Hay críticas que fortalecen. No por lo que dicen, sino por quién las dice. Si el que critica es alguien socialmente desprestigiado, denunciado y condenado por corrupción, todo lo que salga de su boca no será tomado en serio por el grueso del electorado. Al contrario, es muy probable que le sume puntos al criticado. Dime quien te critica y te diré quién eres.
Ese es -palabras más, palabras menos- el razonamiento generalizado entre la dirigencia de Juntos por el Cambio respecto al efecto que puedan tener las duras críticas hacia el diputado Rogelio Frigerio, con las que el ex gobernador Sergio Urribarri busca reposicionarse en la escena del peronismo provincial.
“Le está haciendo un enorme favor a Frigerio”, concuerdan dirigentes de distintos espacios del frente opositor que los últimos días fueron consultados por Página Política. Interpretan que Urribarri “es de los que quiere que el peronismo pierda”.
Entienden que para Frigerio no podría ser mejor. Sólo faltaría, agregan, que a Urribarri se le sume José Ángel Allende, un emblema de la corrupción en Entre Ríos.
Los que apoyan a Frigerio observan el desempeño de Urribarri de estos días con una sonrisa, que en buena medida expresa también cierto alivio. Es que el exgobernador quema cartuchos que podrían llegar a ser efectivos en una seria discusión de campaña. Varias de sus críticas a Frigerio son muy atendibles, pero pierden peso porque salen de la boca de un condenado por corrupción.
Los que compiten internamente con Frigerio son los que más quieren que Urribarri cierre la boca, porque interpretan que con cada una de sus declaraciones no hace más que fortalecer al líder del PRO entre el electorado más blando de Juntos por el Cambio. “El sólo hecho de que el anterior gobernador peronista haya sido condenado fue un empujón más para Juntos por el Cambio. Pero que ahora además vuelva como si nada a la política y le pegue al candidato mejor posicionado de los nuestros ya es demasiado pedir. Más favores no le podría hacer a Frigerio”, interpreta un dirigente opositor.
De manual
En cualquier competencia electoral, es de manual no atacar en duros términos al favorito, si lo que se está buscando es disputarle sus votos. Urribarri no busca ser candidato sino sumar volumen político dentro del peronismo para enfrentar sus contratiempos con el Código Penal y asociar su situación a la de Cristina Fernández, como supuesta víctima de lawfare.
La mayoría del resto de la dirigencia del Frente de Todos mira en silencio cómo Frigerio camina la provincia y suma adhesiones para desalojarlos de la Casa de Gobierno en 2023. Siguen el manual de no pegarle al que tiene los votos o quizá, ya resignados a una derrota, simplemente sólo buscan sobrevivir, no pelearse con el próximo mandatario que ha dicho que quiere gobernar con todo el apoyo peronista posible. Habrá que ver qué pasa si, llegado al caso, la nueva gestión económica a cargo de Sergio Massa les devuelve expectativa de continuidad.
Frigerio también parece observar ese manual cuando evita pegarle al gobernador Gustavo Bordet, el peronista con mejor imagen en la provincia, que en las elecciones de 2019 compartió votos con Mauricio Macri: uno ganó en junio y el otro en octubre. Frigerio no cuestiona al peronismo, porque quiere apoyarse en él a fin de aumentar su “base de sustentación” para gobernar.
Urribarri avanzó sobre temas que llamativamente el peronismo no introdujo en la campaña de 2021 (el primer round para la gobernación) y que no implicaban ingresar en el resbaloso terreno de las denuncias por supuestos delitos que hay que probar. Con buenos modales, Urribarri le pegó a Frigerio por haber sido ministro de Macri y por no haber vivido en la provincia. Dos argumentos interesantes para introducir en un debate maduro sobre el perfil que debe tener el próximo gobernador, pero que salidos de la boca de Urribarri pierden efectividad. Frigerio, agradecido.
Fuente: Página Política
