La vieja interna del socialismo no se saldó con las elecciones del pasado 17 de junio, que ratificaron al diputado Lisandro Viale en la conducción provincial y al concejal Marcelo Haddad en la local.
Lejos de aceptar la derrota, sus eternos adversarios –que compitieron con la lista Socialismo Popular, encabezada por Fernanda Sanzberro- cuestionaron la transparencia de los comicios, y algo más importante para la valoración de la fuerza, pusieron de relieve el retroceso en el número de afiliados y en el de votantes que registraron en el período que Viale conduce el partido, en forma consecutiva desde 2006, tomando como punto de referencia la última interna de 2003.
En el documento adjunto (ver al pie de la nota), Página Política invita a leer el “Balance de una gestión en decadencia” que elaboró el sector de los socialistas expulsados –la diputada María Emma Bargagna y los dirigentes Santiago Reggiardo y Claro Díaz- por haber integrado las listas del FAP-GEN y no haber continuado, como Viale y Haddad, en alianza con la UCR.
Justamente, el objetivo central de los perdedores de la interna parece ser ese: poner el acento en las debilidades del Partido Socialista de Entre Ríos como aliado de fuerzas del peso de la UCR, que a pesar de su crisis resulta por comparación gigante en sus números.
Este último dato fue, precisamente, el que pesó en la interna radical durante la última campaña, por parte de sectores que cuestionaron el acuerdo por el que la UCR aseguró las bancas a Viale y Haddad, a la cabeza de las lista del Frente Progresista Cívico y Social que propuso al radical Atilio Benedetti para la gobernación.