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Derechos Humanos

Descubren el sitio en que funcionó otro centro clandestino en la provincia

Está ubicado en inmediaciones de Concepción del Uruguay. Fue señalado por los querellantes en la “Causa PC” que tramita en la Justicia Federal por delitos de lesa humanidad.
Crédito Valentín Bisogni

Víctimas de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar señalaron el lugar exacto en el que estuvieron secuestrados y fueron torturados. Sucedió en el marco de la “Causa PC” que tramita en la Justicia Federal de Concepción del Uruguay. El proceso tiene como imputado al genocida Julio César Rodríguez, alias Moscardón Verde.

De este modo se identifica un nuevo centro clandestino usado por el terrorismo de Estado en la provincia. Se trata de una casa que fue identificada por Carlos Stur y Juan Bautista Echeverría, en su testimonial como querellantes. Los militantes del Partido Comunista, octogenarios, dijeron que en el domicilio, en inmediaciones de Concepción del Uruguay, fueron torturados durante la noche y madrugada del 28 de enero de 1978.

La casa está ubicada sobre la margen oeste, aproximadamente en el km 137, de la Autovía Nacional 14, a la altura del Arroyo Colman.

Jorge Rubén Díaz, de El Miércoles Digital, estuvo presente en la inspección y reconocimiento del lugar. Acompañado por Valentín Bisogni, como fotógrafo, el periodista publicó en su crónica que llegaron hasta el lugar “la comitiva compuesta por el Tribunal Oral del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay, las víctimas, abogados de las partes, ya que el imputado Julio César Rodríguez decidió no hacerlo y testigos”.

“De acuerdo a lo que relataron en el juicio, al momento de los hechos esa vivienda pertenecía a una familia de apellido Bernay. Según una de las víctimas, conforme lo que pudo averiguar, había sido alquilado a un efectivo de la Policía Federal”, se informó en el portal de La Histórica.

Stur, al ver la casa desde afuera, ya que un candado impedía atravesar el portón de ingreso, recordó ante los magistrados: “Después que me torturaron, a los dos días vine y reconocí el lugar por las referencias geográficas que hice mención. La casa desde afuera parecía vacía, no había gente ni animales. Eso sí, era más chica y color blanca”.

Antes de ir a esa casa, la comitiva fue hasta el ingreso al acceso de Banco Pelay, a las vías ubicadas en el bulevar Díaz Vélez, a pocos metros de bulevar Yrigoyen. Después siguieron por avenida Balbín hasta la estación de servicio, popularmente conocida como “de Mangia”, donde ahora funciona bajo el sello de la empresa Oil. Allí habían relatado que se sentía un fuerte olor nauseabundo producto de una fábrica de carne-harina que estaba a pocos metros. Luego se tomó la avenida Uncal hasta el Camino Viejo a San Justo, se pasó el puente del arroyo El Curro para ir hasta la casa citada, atravesando la Autovía.

“Esperé 42 años para decir esto”

Juan Bautista Amadeo Echeverría, de 82 años, se jubiló como empleado del Correo y, al igual que Carlos Stur -su compañero en la desgracia de las torturas y vejaciones-, vendía libros y militaba en el Partido Comunista de Concepción del Uruguay.

En su declaración ante el Tribunal relató cómo lo detuvieron en 1977 en casa de Eladio Bochatay para ser llevado a un calabozo de la Gendarmería y ser golpeado. Meses más tarde, también sufrió la detención en Banco Pelay junto a Stur, y reconoció a Julio César Rodríguez como integrante de la comisión policial que intervino, coincidiendo en el relato de los hechos efectuados por su camarada anteriormente. Ubicó perfectamente al Moscardón por su voz mientras lo trasladaban en el auto hacia la finca donde fueron torturados.

Echeverría contó que fue detenido ilegalmente por Gendarmería Nacional alrededor del 14 de mayo del año 1977. Se encontraba en la casa de Roberto Montesino, y estaban por festejar un cumpleaños de Mirta Bochatay, que era de noche y hacían un asado. Los varones estaban afuera en el patio y las mujeres adentro en una habitación. Comentó que entró a esa habitación y, de pronto, entró un oficial, que no recuerda si del Ejército o de Gendarmería, que entró con la pistola en la mano y los apuntó. Hizo salir a los varones afuera y dejó adentro a las mujeres y chicos. Una vez afuera les hicieron poner las manos contra la pared, los insultaron y pudo ver que habían volcado todas las bebidas sobre el asado que se estaba haciendo.

Dijo que hubo patadas porque pudo escuchar que algunos gritaban, que se quejaban. Allí estaban Roberto Montesino –el dueño de la casa-, su señora Berta Muñoz y dos hijos del matrimonio: Daniel y Gabriela; Stur; Eladio y Mirta Bochatay; Jorge y Raúl Impini; y Rodolfo Saldarelli. Que había más gente pero no recuerda quiénes eran. Aseguró que los sacaron aparte a él, a Montesino y a Stur, los tiraron boca abajo en el piso del camión y comenzaron a caminarles encima, siempre insultándolos.

