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El dilema de la interna peronista

Unidad, internas o división electoral. Esas son las tres opciones que tiene el peronismo entrerriano para saldar sus diferencias. Bordet tiene la pelota y Urribarri espera, desconfiado, su jugada.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

Ese es, en apretada síntesis, el escenario con el que el peronismo arranca la segunda mitad de enero en Entre Ríos, tras una reunión entre los máximos exponentes de la interna provincial que dejó más interrogantes que certezas.


De los tres caminos para saldar la interna, el de la unidad parece ser el que menos chances tiene. Sería la manera más efectiva para potenciar el eje de la campaña de Cambiemos que, en su necesidad de evitar el debate económico, buscará poner el acento en la lucha contra la corrupción y en la idea de que el peronismo que gobierna la provincia en forma consecutiva desde 2003 es uno solo. Dicho de otro modo: que Bordet se tiene que hacer cargo de Urribarri.

Si no hay unidad, debería haber internas. Pero internas con reglas claras que garanticen la representación de las minorías. Es el gobernador Bordet, como presidente del PJ, quien tiene en sus manos fijarlas.

El proyecto original de reforma política marcaba un piso bajo, del 15% de los votos de la interna, para que la lista perdedora pueda aspirar a colar candidatos en la lista ganadora. Pero en los acuerdos con la oposición esa regla fue quitada de la ley, y tampoco se la adoptó en la carta orgánica del PJ. La instancia que queda es incluirla al momento de inscribir el frente electoral. Eso ocurrirá el 13 de febrero.

En la mirada de los sectores kirchneristas más duros, que no se garantice la representación de minorías sería razón suficiente para romper. Unidad Ciudadana (Urribarri en una lista que presuntamente encabezaría Julio Solanas) se presentaría en ese caso directamente a las elecciones generales del 9 de junio para competir contra el frente que encabece el PJ de Bordet.

En otras palabras, Bordet puede especular con esto hasta el 13 de febrero.

¿En la misma lista?

Naturalmente, nadie va a hablar públicamente en contra de la unidad del peronismo. Pero no todos en el gobierno creen que la división electoral los perjudique, como informó oportunamente Página Política en esta nota:


Aunque una cosa son las cuentas que pueda sacar un funcionario desde un escritorio de la Casa de Gobierno y otra la mirada de intendentes o candidatos a intendente sobre los efectos de la división del voto peronista en ciudades donde al PJ nada le sobra. La presión que pueda venir de los intendentes para evitar la fractura lectoral podría ser muy importante.

Pero ¿cuál sería el problema o el riesgo de contener a las minorías? Simple: que Urribarri aparezca en las elecciones generales de junio como candidato en la lista de Bordet.

Sería un escenario muy posible. En las PASO del 14 de abril Urribarri encabezaría la lista de candidatos a diputados provinciales por el kirchnerismo, obtendría el 15% o más de los votos y con ello el derecho a integrar la lista de Bordet el 9 de junio.

En la confrontación con Cambiemos, el efecto sería el mismo que el de la unidad. Con Urribarri desfilando por Tribunales, la oposición provincial potenciaría su campaña centrada en la corrupción y en tomar a los 12 años de gobiernos peronistas como una continuidad.

La manera más drástica de evitarlo sería promover una división electoral del peronismo. Pero ¿no corre Bordet muchos riesgos? ¿puede aspirar a la reelección sin el voto kirchnerista? Algunos dentro del gobierno sostienen que si. Otros dudan y muchos creen que no.

Una alternativa posible pasaría por una tregua de supervivencia: un acuerdo entre Bordet y Urribarri por el cual el exgobernador y algunos de sus cercanos más cuestionados no ocupen candidaturas en las provinciales de junio y se guarden para octubre, cuando se vota diputados y senadores nacionales.

Bordet le daría la minoría con la condición de que entre los candidatos expectantes de Unidad Ciudadana (con posibilidades de integrar luego la lista para junio) no aparezcan dirigentes con causas judiciales abiertas o disonancias políticas muy marcadas con el perfil de renovación que se le pretende imprimir a la propuesta electoral del oficialismo.

Se trataría de un acuerdo que requeriría, para prosperar, de un insumo hoy en apariencia ausente en la relación entre Bordet y Urribarri: la confianza. Nada le garantiza al presidente de la Cámara de Diputados que esa hipotética palabra se cumpla en octubre.

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