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Dos perspectivas de un mismo nido y la Gobernación

Dos intendentes, dos dirigentes diferentes que quieren protagonizar el 2023. Lugares en los que se ubican. Perfiles que van armando de cara a una carrera larga.

Una vez, un dirigente de Paraná, ya jubilado y vinculado a hombres importantes del peronismo de Gualeguaychú le dijo a este cronista: “Allá vos podés levantar todas las veredas de la ciudad para cambiar las cañerías y el vecino no va ni a chistar. Acá, si querés hacer una obra así, los tenés a todos protestando”. Algo similar comentó una periodista gualeguaychuense consultada por las medidas de aislamiento cuando el año pasado la crisis sanitaria se profundizaba. La gente respetaba las medidas cuando no eran simpáticas y, en algunos casos, más duras que en otras ciudades de la provincia. Son dos ejemplos banales sobre el comportamiento de los vecinos si se los compara con el colectivo ambiental que supieron construir y con el que dieron la vuelta al mundo en el marco de la instalación de dos papeleras sobre la rivera del Río Uruguay.

La ciudad de Gualeguaychú tiene en el punto de largada a dos dirigentes para suceder a Gustavo Bordet. Uno es el intendente Martín Piaggio; el otro, su antecesor y actual ministro de Producción, Juan José Bahillo. Dos hombres muy diferentes.

El jefe comunal protagonizó el hecho más importante de la política en el último tiempo. Fue el invitado principal en un acto en Plaza 1º de Mayo que cerró Juan Grabois. Se trata del único dirigente enrolado en el Frente de Todos que cuestiona al oficialismo nacional, provincial y local sin la más mínima reserva. La participación de Piaggio lo ubicó a éste en un lugar muy claro en la cartografía oficialista.

El referente del MTE vio en el médico de Gualeguaychú al hombre ideal para llevar adelante el Plan de Desarrollo Humano Integral que promueve en todo el país y que tiene como vigas una manera diferente de producir alimentos. Básicamente sin glifosato.

Cuando Piaggio narraba su experiencia de haber impulsado la ordenanza que prohibió la utilización de esa sustancia en el ejido, Grabois asintió con entusiasmo y luego citó varias veces. Los ambientalistas presentes aplaudían.

Bahillo, en ese preciso momento, se encontraba en una reunión con Bordet y Hugo Ballay donde se cerró la condonación de hasta el 100 por ciento de multas e intereses para los contribuyentes que no registraban deuda a febrero de 2020. Esa mesa bien se pudo completar con Laura Stratta y Julio Rodríguez Signes, las otras dos personas sobre las que se sostiene la gestión y la confianza del mandatario.

Cerca de Bahillo sostienen que el funcionario se propone saldar una deuda que en los sectores peronistas cercanos a la producción se repite hace años: “El último ministro fue Daniel Welschen”. El próximo desafío es lograr un equilibrio en la ley de fitosanitarios. Esto es que sea aceptable para los productores sin encender la polémica de los ambientalistas.

Bahillo y Piaggio convivieron en un mismo equipo de gobierno. Cuando el primero era intendente y el segundo su funcionario. Ambos padecieron el conflicto con las entidades del campo. El ahora ministro debió sufrir la violencia ruralista, incluso, dentro de la Municipalidad.

El ministro pertenece al riñón de Guillermo Guastavino, el gualeguyachuense que llegó al cargo institucional más importante como fue la Vicegobernación. Sin embargo, Bahillo no heredó esa forma de hacer política. La de moverse en las aguas peronistas. Cuando fue diputado nacional le escuchó decir a un asesor de bloque en materia de opinión pública que la gente sabe quién es peronista, no hay que estar machacando todos los días la identidad partidaria. Así les ganó, antes, la Intendencia a dos taquilleros como Emilio Martínez Garbino y Luis Leissa.

Piaggio, con un estilo diferente, no se privó de invitar durante el macrismo a todos los kirchneristas que salían en todos los shows televisivos políticos y en prime time triturados por conductores y panelistas. A diferencia de su antecesor, su primera experiencia política tiene la letra K.

El Intendente conduce el partido y tiene una relación distante con Bordet. En la última reunión a solas que mantuvo en el Centro Provincial de Convenciones (CPC) dicen que se dijeron unas cuantas cosas antes de que llegue la paz. Siendo presidente del PJ plantea una agenda que no suele estar en la de otros peronistas. Es decir la del Gobernador, que además de ser el presidente del partido a nivel provincial, integra la conducción nacional. Piaggio interpela a otros grupos. A esos que no necesitan 300 personas para parar una obra. Sino mucho menos. Por eso, seguramente aplaudió cuando Grabois llamó a “hacer bolonqui”.

Bahillo expresa más a Bordet. Más ligado a una avenida del medio, como la que ambos eligieron hasta que Cristina Kirchner eligió a Alberto Fernández para encabezar la fórmula. En esa avenida del medio el ministro le ganó a los eternos impulsores de un supuesto centro: Martínez Garbino y Leissa. Pero también Piaggio le ganó al presidente de la Sociedad Rural, Javier  Melchiori, por una escandalosa diferencia.

El Intendente y el ministro vienen de gobernar una ciudad exigente que fue epicentro de hechos con proyección nacional: pasteras, conflicto con el campo, nacimiento de Cambiemos.

Dos candidatos de una misma ciudad. Con perfiles diferentes, que supieron compartir gestión e interpretar al vecino. La moneda de la sucesión está en el aire. Y falta mucho.

Fuente: Página Política
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