Llegaron a Gendarmería y ahí a Bochatay, que iba atrás de él, un gendarme le metió la boca del fusil en el estómago y escuchó un quejido. Un alférez o subalférez Gómez del Junco le hizo unas amenazas y luego volvió con los demás. Luego lo volvieron a sacar del grupo a él y a Stur para ubicarlos en dos calabozos. Cuando estaba aclarando, sintió que le golpeaban la pared del calabozo y una voz que reconoció como la de Stur que le pedía: “Mirame”. Observó que sobre él había un agujerito, y pudo verlo a Stur desnudo, con sus manos sobre el cuerpo y con la espalda toda marcada por los golpes.

Luego de unos días, recuerda que los llevaron a la cárcel. Allí, el jefe de Guardia le dijo al gendarme que comandaba el operativo que no los iba a recibir porque no tenían médico, que por eso volvieron a Gendarmería. A partir de ahí sí quedaron detenidos en la cárcel. Cree que eran siete personas las que quedaron detenidas. Estuvieron, más o menos, hasta el 25 de mayo de ese año y ahí les dieron la libertad. Relató que mientras estuvieron en Gendarmería un teniente de Ejército de apellido Palacios sacó un revólver 38 largo que -según él decía- lo había sacado del local del Partido Comunista que había sido allanado, y era quien dirigía el operativo junto con el gendarme Gómez del Junco, y le apuntaba a la cabeza.

Al igual que Stur, culpó a las fuerzas armadas “por manchar con sangre de compatriotas al Ejército de San Martín”, y confesó: “Esperé 42 años para decir esto”.

El acusado

Rodríguez no declaró en la audiencia oral y pública pero antes aseguró que la situación en que se encuentra se debe a una cuestión de celos por parte de una de víctimas. Se le imputa haber formado parte de una asociación ilícita, haber detenido ilegítimamente, privado ilegalmente de su libertad y torturado a los querellantes Juan Bautista Amadeo Echeverría y Carlos Julián Stur.

En la presentación ante el Tribunal, Rodríguez aseveró que no tenía apodos, pero “en una época” le decían Boquita. Al no querer prestar testimonio en esta jornada, se leyó su declaración indagatoria. Allí había sostenido: “Yo no tuve ninguna participación en los hechos que relatan estas dos personas. Me parece que no es una película cinematográfica”.

Después fue por las razones sentimentales como justificativos: “Carlos Julián Stur es el primer esposo de mi actual señora, y para ello acredito acompañando copias de las partidas de casamiento. Parece más una situación de despecho la que ha promovido el señor Stur por haberme casado con quien fue su esposa”.

Luego, amplió: “A mi esposa la conocí entre los años 1963 y 1964. Se llama Clara Adelfa Agnes. En ese momento ella estaba casada con él. Se divorciaron en 1973 o 1974, pero en 1963 habíamos entablado una amistad más íntima pero cada uno en su casa. En ese momento vivía con mi esposa anterior, que falleció. Con Clara nos casamos en 2014, el 13 de noviembre”, prosiguió.

A continuación, agregó: “Con relación a los hechos que me relataron, respecto a unos gendarmes que mencionaron, no los conozco ni de vista ni por apellido. Me llama la atención el horario que relatan en Banco Pelay. Nunca fui de noche, a lo sumo si fui de tarde fue con mi señora y mis hijos, pero jamás estuve de noche. A Stur lo conocía de vista, porque en una oportunidad me rompieron el vidrio del auto de mi coche y tuve que hacer el cambio, fue en el negocio de Héctor Becerra, donde él trabajaba. Esto habrá sido más o menos en el año 1970. A Echeverría lo conocía de cuando estuvo detenido en la delegación local de la Policía Federal”. En ese entonces, Rodríguez era cabo primero y estaba destinado a la oficina de administración.

Reconoció que “había varios detenidos del Partido Comunista en esos tiempos”, aunque se desligó: “No tuve relación con sus detenciones. No tenía relación con los detenidos. A este señor Echeverría, que vendía libros, lo vi cuando me tocó, junto a varios que integrábamos un grupo de la fuerza, custodiarlo hasta Gualeguaychú. Por supuesto, en calidad de detenidos, y esperar en el aeródromo de esa ciudad la llegada de un avión militar procedente de la Brigada Área de Paraná, para ser traslado al Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires, dado que los mismos estaban a disposición del Poder Ejecutivo Nacional por actividades antidemocráticas, creo. Ya ahí se hizo cargo personal de la Policía Federal, de la división Delegaciones, y regresamos a Concepción del Uruguay”.

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