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Verbitsky y la vez que tampoco Karlic abrió los archivos

El periodista de Página 12 minimizó el anuncio del Papa acerca de la apertura de los archivos de la dictadura. Historió la serie de veces que la apertura fue falsa y retaceada. Una de las veces, fue Karlic el protagonista.

Bajo el título, “Ahora, aplausos”, el periodista Horacio Verbitsky criticó con dureza en Página 12 el anuncio del Vaticano acerca de la apertura de los archivos de la iglesia sobre la dictadura militar.

“La apertura de algunos archivos de la Iglesia Católica sobre el período 1976/83 es un nuevo intento por exhibir bajo mejor luz su conducta durante la dictadura”, disparó el periodista que aseguró que “la omisión y mutilación de textos es la técnica que Primatesta y Aramburu usaron en 1982 y Bergoglio en 2006 y que se repite ahora. Ni las gestiones privadas por algunas víctimas ni las partidas de bautismo entregadas equilibran el apoyo público a la masacre. De nuevo, los demonios de la reconciliación, sin reconocer ni detestar nada”, cuestionó.

En ese marco, y en un repaso de las veces que “el mea culpa” y la apertura de documentos no sucedió, Verbitsky apuntó que “en setiembre de 2000, en respuesta a la orden del Vaticano de que cada episcopado hiciera un mea culpa al iniciarse el tercer milenio, el argentino organizó una liturgia nocturna que se denominó “la reconciliación de los bautizados”.

Recordó que “el presidente de aquel episcopado, Estanislao Karlic, dijo que la violencia guerrillera y la represión ilegítima enlutaron la Patria”. “Luego siguió una oración a Dios: ‘Te pedimos perdón por los silencios responsables y por la participación efectiva de muchos de tus hijos en tanto desencuentro político, en el atropello a las libertades, en la tortura y la delación, en la persecución política y la intransigencia ideológica, en las luchas y las guerras, y la muerte absurda que ensangrentaron nuestro país”.

Critica el periodista que “una vez más, colocaba en un mismo plano a la guerrilla y al terrorismo de Estado. Los obispos pidieron perdón a Dios y no a las víctimas, por los actos ajenos y no por los propios. Entre los invitados estaba Brinzoni pero ningún representante de las víctimas”.

“Como esa liturgia sugería una cierta voluntad de enmienda por parte de una nueva conducción episcopal, el CELS (que preside Verbitsky) solicitó a su presidente Estanislao Karlic la apertura de los archivos eclesiásticos. Respondió que la Conferencia sólo tenía el folleto de 1982 Iglesia y derechos humanos, con ‘extractos de algunos documentos’. Todos los párrafos lisonjeros para la dictadura, aquellos que encabezaban los documentos y que dieron título a los diarios de la época, fueron censurados en esa edición, mientras se incluían aquellos del tramo final, encabezados por algún ‘sin embargo’ o ‘tampoco puede omitirse que…’”, recordó.

El folleto del 82

La nota cuestiona que aquel documento “Iglesia y Derechos Humanos” que Karlic puso parcialmente a disposición del CELS, reunió “como si hubieran sido documentos públicos las cartas con críticas y reclamos que la Iglesia entregaba a la Junta Militar en el mayor secreto”. “Con esa técnica la carta pastoral colectiva ‘País y bien común’, firmada menos de dos meses después del golpe, quedó reducida a cuatro breves párrafos, separados por líneas de puntos suspensivos. El episcopado suprime la justificación de los procedimientos ilegales que sí se difundió el 15 de mayo de 1976, cuando afirma que no es razonable ‘pretender un goce del bien común y un ejercicio pleno de los derechos’. Otro pedido de comprensión hacia el gobierno militar que se esfumó en la edición de 1982 decía que los organismos de seguridad no podían actuar ‘con pureza química de tiempo de paz, mientras corre sangre cada día”, recordó el texto de 1976.

“Esa pastoral de guerra sostuvo que ‘el bien de los individuos’ debe ‘estar supeditado’ a un abstracto bien común, que ‘exige la existencia del Estado con la autoridad necesaria aun en el plano coercitivo’. Ese documento fue elaborado durante la Asamblea Plenaria del episcopado, entre el 10 y el 15 de mayo de 1976, en la que cada obispo informó sobre los secuestros, torturas y desapariciones en su diócesis. Como no hubo acuerdo fue sometido a votación si denunciar o no esos gravísimos acontecimientos: 19 obispos se pronunciaron por difundirlos, pero el doble, 38, se opuso. Los obispos corrigieron tres sucesivas versiones del borrador preparado, cada una más complaciente que la anterior. Por eso. En 1982 sólo encontraron unos pocos párrafos que no fueran vergonzosos”, resumió en la extensa nota publicada este domingo 30 por el matutino porteño.

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