La incógnita sobre lo que pueda ocurrir en la elección provincial se agiganta al ritmo de la desestabilización económica. Entre Ríos vota gobernador el mismo día que presidente, en la misma boleta. Daría la impresión que la escena nacional va a influir más que nunca en la provincial.
En las filas de Juntos por el Cambio que no jugaron internamente con el candidato a gobernador Rogelio Frigerio –pero que lo apoyan porque compiten con candidatos locales propios, adheridos a su boleta– no creen en las encuestas nacionales que miden Entre Ríos. Dicen que las hacen de manera telefónica y que, de cada 100 consultados, hay 70 que no contestan y, en consecuencia, se quedan sin sondear a la mayor parte del electorado.
Confían más en las muestras locales que ellos mismos encargan, más artesanales, de menor magnitud pero presenciales y enfocadas en el distrito que les interesa. Esos sondeos ubican primero en intención de votos a Javier Milei, seguido por Sergio Massa y un poco más abajo, Patricia Bullrich. Son trabajos anteriores al último debate presidencial en el que la candidata de JxC levantó su perfil. Pero, a grandes rasgos, coinciden con los números del peronismo. La diferencia pasa por lo provincial: unos y otros dan mejor posicionado a su candidato a gobernador.
La percepción de una Patricia Bullrich en tercer lugar genera preocupación en estos sectores no frigeristas de Juntos por Entre Ríos. Se preguntan cómo debería ser la votación del domingo 22 para que Frigerio salga ileso; cuánto corte de boleta debería registrarse. “Esta es una elección nacional, la gente va a ir a buscar el voto a presidente. Es la discusión más importante que consumen por la televisión y las redes, sobre todo con este descalabro económico”, advierte un dirigente radical.
Temen que la situación electoral de Frigerio se complique, porque observan que después de las PASO Milei viene sumando apoyos de clase media, histórico votante de Juntos. Otra coincidencia con el peronismo, que en el último tramo de campaña entrena a su militancia para una operación de reducción de daños ante lo que observan como un crecimiento del voto libertario en las franjas sociales más postergadas, las más golpeadas por el incesante incremento de precios.
En este panorama, la dirigencia de Juntos por Entre Ríos, frigerista y no frigerista, que se juega su propia suerte en las disputas locales, trabaja un voto a la carta. Aseguran que no militan el voto cortado pero, fuera de cualquier registro, reconocen que recorren sus territorios con la boleta de Juntos y la de Milei “por si alguien la pide”.
¿Milei enojado?
Un segundo motivo de incertidumbre está generado por las derivaciones que pueda tener la difusión de audios en los que armadores de Juntos por Entre Ríos buscan bajar candidatos locales de Milei con promesas de cargos en un eventual gobierno de Frigerio.
Entre la dirigencia cambiemita se comenta que la desprolijidad habría estropeado la buena relación que Frigerio mantenía con Milei. Temen que el enfado de líder libertario pueda entorpecer uno de los objetivos principales de Frigerio en esta campaña: arrancarle a los electores de Milei un voto útil, mostrándose como la opción más competitiva y seria para producir el cambio que están buscando en la provincia.
La interna
Un tercer motivo de incertidumbre pasa por algunas heridas que persisten de la interna, más allá del acuerdo de Frigerio con la cúpula dirigencial de Entre Ríos Cambia, el sector que impulsó a Pedro Galimberti para la gobernación, que ha sellado su compromiso para acompañar al candidato del PRO.
En segundas líneas de dirigentes de este espacio persiste el malestar por la negativa del pegado de boleta en las PASO que les hizo perder competitividad para cargos locales. Muchos están convencidos que, de no haber jugado con boleta corta, ganaban la interna.
Una similar especulación contrafáctica sostienen algunos dirigentes del otro lado de la interna, que contaban con la exclusividad del pegado de su boleta a la de Frigerio y que, tras el cierre de listas, se vieron obligados a compartirlo.
La consecuencia es que, más allá de compartir algunos actos con la presencia del candidato a gobernador, la campaña diaria se realiza en muchos casos de manera no integrada. Y no hay un trabajo conjunto sobre la boleta completa.
Son detalles menores, con una incidencia probablemente menor. Ningún dirigente tiene tanto peso como para orientar un corte de boleta con efectos significativos. Se trata de imperfecciones que pesarían sólo en el caso de que la elección se termine definiendo por un puñado de votos.
Lo mismo se puede decir sobre dirigentes del radicalismo que históricamente han tenido vínculos más o menos explícitos con el peronismo. Algunos casos son evidentes, como el del varisquismo en Paraná. Pero no es el único, aunque seguramente sea el más sincero.
En la cúpula, el acuerdo de Frigerio con Galimberti está firme. No hubo más nombres radicales que se echaran a rodar como posibles funcionarios de un eventual gobierno a cargo del ex ministro de Mauricio Macri. Quieren evitar posibles “manoseos”.
Dan por hecho que, llegado el caso, Frigerio cumplirá con su palabra. Menos por honor que por necesidad. El escenario de crisis no dará margen para despilfarros en nombramientos, contratos, subsidios. La caída de la coparticipación por reducción de impuestos a las Ganancias y el IVA implica recortes en los recursos para las provincias, que serán aún menores si el próximo presidente es Milei.
En ese marco, presumen que Frigerio va a estar obligado a contener el frente interno. Si un grupo de los dirigentes que jugó con Galimberti se suma al eventual gobierno provincial frigerista, la cohesión de Juntos por Entre Ríos podría sostenerse más allá de cómo se termine reconfigurando la coalición en el orden nacional, para el caso de que JxC no regrese a la Casa Rosada.
Fuente: Página Política