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Equilibrio político

Confrontar para no confrontar

Mientras la moneda está en el aire y nadie sabe cómo se va a arreglar el desfinanciamiento de las provincias decidido por el gobierno nacional, Frigerio eligió ordenar políticamente su primer año de gestión pegándole, por primera vez, a Bordet. Dicen que el enojo del Gobernador con su antecesor es real. Pero también que le resulta funcional en esta coyuntura, mientras resuelve el problema de fondo: su vínculo con Milei.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

Frigerio inició su mandato en un contexto mucho más complicado que el que imaginaba cuando se decidió a ir por la gobernación de Entre Ríos.

Si, un año atrás, un dirigente o analista político pronosticaba que el gobierno nacional se propondría, como uno de los pilares de su ajuste, desfinanciar al conjunto de las provincias como nunca antes en la historia política reciente, seguramente hubiera sonado muy poco creíble. Y lo considerarían poco menos que un delirante si, además, hubiera vaticinado que el Presidente de la Nación sería capaz de tachar de “ladrones”, “estafadores”, “conjunto de delincuentes”, “corruptos”,  “parásitos” a los gobernadores que se ofrecieran a ayudarlo, pero pidieran a cambio morigerar su draconiano programa de ajuste, en defensa de los intereses de sus provincias.

Era realmente inimaginable suponer que un día el Presidente de la Nación ordenaría publicar una lista negra de diputados “traidores”, entre los que se incluirían los legisladores que respondían a esos gobernadores aliados. Muchos de ellos de enormes coincidencias con el rumbo general del ajuste que buscó imponer a través de un gigantesco y desarticulado paquete de leyes.

Desde que Frigerio empezó a hacer pie de manera más decidida en suelo entrerriano, como armador de Cambiemos en 2015 y luego como jefe máximo de esa alianza desde el poderoso Ministerio de Interior, tanto en la UCR como en el PJ se especuló con un soterrado acuerdo con el entonces gobernador Gustavo Bordet. La moderación que ambos cultivaban como forma de construcción política reforzaba la idea de un pacto de no agresión, que no hacía otra cosa que agitar, entre la dirigencia de los dos partidos mayoritarios de Entre Ríos, el fantasma de una sociedad política.

Teorías conspirativas al margen, era evidente que entre Bordet y Frigerio existía un importante grado de confianza, que entró en crisis a fines de abril de 2023, cuando el ex gobernador peronista decidió no convocar a elecciones provinciales separadas de las nacionales y, con ello, complicó el plan electoral de Frigerio que se había estructurado sobre la base del desdoblamiento electoral prometido por su amigo.

Aun con esa confianza erosionada, la dirigencia de Juntos por el Cambio creyó en la palabra de Bordet cuando afirmaba, en el invierno del año electoral, que dejaría al próximo gobernador dinero suficiente para hacer frente a dos masas salariales. “Está ofendido porque Bordet lo cagó a cuentos. No sé si no pudo controlar a sus funcionarios o qué, pero no cumplió con lo que le había prometido”, resumió ante Página Política un alto funcionario del gobierno provincial. El discurso de Frigerio ante la Asamblea Legislativa fue más que elocuente en ese sentido.

A muchos sorprendió la dureza de la crítica a la herencia recibida. Sobre todo por su contraste con la moderación que caracteriza las declaraciones públicas del nuevo mandatario y el buen vínculo que viene cultivando con el peronismo en la legislatura y con los sindicatos estatales conducidos por peronistas. El gesto más contundente en este sentido fue haber visitado a José Allende en UPCN, una foto que inquietó a una amplia franja de dirigentes de Juntos por Entre Ríos, para los que el líder sindical encarna un símbolo de lo que hay que cambiar en la provincia. “Frigerio está comprando paz social ante el fuerte deterioro del salario estatal que se viene”, interpretó un dirigente radical.

Frigerio llegó a la gobernación al cabo de una extensa campaña electoral en la que hizo de todo, menos una cosa: pegarle a Bordet ¿Por qué, de pronto, la confrontación con su (¿ex?) amigo/aliado? La respuesta más obvia es que a alguien tenía que culpar  por las dificultades que tiene y tendrá para dar respuesta, desde la provincia, a una crisis que es nacional y que lo ata de manos para ejecutar su plan de gobierno.

