El Senado de la provincia tiene en comisión de Legislación General, desde diciembre, un nuevo Régimen de Protección, Asistencia y Prevención de la Violencia por Razones de Género.

Uno de los aspectos salientes de la iniciativa tiene que ver con contemplar las diferentes realidades geográficas que impactan en la cultura, en la vida de las mujeres y las disidencias y en los modos en que se ejerce la violencia.

En efecto, entre los principios que rigen la redacción de la ley, surge que para su implementación se tendrá en cuenta “las particularidades de la distribución poblacional en el territorio” previendo la constitución de mesas locales de puesta en marcha de la norma, con el Estado, las organizaciones de la sociedad civil, los municipios, etc.

Se insta a mirar “la urbanidad” así como también tener “una perspectiva sobre la ruralidad”; y la situación de “la mujer isleña y la mujer costera” atendiendo a abordajes específicos en cada caso. Hay una mirada, también, para prevenir la violencia cuando está atravesada por la salud mental, la discapacidad, la situación particular de las mujeres migrantes.

El proyecto de ley, en suma, manifiesta la voluntad de atender la problemática sin perder de vista los contextos en que se presentan, sin homogeneizar ni pensar a todas las mujeres y las disidencias desde parámetros universales.

Este asunto fue uno de los temas abordados por la socióloga Dora Barrancos en el marco de una conferencia virtual organizada por el Observatorio de Género y Derechos Humanos de la Vicegobernación. La especialista, referente del movimiento feminista en Argentina, expuso acerca de la necesidad de atender a la interculturalidad y la interseccionalidad al momento de elaborar y llevar adelante políticas de género.

 

Universales

Tras una breve presentación a cargo de la vicegobernadora Laura Stratta; y de la titular del observatorio, Sigrid Kunath, Barrancos inició su conferencia haciendo historia respecto de una nueva ola del movimiento feminista en los años ‘60 y ‘70 del siglo XX.

Se explayó en el contexto mundial en el que “floreció este movimiento con una incandescencia notable, una insurgencia novedosa que dio por resultado que las mujeres decidieran tomar posesión de sus cuerpos. El cuerpo fue expresión de resistencia a la violencia patriarcal”.

Barrancos remarcó que aquel movimiento derivó en “una regencia, una cierta dirección, un tipo condicionado de mujer, una universalidad de la condición femenina”. Sin quererlo, se reeditaron “los universales convergentes que hace el patriarcado”. Barrancos apuntó que no demoraron en presentarse los estallidos y resistencias contra ese modelo único por parte de distintos colectivos que no se sintieron identificados con la problemática particular de la mujer blanca, con estudios, habitante de los grandes conglomerados urbanos del mundo.

Advirtió acerca de las veces en que se cae en “el conjuntismo identitario” que supone “meter en el mismo conjunto a todas las personas que nos parece que deben estar allí, en un atropello irracional, en base a un universal de mujer que no considera las tremendas zonas de diferenciación”.

La expositora mencionó diferencias de clase, sociogeográficas, étnicas que definen una gama amplia de modos de ser mujer. “No es lo mismo vivir en la isla que en Paraná; no es igual una niña adolescente de 14 años, con un enorme respaldo de la familia para atender sus necesidades, que una niña de la isla que llega a la ciudad a trabajar para garantizar su subsistencia”, repasó la asesora presidencial a modo de ejemplo.

 

Culturas

Reclamó Barrancos, además, atender a la “interculturalidad” al momento de atender a las problemáticas de las mujeres. Exhortó a no desconocer “una cultura matizada étnicamente” y tener presente que “no podemos tratar a los conjuntos culturales como unívocos”.

“La cultura de las jóvenes no es una. Hay muchas culturas de las jóvenes. Hay muchas culturas dentro de las mujeres viejas como soy yo. Hay que saber distinguir finamente”, convocó en el marco del encuentro del que participaron dirigentas políticas, abogadas, comunicadoras, trabajadoras sociales, legisladoras, operadoras de la Justicia, referentes de organizaciones sociales, gremiales y feministas.

Aseveró que “las culturas no son claramente delineables y hay que meterse dentro de ellas” para no invisibilizarlas. Al cierre reivindicó el derecho a la diversidad como base de la condición humana.

Fuente: Página Política