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2023

En Paraná, Urtubey llamó a “romper el cerco” de la hegemonía porteña

El exgobernador salteño vaticina el fin de la polarización en el electorado que se partiría en tercios o en cuartos en 2023. En extensa entrevista, fustiga los modos de construcción política de Cristina y de Macri. Apuesta a que el nuevo contexto fuerce consensos entre “saldos y retazos” de las coaliciones que hoy protagonizan el escenario. El interior. Bordet y Frigerio. La fragilidad política y los mensajes del mercado. Bahl y el 2023.
Luz Alcain
Por: Luz Alcain
@luzalcain

Convocado por el secretario de Gobierno del municipio, Santiago Halle, está este miércoles en Paraná el exgobernador salteño, Juan Manuel Urtubey. En Paraná, el dirigente tiene prevista una charla abierta, organizada por la Asociación Civil de Estudios Populares que Halle conduce en Entre Ríos.

Además, tomó contacto con los dirigentes del partido Cruzada Renovadora, Alejandro Milocco y Lisandro Gamarra. Se trata de uno de los sectores que en 2019 militó en Entre Ríos la boleta que encabezó Roberto Lavagna como candidato a presidente, secundado por Urtubey.

En entrevista con Página Política, el exgobernador contó sobre la construcción que desarrolla de cara al 2023, cerca de referentes del peronismo, también del radicalismo, con una perspectiva según la cual las coaliciones del Frente de Todos y de Juntos por Entre Ríos están condenadas a la expulsión de buena parte de sus referentes. El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, aparece como uno de los promotores de esa iniciativa política.

Describió a su modo la situación económica y analizó un contexto inédito desde su punto de vista respecto de la decepción de la ciudadanía con la política. Aboga por una consolidación de un poder político, con nuevas reglas, más parecidas a lo que, en su opinión, es la idiosincrasia del interior del país.

Desde esta perspectiva entiende los liderazgos que en Entre Ríos ejercen el gobernador Gustavo Bordet o en la oposición el diputado Rogelio Frigerio.

Urtubey tenía en agenda, además, una reunión con el intendente Adán Bahl. Ensayó, al respecto, algunos criterios que considera que debiera tener en cuenta el presidente municipal al momento de decidir sus caminos posibles de cara al 2023.

 

Pandemia y más

–En 2019, con Roberto Lavagna como candidato a presidente, la Alternativa Federal intentó construir desde la denominada “avenida del medio”. ¿Cómo se percibe hoy el tablero político, cómo se ven las dos coaliciones que polarizaron entonces?
–Desde 2019 para acá, en principio, nos pasó un tren por encima a los argentinos. Nosotros plantamos un camino que buscaba una alternativa diferente a la de las dos coaliciones. No nos fue bien electoralmente. No fuimos lo eficientes que debimos ser en abrir esa oferta electoral de manera que fuera atractiva para la gente. Y la sociedad estaba en otra sintonía porque generó una gran expectativa la vuelta de un kirchnerismo remozado, nuevo. El resultado es que fue peor el remedio que la enfermedad. La Argentina fue del fracaso de Mauricio Macri al fracaso del gobierno de Alberto (Fernández) y Cristina (Fernández). Estos dos polos han perdido centralidad. Obviamente siguen siendo los más importantes pero claramente hoy son el eje de la responsabilidad de uno de los fracasos más fuertes de nuestra historia. Hoy gran parte de la sociedad argentina empieza a mirar que la salida está por fuera de estos polos. Aquellos que pensamos en eso desde siempre sostenemos nuestra posición. No solamente desde la lógica de ser distintos sino en el entendimiento de que tenemos que integrar a todos. No se puede construir un país sin el otro. Se rompió el contrato social. Hay que reconstruirlo y lo primero que tenemos que determinar es que esa construcción la tenemos que hacer entre todos, hablar con el que piensa distinto a vos, acordar. Tiene que haber una administración de los disensos. Eso es lo primero.

–Es conocida su opinión respecto del modo de construir en política de Cristina. Y del otro lado, Macri ha profundizado su intento de encolumnar y organizar a su modo Juntos por el Cambio. El expresidente expresó hace unos días que primero están las ideas, las suyas; después los candidatos para llevarlas a cabo y por último los consensos. ¿Qué lectura se hace de lo que está pasando en la coalición opositora?
–La lógica de funcionamiento de Macri es exactamente igual a la de Cristina. Esos dos polos se atraen, solo viven uno gracias al otro. Se defienden desde la confrontación, saben que si uno cede el otro cede también. La única lógica de funcionamiento en la cual los actores centrales son Macri y Cristina es la lógica de la confrontación. Para existir, Macri debe profundizar la confrontación. Es de manual. La única manera de existencia de ese señor es hacer lo mismo que del otro lado del mostrador hace Cristina.