 

Inédito

Esa crisis se explica centralmente en dos razones: 1) la herencia del gobierno de Alberto/Cristina/Massa, que incumplió su mandato electoral de arreglar la economía y 2) el nuevo contexto de ajuste que se expresa en un veloz crecimiento de la pobreza -que trepó al 57%, como consecuencia de la decisión de Milei de pisar los ingresos de asalariados y jubilados tras una mega devaluación- y en la decisión de hacer recaer la mayor parte del peso de los recortes del gasto público en las provincias, como nunca antes lo había hecho otro gobierno nacional.

En su mensaje, Frigerio optó por hacer foco sólo en la herencia provincial. Para el contexto nacional eligió otro tono, porque cree que la única manera de lograr algo de Nación es no confrontando. Esa es, por ahora, la estrategia a la que sigue apostando Frigerio para acercarse a un acuerdo por un paquete fiscal que le devuelva viabilidad a las administraciones provinciales.

Los gobernadores de Juntos por el Cambio ya no quieren saber nada con intermediarios que luego son desautorizados por el Presidente. Como pasó con los fondos para el transporte que Nación supuestamente aportaría en febrero; o antes, con la promesa de coparticipar el impuesto PAIS; o el compromiso incumplido de mantener los fondos fiduciarios para compensar la quita a la obra pública. Reclaman hablar directamente con Milei.

Y Frigerio, con su moderación, busca preservar su principal capital en esta historia: el buen vínculo que tiene con Milei desde mucho antes de que se decidiera a ir por la Presidencia. Lo ayuda que el Presidente no lo haya incluido en la lista negra de mandatarios provinciales a los que responsabilizó por la caída de la ley ómnibus, como pasó con sus pares de la Región Centro, que se vieron obligados a contestar.

La confrontación no ha sido el estilo de Frigerio, por eso es que llamó tanto la atención la dureza de su discurso ante la Asamblea Legislativa para con la herencia de Bordet. Y el interés de Milei por sumar más apoyo del PRO puede resultarle funcional al entrerriano, que es uno de los tres mandatarios de JxC que pertenecen a ese partido. De allí el diálogo con Patricia Bullrich de la semana pasada y el que se espera tenga con Mauricio Macri, el próximo presidente del PRO.

 

Modos

Aunque habló de “caos administrativo”, de “secretismo”, de “cajas negras”, de “aguantaderos” de la política, con pases a planta “oscuros” de parte de quienes buscaron “acomodarse en el poder”; o de “falta de voluntad política para modernizar la administración” y “años de pasividad”, Frigerio no sobreactuó la crítica a Bordet.

Dicen que está de verdad enojado con su antecesor. Pero, aun así, pudo no haberlo dicho, o haberlo dicho con un tono más diplomático. Si se decidió a hacerlo de ese modo fue porque ante semejante escenario de crisis no podía no criticar y a alguien tenía que culpar. Y ese no podía ser Milei, por más evidente que a los ojos de todo el mundo resulte el avasallamiento a las provincias. Si Milei busca apoyarse en el PRO para no caerse, algunos creen que una salida para Frigerio puede ser convertirse en un gobernador de un oficialismo que hoy no gestiona ningún distrito provincial.

Es una posición de la que por ahora está muy lejos. En lugar de integrarse al bloque del PRO, su único diputado nacional incondicional, Francisco Morchio, se sumó al espacio de dos históricos aliados de Frigerio, como Emilio Monzó y Nicolás Massot, por los que Milei siente un especial desprecio. Casi tanto como por la mayoría los radicales, a los que en su narrativa define como “un conjunto de políticos que va a hacer lo imposible para mantener sus privilegios”.

Pase lo que pase, lo que ya está en marcha es una profunda reconfiguración de la escena política nacional. Habrá que ver dónde queda parado Frigerio y con qué consecuencias para la provincia.

Fuente: Página Política
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