
Con la Presidencia de Javier Milei, la sociedad argentina comenzó un cambio. Fue un punto de quiebre, una eclosión en el sistema político – institucional. Hay un nuevo clima de época.
Sorprende el día a día, el discurrir político, ver cómo un presidente que desprecia a su pueblo, al Estado y al ser humano, pueda sostener tanto poder y legitimidad. No caben dudas del colapso y hartazgo a los tradicionales partidos políticos, de la disociación entre los poderes del Estado y la sociedad, y de la pérdida de calidad de vida para la población argentina.
“La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra nos pueden matar una vez; en política, muchas veces”.(Winston Churchill). En esto, el exprimer Ministro de Inglaterra, nos interpela como población.
Una vez en democracia, nuestro país ha padecido una crisis profunda, socio-económica cada 7 años promedio. Parece lógico que la sociedad se exprese de manera diferente ante las ausencias y menoscabos producidos por esta joven democracia. La clase política no ha resuelto – estructuralmente- ningún problema social, económico, educativo y sanitario.
Hubo décadas de crecimiento socio-económico que no lograron compensar la degradación social que también lleva décadas. Pero tampoco los últimos gobiernos sopesaron o lograron un Estado superior como clase social.
Los jóvenes han sido testigos del tránsito de los dos últimos gobiernos. Ambos defraudaron a sus electores. La representatividad política ésta en crisis y hay arrecia la heterogeneidad en un caudal de fuerzas.
También está en crisis el concepto de Estado, los poderes institucionales, el sistema de gobierno y político. Hay una crisis humana, de principios y valores, prima el individualismo y la pérdida de solidaridad.
A lo largo de la historia, la juventud ha sido pionera en poner en claroscuro estos momentos, e incluso, lo hizo con más democracia. Este cambio de época, viene a marcar un giro copernicano en toda la clase política. Milei representó ese cambio radical. “Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”. (Mahatma Gandhi). Milei, es un presidente que sabe ejercer el poder, que sabe interpretar el descontento social y que profundiza la violencia como herramienta de expresión y desahogo.
Corresponde a la oposición el deber de responder a este escenario. Reconocer los errores y proponer alternativas de “políticas de Estado” ante una desazón social. La crisis de representatividad hay que resolverla con mayor representación (valga la redundancia). Es decir, los partidos políticos, tienen el deber institucional de no alejarse de las bases que representan. Buscar los consensos necesarios para mantener los pilares – degradados – pero que aún están vivos. Milei va por todo. Milei quiere destruir todo.
No son tiempos de dogmatismo. La sociedad no quiere dogmas, quiere respuestas, quiere soluciones. Ensimismarse y no hacer una apertura a un acuerdo programático con otras fuerzas políticas y sociedades intermedias, nos llevará a un fracaso eleccionario, pero, sobre todo, y aún más importante, a un fracaso como sociedad.
Aquellos que entendemos el hacer política como instrumento de mejora de calidad de vida y equidad social, tenemos el deber de poner límites a este Gobierno que nos quiere arrasar.
Fuente: Página Política