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La pandemia complica el surgimiento de figuras de recambio

La peste alteró muchas cosas. También los tiempos de la construcción política. Los planes de la dirigencia que pretende suceder a Bordet se vieron trastocados. Las aspiraciones provinciales de intendentes han quedado atadas al modo en que puedan sobrevivir a la crisis.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

En un escenario normal, cualquier dirigente con aspiraciones de gobernar Entre Ríos ya debería haber empezado a dar pasos concretos en su construcción política hacia 2023. Sobre todo si se trata de un dirigente que no cuenta con un alto grado de conocimiento en el conjunto del electorado.

El tiempo es un insumo esencial en la creación e instalación de un candidato. Y la pandemia congeló el reloj que mide ese proceso. El segundero se detuvo el 20 de marzo, con el inicio de la cuarentena.

No hay margen para el desarrollo de un armado político de mediano plazo con las urgencias que impone la peste. Sobre todo a los intendentes.

Dos de las figuras de recambio del peronismo, como Adán Bahl (Paraná) y Martín Piaggio (Gualeguaychú) están al frente de las dos ciudades de Entre Ríos más complicadas por el avance de los contagios que amenazan con colapsar el sistema de salud. El tercero, Enrique Cresto, dejó temporariamente la intendencia de Concordia para ocupar un cargo en el gobierno nacional. Pero su suerte política sigue atada a lo que ocurra en su territorio, que por ahora es el que menos daño acusa entre las ciudades grandes de la provincia. En la UCR, las dos figuras emergentes para 2023 también son intendentes: Pedro Galimberti (Chajarí) y Darío Schneider (Crespo).

El resultado de las políticas que estos dirigentes se den para enfrentar en sus ciudades la crisis derivada de la pandemia será vital para cualquier proyección política provincial. Hasta ahora, es pura pérdida.

En lugar de pagar costos inesperados, los intendentes que aspiran a suceder a Bordet deberían estar, por estos días, recorriendo la provincia para hacerse conocer. Pero hasta circular es un problema en este impensado contexto.

Oposición

Se podría decir que la cuesta de la instalación pública es más empinada para los intendentes de la UCR. Es que las ciudades que gobiernan Galimberti y Schneider son mucho más chicas que las que conducen los aspirantes a suceder a Bordet dentro del peronismo. Eso solo los hace menos conocidos en el resto de la provincia.

Así las cosas, el efecto Covid-19 podría terminar favoreciendo las chances electorales de los nombres ya instalados en la oposición. Despejaría el camino para una candidatura de Rogelio Frigerio. No sólo porque se trata de una de las figuras más popularmente identificables con Cambiemos, con una fuerte presencia en el escenario político nacional, sino porque además, desde el llano, está libre de costos derivados de la pandemia.

Como referente principal de Cambiemos de Entre Ríos, Frigerio sería una suerte de candidato natural a la gobernación. En ese plano, no expresaría precisamente una renovación dirigencial. Sin embargo, su postulación a la gobernación tendría un fuerte impacto como novedad en la oferta electoral, que obligaría a redefinir estrategias en el peronismo.

Todo este contexto agrega argumentos a los que creen que Frigerio terminará jugando en Entre Ríos y no en la ciudad de Buenos Aires.

Viejo conocido

Si no hubiera margen para el surgimiento de nuevos candidatos, dentro de la UCR el nombre más instalado es el de Atilio Benedetti. Viene siendo candidato desde 2009. Pero ya lo intentó dos veces y le fue mal.

En la corriente Illia siempre buscaron justificar sus fracasos electorales en el contexto adverso de octubre de 2011 y junio de 2019. En su defensa, señalan que el 36% obtenido por Benedetti en 2019 fue el porcentaje más alto del país entre los candidatos a gobernador de Cambiemos que no consiguieron llegar al gobierno en sus provincias. Y les asiste razón cuando añaden adversidades especiales al contexto general de crisis con la que cargó el sello Cambiemos, como la particular situación de Paraná con el jefe político del espacio en el principal distrito electoral de la provincia acusado de narco; o el hecho de enfrentar a un gobernador que iba por su reelección (la lógica electoral universal es que triunfe) reforzado por un acuerdo de unidad en su espacio político.

Evaluaciones al margen, ocurre que el apellido Benedetti y su rostro, que lleva una década de afiches y boletas a color, es el que primero aparece en los sondeos entre la dirigencia radical. Eso es lo que miden y valoran desde Buenos Aires. Benedetti tiene mejor imagen entre la dirigencia nacional de Cambiemos que entre la dirigencia provincial. Es resistido, sobre todo, por una amplia franja de dirigentes de la UCR de Entre Ríos que nunca logró ponerse de acuerdo para enfrentarlo y correrlo de su lugar dominante.

Pero Benedetti está obsesionado con gobernar la provincia. Es lo único que en verdad le interesa. Ha sido candidato a diputado sólo porque en la lógica de la acumulación política que le tocó en suerte fue un paso necesario para competir por el cargo ejecutivo mayor de Entre Ríos. Tan obsesionado está, que hasta estaría dispuesto a darle la interna a Frigerio, que en los últimos cinco años ha sabido capitalizar mejor que nadie las tradicionales mezquindades de la dirigencia radical entrerriana.

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