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Duelo en la UCR

El político de raza que rifó su destino

Tenía condiciones personales y políticas para suceder a Montiel en la UCR. Sobrevivió a un terrible accidente y a severos problemas de salud. Pero lo echó a perder por razones inexplicables. Sergio Varisco terminó sus días condenado por narcotráfico.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

Sergio Varisco fue el dirigente más importante que tuvo la UCR de Paraná. El hombre fuerte de Cambiemos en la capital provincial. Superó incluso a su padre, el tan bien recordado Humberto Cayetano Varisco, dos veces intendente.

Lo superó en un punto: Sergio tenía aspiraciones provinciales y, por sus condiciones políticas, estaba llamado a suceder al exgobernador Sergio Montiel, el último radical que logró mandar en la UCR de Entre Ríos.

De hecho, en 2003, el peor momento del radicalismo en el poder, cuando Montiel en la provincia sobrevivió como pudo al fracaso nacional de la Alianza -y terminó para muchos entrerrianos quedando en la memoria como el gobernador de los odiados bonos Federales-  Varisco fue candidato a gobernador y obtuvo el 34% de los votos. Jorge Busti volvió al poder con el 44%.

Esa fue la mejor elección para gobernador que hizo un radical en este siglo.

En 2007, cuando la crisis de la UCR se agravaba en medio de la recuperación kirchnerista, Gustavo Cusinato lograba un 20%, con todas las dificultades que suponía competir con el sello de la UCR.

En 2011, Atilio Benedetti se enfrentaba al esplendor electoral del kirchnerismo y rasguñaba apenas un 19% como candidato del Frente Progresista Cívico y Social, asociada la UCR al socialismo y la Coalición Cívica.

En 2015, los radicales pagaron su alianza con el PRO en Cambiemos quedándose sin candidato a gobernador por primera vez en su historia.

En 2019, ya con una identidad de centro derecha antikirchnerista más consolidada, Benedetti consigue, como candidato de Cambiemos, recuperar caudal electoral y llegar al 35% de los votos, pero con 22 puntos de ventaja del peronismo reunificado que le dio la reelección a Gustavo Bordet con el histórico 57%.

Pocos días después de haber competido por la gobernación el 23 de noviembre de 2003, Varisco, con 43 años, estuvo a punto de poner fin a su carrera política en un accidente automovilístico en el acceso norte de Paraná, ocurrido en la noche del 20 de diciembre. Le costó la vida a su acompañante, la entonces concejal Mercedes Lescano, de 37 años, una pérdida muy grande para la UCR de Paraná.

Está bien decir que estuvo a punto de poner fin a su carrera (como sinónimo de vida) porque Varisco, como todo dirigente de raza, hizo política aún en las peores circunstancias personales y hasta el último día lúcido de su vida.

La recuperación de ese accidente fue lenta y dolorosa. Pero consiguió Varisco resurgir a la escena política. Aunque, para muchos, nunca volvió a ser el mismo. Costó acostumbrarse al principio a las marcas del estropicio en su rostro y hubo cierta dejadez personal que se apoderó de sus modos y su estética, para nunca abandonarlo.

Sin embargo, el político seguía allí, tan vivo, lúcido y activo que logró volver a la intendencia de Paraná doce años después. Tras un par de intentos y de haber ocupado una banca como diputado nacional (entre los años 2005 y 2009), tuvo la suerte de que los planetas se alinearan en 2015. Poseía una importante imagen negativa (que algunos sondeos ubicaban por entonces cercana al 50%), pero tuvo desde el peronismo una invalorable ayuda del entonces gobernador y conductor del PJ entrerriano, Sergio Urribarri, que impidió la competencia en igualdad de condiciones en la interna contra su candidata, Blanca Osuna. La intendenta cargaba con mala imagen como para buscar su reelección y la siempre abierta interna del PJ de Paraná, le pasó factura.

Tampoco había en los electores de Paraná un buen recuerdo de las anteriores gestiones peronistas de Julio Solanas y José Carlos Halle. Y la ola nacional de Cambiemos que venía a poner fin a doce años de kirchnerismo hizo el resto.

Varisco tenía su segunda oportunidad al frente de la Municipalidad. La vida le ofrecía revancha para volver a intentar lo de 2003. Ese era el plan del varisquismo: aportarle a Cambiemos el candidato a gobernador para desplazar al peronismo de la Casa Gris en 2019.