–En Entre Ríos, los liderazgos tienen otro cariz. Usted intentó un acuerdo en 2019 con el gobernador Gustavo Bordet, jefe del PJ en la provincia; y también ha tenido contacto con Rogelio Frigerio quien ha emergido de las elecciones del 2021 como el referente más importante de Juntos.
–Efectivamente. Y yo hablo con los dos. Y me voy a reunir ahora con el Intendente (Adán Bahl) y hablo con los Cresto. Hablo con todos. ¿Qué es lo que veo? Veo una cabeza, un mainstream totalmente diferente al clima que se vive en Buenos Aires y en toda la zona del conurbano. Lo que veo acá es una cosa muy parecida a la que se ve en gran parte de las provincias argentinas. El problema es que estamos sometidos a una especie de colonialismo cultural porteño que nos trata de impostar a nosotros esa lógica de la confrontación, del grito, de la violencia, que llegue a lo físico o no, es lo de menos. Entre Ríos tiene una historia que no se debe a estos dirigentes que mencionamos. Desde Ramírez para acá, se piensa con una lógica realmente desde adentro hacia afuera. A los salteños nos pasa lo mismo, a los correntinos, a los cuyanos, es hora de que nosotros podamos exportar entre comillas esa idiosincrasia a la reconstrucción nacional. La Argentina se va a reconstruir no desde una mirada federal con los ponchos y el folclore, no. Se va a reconstruir si nosotros logramos imponer nuestra cultura del diálogo, de esos disensos acordados. Tiene que ver con la cultura del trabajo: cuando tenés que laburar no tenés tiempo de pelear, cuando tenés que salir a la mañana temprano a meterte en el surco, a abrir el comercio, no tenés tiempo de andar en estas discusiones. Hay mucha gente cuya única función en la vida es estar pensando en poder y política, la gente de laburo somos distintos. Y hay que tratar de mostrar eso.

–Sucede que esa hegemonía porteña impone candidatos. Lo sabrá usted como salteño.
–Exactamente, totalmente de acuerdo, pero hay que animarse a romper ese cerco porque esa disminución, esto de sentirnos menos que los demás profundiza ese proceso y yo creo que tenemos que tener primero la visión y segundo el coraje. Si tenés la visión sin coraje te va a quemar en la conciencia porque te das cuenta que te dejas llevar por cuatro de copas que te imponen una cultura de la confrontación. Es una cuestión de sentido común. Si en el vestuario un equipo de fútbol se caga a trompadas, ese equipo no va a jugar bien, no se van a pasar la pelota, no se van a mirar entre ellos.

 

Tablero para tres o cuatro

–¿Cómo está planificando para el 2023? ¿Cuál será el escenario?
–Sigo pensando que la Argentina necesita algo que nos saque de esta confrontación estéril, y pienso que esta polarización de la cual hablamos solo le fue funcional a los actores de la polarización, no al país. Hay que animarse a trazar otro camino y romper con eso. En lo personal, creo que vamos a ir a una elección mucho más parecida a la de 2003. Ya no de tercios, vamos a una elección de cuartos. Nadie va a llegar a 30 puntos, la gente está muy mal. Cuál sería la razón frente al enorme descontento ciudadano para que la mitad de los argentinos vaya a votar a uno de estos que fundieron el país. Es imposible. Eso va a obligar a que la formación del nuevo gobierno requiera un nivel de consensos importantes, no por convicción sino por necesidad. El que gane en la primera vuelta, va a sacar 26 puntos, 27 puntos. Para que ese señor que sacó 27 llegue al 51 tendrá que construir una alianza distinta, tendrá que hacer una campaña distinta.

–O sea que vaticina una construcción con retazos de las dos coaliciones que hoy dominan el escenario.
–Habrá saldos y retazos de todo. El Frente de Todos es expulsivo. Todo aquel que no sea puro no tiene ningún tipo de expectativas, ninguna mirada que le pueda favorecer ser parte de algo que está en camino de degradación. Juntos por el Cambio vive el mismo proceso, exactamente igual, profundizado desde una mirada de quien lidera eso, expulsiva de quienes no son puros. Esa lógica está cediendo frente a la realidad. Estará el Frente de Todos, estará Juntos por el Cambio, estarán los liberales también. Pero ninguno de ellos contiene al enorme grupo de dirigentes que pensamos de otra manera. Yo soy peronista, hay otros radicales, otros conservadores, otros socialistas con los que trabajamos juntos y tenemos una mirada común. Si nos damos reglas de juego para poder construir un espacio diverso, común podemos construir algo muy potente, justamente lo que la Argentina necesita es de alguien que pueda mostrar que se puede crecer desde la diversidad.

