
La jornada se extendió más de la cuenta ese sábado 14 de marzo de 2015 y pisó la madrugada del domingo 15. Radicales dentro y fuera del teatro de Gualeguaychú –con discursos adentro, con batucada, carteles y cánticos, afuera- resolvieron los destinos de la fuerza política y, de algún modo, sellaron el devenir del país al fortalecer la opción por centroderecha a la extensa era kirchnerista.
Mauricio Macri y el PRO conseguían asentarse en el desarrollo territorial que sólo podía garantizar la UCR dando luz verde a un camino cierto a la Casa Rosada. Sobre todo porque al mismo tiempo se descartaban casi por completo las chances de triunfo de dos opciones que también necesitaban hacer pie en la UCR: una peronista, disidente, con Sergio Massa; otra, de centroizquierda, con el Partido Socialista que ese día, hace dos años, veía como se hacía añicos el Frente Amplio UNEN.
Llegados a Gualeguaychú, los convencionales se dividieron en dos posturas: una, que expresaba Ernesto Sanz y que en Entre Ríos militó Atilio Benedetti, que garantizaba la exclusividad con el PRO (y la Coalición Cívica); otra, que fundamentó Julio Cobos –y que defendió Fabián Rogel- que abría la chance de un acuerdo, además, con Sergio Massa.
La posición de Cobos –y de Gerardo Morales- quedó en el camino junto con sus chances de ser candidato a la Presidencia. Ganó Sanz que luego fue precandidato en una disputa un tanto testimonial contra Macri y Elisa Carrió. Entre los doce convencionales entrerrianos, también fue mayoritario el acompañamiento a la moción de Sanz.
Mientras, en Entre Ríos, el vertiginoso proceso derivó más tarde en las renuncias de los dos precandidatos a gobernador, la de Rogel y la de Benedetti, dejando sin competidores internos a Alfredo De Angeli. En cambio, el armado redituó para el partido centenario en trepar al poder en 27 intendencias y acrecentaba el número de bancas en la Legislatura.
En Gualeguaychú, hace dos años, Rogel argumentó en favor de una cláusula que englobara también a Sergio Massa. Postuló un desafío a Macri y al tigrense a disputar en “una gran PASO” quien debía ser el candidato que compitiera contra Daniel Scioli.
La posición de Benedetti se conocía de antemano. El 5 de marzo, 10 días antes, había desafiado al mundo radical tomándose una foto junto a Sanz y Macri.
El oficialismo provincial, que encarnaba quien todavía era precandidato a presidente, el entonces gobernador Sergio Urribarri, criticó la decisión radical. A través del hoy diputado Pedro Báez, se hicieron oscuros vaticinios: “Si llegaran a gobernar, en seis meses derogan todas las conquistas de estos años. Suben las tarifas de los servicios, sacan las retenciones y dejan a los programas sociales sin financiamiento. Chau AUH, chau Procrear, chau Progresar, chau Conectar Igualdad, y tantos otros programas que le dieron dignidad a los argentinos”, sostuvo.
El socialismo también se hizo oír, golpeado por la decisión de sus socios en UNEN. El dirigente de Concepción del Uruguay, Américo Schvartzman, ironizó: “La decisión de la UCR es positiva: pone las cosas en su lugar. En la centroderecha. Allí donde quiere estar la mayor parte de los dirigentes de ese histórico partido. Desde hace años no se sienten ni socialdemócratas, ni de izquierda democrática, ni ven a la injusta distribución de la riqueza, el poder y el conocimiento como problemas centrales. Y eso no tiene nada de malo. Cada cual, donde quiere estar”.