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Un año de hitos políticos

El aplastante triunfo oficialista. La histórica hegemonía en la representación. La primera reelección. La salida de escena de viejos liderazgos. Las marcas que dejó el año político en Entre Ríos
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

Entre Ríos no escapó en 2011 a la ola nacional que permitió la reelección de Cristina Fernández, con una aplastante diferencia sobre los candidatos de la oposición política. Ese amplio triunfo se vio reflejado en la composición que tiene la nueva legislatura provincial, inéditamente favorable al oficialismo.

Por primera vez desde 1983 el Senado es de un solo color político, como consecuencia de que el Frente Justicialista para la Victoria se impuso en los 17 departamentos de la provincia.

Por primera vez, también, la representación oficial en la Cámara de Diputados supera a la mitad más uno que la Constitución provincial garantiza para el partido que gana las elecciones, aún si lo hace con un porcentaje menor. Esta vez fue al revés: la lista de diputados obtuvo el 53,4% de los votos, lo que implicó que el oficialismo accediera a una banca más y, con ello, se asegurara una cómoda mayoría que le sirve para aprobar, por caso, autorizaciones para tomar deuda al Ejecutivo, sin necesidad de buscar el concurso opositor.

La expeditiva manera en que la nueva legislatura aprobó en tres días el paquete de iniciativas requeridas por el Gobernador fue una muestra de lo que implica ganar con holgura una elección y presagia un período sin trabas parlamentarias para Urribarri, al menos mientras la interna del PJ no se desate y pase a desempeñar el rol que los golpeados partidos de la oposición no consiguen llevar con decoro. De hecho, la Cámara de Diputados opositora que tuvo Urribarri hasta el 10 de diciembre se debió a su pelea con el ex gobernador Jorge Busti.

A propósito, las elecciones del 23 de octubre fueron especiales también porque Busti tomó el riesgo de romper con el PJ por primera vez en su dilatada trayectoria política. Le fue como a todos lo que intentaron resolver la interna en una elección general. El hombre que venía ocupando cargos electivos de modo consecutivo desde 1983 y signando la vida del peronismo y de toda la política entrerriana quedó por primera vez fuera de carrera.

Para el radicalismo, la principal fuerza opositora, también fue un año de hitos. Una semana después de las elecciones, su dirigente más importante dejaba la política de la única manera que podía hacerlo. Aunque esperado, el fallecimiento del ex gobernador Sergio Montiel dio, junto con la primera caída política seria de Busti, la sensación de un final de época en la provincia.

Está claro que nadie muere en política mientras corra sangre por sus venas, pero la casi simultaneidad de los hechos resultó fuertemente simbólico por tratarse de los dos principales actores de estas casi tres décadas de vida democrática en Entre Ríos.

En la lista cabría agregar también otras novedades importantes, como la llegada al poder en Paraná de la primera intendenta mujer, con Blanca Osuna; la reelección por primera vez de un gobernador tras la reforma que lo habilitó en 2008; el avance de la juventud sobre espacios de poder en el Ejecutivo Provincial, en las municipalidades y en el terreno legislativo.

Pero para una mirada global, bastaría con señalar que el resultado de la elección dejó una escena política muy desequilibrada en Entre Ríos, con una fuerte hegemonía oficialista, como nunca antes desde 1983. Y, hacia adentro de esa hegemonía, lo que ha mostrado diciembre: un modo de construcción política muy distinto al de la “continuidad positiva” o la “unidad en la diversidad” sobre la que edificó su poder Urribarri. Esta vez, el método expresa una marcada concentración de poder en manos de quien ha dicho, repetido y jurado que no buscará un tercer mandato consecutivo.

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