó grabado en la transmisión oficial en el primer encuentro que mantuvo con los mandatarios provinciales.
Un interrogante que quedó en el aire es qué sucedió cuando Alicia Fregonese se sumó a última hora al reclamo que ya habían rubricado los ministros de Educación de todo el país cuando se conoció la eliminación del Fonid. ¿Había una decisión de no enojar aún más al Presidente o fue un descuido?
Los gobernadores peronistas, por lo menos desde Urribarri para acá, todos se alinearon con el Presidente en el plano de la gestión. Bordet lo hizo con Mauricio Macri a instancias de Frigerio como ministro del Interior. Negoció, por ejemplo, el financiamiento de la Caja de Jubilaciones a cambio de acompañar iniciativas en el Congreso. Los peronistas antibordetistas de la época pintaban paredes en Paraná con la leyenda Bordet = Macri. Las elecciones de 2019 le dieron al concordiense la reelección con el 57 por ciento de los votos cuando Macri debió meses después conformarse con terminar el mandato. No fue magia.
Quizás Frigerio esté releyendo esas páginas de la historia reciente.
Los acuerdos entre Frigerio y los gobernadores, entre ellos Bordet, son los que enojaron a Macri. El ex presidente también responsabilizó a Emilio Monzó, quien era su presidente en la Cámara de Diputados, por sus relaciones con el PJ en el marco de la gobernabilidad.
Nicolás Massot fue el primero en mostrarse sorprendido ante la embestida del ingeniero. Massot, Monzó y Frigerio jugaron y juegan ahora en el mismo equipo político, además de tener relaciones de negocios en el ámbito privado. No es casualidad que el interbloque de Juntos que integran sea el de mayor confianza del gobernador entrerriano en la Cámara de Diputados y allí tribute Francisco Morchio, su principal oído en esa liga.
En el pago chico Frigerio hace política desde el día uno. Los resultados están en el sector más sensible socialmente: los gremios. Los estatales y docentes se muestran cómodos con el gobernador ante la crisis. Lo dicen en voz baja. Hubo todo este tiempo mesas informales de conversaciones, incluso en torno a un vino. En su discurso inaugural, Frigerio les agradeció su colaboración en el emprendimiento de llevar adelante la carrera administrativa. Los concursos.
Cuando Frigerio habla de “aguantadero” de la política en el Estado y aplaude la baja de designaciones en la Legislatura le está hablando a ATE. Ese gremio, por ejemplo, no tiene un solo afiliado en la causa de los contratos truchos a la que el Gobernador hizo referencia como el más escandaloso hecho de corrupción de la provincia. Tampoco se viste de Papa. Fue a la sede de UPCN a hablarle a la tropa de José Allende.
El ex gobernador Bordet ve un futuro inmediato muy complejo, pero no tanto por Frigerio sino por el gobierno nacional. Entiende que Milei viene a garantizar a un sector lo que no pudo Macri: negocios estratégicos en el plano de recursos naturales. Pero también le adjudica al ex presidente ser el ideólogo de “fundir” a las provincias como prometió el libertario y Macri no pudo hacer por la gobernabilidad que pergeñaron Frigerio y Monzó.
Frigerio emitió un discurso donde no pudo anunciar una obra o un plan de gobierno. Lo que hizo fue trazar una escala de valores que el tiempo y los hechos serán quienes se encarguen de evaluar. La crisis le achicó el mapa. La luz no aparece. Mantener el barco a flote puede ser una pretensión no tan de mínima.
Fuente: Página Política