Pero Varisco no pudo hacer las cosas peor. Cometió suicidio político. La promesa de la alternativa al peronismo terminó sus días cumpliendo condena por narcotráfico.

Aquella lluviosa mañana de mayo de 2018, cuando la Justicia Federal ordenó allanar la Municipalidad y su domicilio particular, marcó el inicio de su definitivo declive político y personal. Su salud acusó recibo y para fin de ese año era sometido a una delicada cirugía cardíaca en la Fundación Favaloro. Casi un año después, para octubre de 2019, Varisco volvía al quirófano para corregir una lesión en su cadera, sufrida tras ser agredido por tres personas cuando ingresaba a su vivienda de calle Pellegrini, en pleno microcentro de la capital entrerriana.

Su nombre y apellido estaba en todos los medios del país. La historia de película del intendente narco de Cambiemos sumaba intrigas, castigado con dureza por el periodismo militante de ambos lados de la grieta. Quizá con más saña de parte de los macristas.

Varisco atentó contra su propia vida política al volar los dos pilares que, ante la sociedad, sostienen la vigencia de un dirigente: 1) sus valores (que no sólo trastocó con la asociación narco, sino con un hecho si se quiere insólito y comparativamente menor, pero popularmente muy asimilable y destructivo, como haberse colgado de la luz en su domicilio particular), y 2) su mala gestión.

Aunque sus frentes judiciales fueron serios y espectaculares, lo que terminó por hundir políticamente a Varisco fue su mala gestión, de la que se desentendió tras haber perdido las elecciones del 9 de junio de 2019, en las que buscaba su reelección en la Municipalidad. El desdoblamiento electoral de ese año agravó las cosas, porque no fueron días o semanas, sino seis meses enteros de transición en los que los paranaenses asistieron a un virtual abandono del poder de parte del intendente radical.

Ese estado de desidia, extendido entre junio y diciembre -mientras seguía avanzando la causa narco que lo tenía sentado en el banquillo de los acusados-, dejaba la idea en muchos paranaenses de que, la de Varisco, había sido la peor gestión municipal de la que tenían memoria.

El resultado lógico fue la caída política del varisquismo.

Desde 1983, Paraná ha sido gobernada por radicales y peronistas. De los cinco grupos internos más influyentes del PJ de las últimas décadas, tres tuvieron la oportunidad de estar al frente de la Municipalidad (Julio Solanas dos veces, José Carlos Halle y Blanca Osuna una vez cada uno), después de Mario Moine. Pero todos los intendentes radicales se apellidaron Varisco: Humberto Cayetano Varisco dos veces y su hijo Sergio Fausto Varisco, también dos veces.

En la ciudad, la alternativa al peronismo fue el varisquismo. Sergio sucedió a Humberto. Pero Sergio carece de heredero político. Su hija Lucía (actual diputada provincial) no ha expresado hasta ahora vocación de liderar el espacio que más ha gravitado en el radicalismo de Paraná desde 1983. Y donde, por lo que se ha visto, sólo puede mandar alguien con el apellido Varisco.

 

En el último día de 2019, el líder del espacio era condenado a seis años y medio de prisión por asociarse desde el poder con una banda narco. Desde su prisión domiciliaria no pudo evitar la diáspora del varisquismo que se produjo en 2020.

Aun así, su palabra tuvo peso en el último proceso interno, que se llevó adelante sin la participación de sectores tradicionales del partido en la pálida elección del 2 de mayo, en la que votó apenas el 12% de los afiliados para renovar la conducción de la UCR de Paraná.

La larga caída de Varisco fue lamentada por muchos hombres y mujeres que bien valoran a la actividad política. En los últimos años, muchos dirigentes del peronismo, por caso, lejos de regodearse en la desgracia del adversario, observaron con dolor cómo un político de raza rifaba su destino de grandeza.

 

Muchos, incluso, sospechaban de la trasparencia de la causa narco y le daban credibilidad a la teoría de una conspiración alentada desde el macrismo. Es que no podían creer que estuviera involucrado en semejante cosa un tipo como Varisco, que vivía para la política; que era un ávido lector; que marcaba la diferencia entre la dirigencia con su formación y su inagotable trabajo territorial (y que había desplazado en este punto, en buena medida, a un peronismo aburguesado); que no se había enriquecido y hasta cultivaba cierto desdén por lo material.

Varisco fue un verdadero animal político, como los que ya no hay en la UCR. Por eso fue que su suicidio político dolió quizá tanto como su muerte.

 

 

Fuente: Página Política
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