–Cristina tiene su piso electoral, Macri tiene su piso. El liderazgo de esa nueva construcción está lejos todavía de esos pisos.
–Es que el liderazgo va a surgir después del proceso electoral. En la Argentina de hoy el 90 por ciento de los ciudadanos cree que su situación no va a cambiar, así vote a Juan, Pedro, Maria. No se va a ordenar por expectativa electoral, se va a ordenar desde un programa de gobierno, aquel que en ese clima de dispersión levante la cabeza un poquito más que el otro será. Pero tiene que ganar con el 51 por ciento. Y eso requerirá acuerdos y consensos. En 2003 no se pudo. No hubo ballotage y nos quedó la imposición de lo que había surgido de las urnas. Así nos fue.

 

Mercado, política y amigos

–El 3 de agosto Sergio Massa pasó a tener la sartén por el mango en el gobierno nacional. ¿Qué implicó ese protagonismo para el peronismo y el Frente de Todos?
–Él asumió como ministro de Economía. Y yo lo que espero entonces es que me baje la inflación, que evite que nos pongamos la Argentina de sombrero como la estamos haciendo, que resuelva el problema de las economías regionales. Para eso es ministro de Economía. Si logra resolver esos problemas será el ordenador del kirchnerismo. El Frente de Todos es una expresión cada vez más concentrada en el kirchnerismo. Son el gobierno de Cristina. Podemos ver sutilezas pero la que conduce ese gobierno es Cristina.

–La asunción de Massa volvió a mostrar, sin tapujos, las “señales” del mercado. Ya había pasado otras veces, esas reacciones que se miden en el valor del dólar, en el riesgo país y que dan cuenta de una profunda vulnerabilidad de la política.
–El problema es que lo que es gravísimo es la subestimación de la envergadura de la crisis y el problema de la gestión actual de Massa es creer que esto se arregla con operaciones de prensa. Dame una medida concreta que se haya tomado en el último mes en materia de política económica diferente a lo que está haciendo el kirchnerismo hace dos años y medio.

–Las “señales” se dieron con su sola asunción como ministro y sin que haya anunciado una sola medida.
–Sabés que pasa, que en el mundo de los negocios con los amigos no alcanza. Con los amigos te tomás un café. Está riquísimo el café. Acá es distinto. Al segundo café, si no hay resultados, bueno, vamos, que venga el siguiente. La vulnerabilidad extrema se da porque nos hemos limitado a una agenda tan chiquitita que no puede ser de otra manera. La Argentina depende del humor del sistema financiero, de los mercados porque hemos destruido nuestra estructura productiva. La Argentina tiene que ser una potencia en materia de producción energética, agropecuaria, minera, se tiene que parar como lo que es: un productor a escala global. Pero lo primero que hay que hacer es creérsela y entender que no lo vamos a resolver con los dirigentes porteños y los amigos banqueros. Esto se resuelve poniendo a funcionar el aparato productivo, bajando la retenciones, dándoles competitividad a los sectores productivos y no andar persiguiéndolos. Y no se trata de buenos o malos modales. Se trata de creer, de apostar, ¿somos o no una Argentina productiva?

–Hoy está conviniendo el plazo fijo.
–Obvio. Así estamos.

–Insiste con la idea de la concentración del escenario político en Buenos Aires. ¿Qué tanto tienen que ver los medios en esa realidad?
–Tiene mucho que ver. La concentración de los medios está ahí. Cuando te sentás a mirar, no encontrás cuatro dirigentes políticos que no sean porteños, o del AMBA que tengan más de un 70 por ciento de conocimiento en la Argentina. Esto es un drama. Pero a la dirigencia del AMBA le va a tocar pagar los platos rotos de esta fiesta que se terminó mal. Se abre una ventana para que venga algo de afuera, en 2003 fue un pibe de la Patagonia, con la hiper del 89 vino uno de Cuyo. Esta crisis va a catapultar a alguien de afuera, del interior, cuando hay quilombo la gente dice “pongamos alguien que labure”.

–Hoy tendrá una reunión con el Intendente Adán Bahl. ¿Qué le aconsejaría que haga en el actual escenario, de cara al 2023? ¿Intentar su reelección o ser candidato a la Gobernación?
–Soy un convencido que hay que correrse de la especulación del poder per ser. Me pasa en Salta, me piden que vuelva a ser gobernador. Ya fui tres veces. Si yo realmente sintiese en el fuero íntimo que hay algo que tengo que hacer, si tengo que romper una regla de la naturaleza, cuando estás en la función, si de verdad crees que podes hacer las cosas más y mejor, y… quedate. Porque si no, la sociedad tiene un nivel de insatisfacción justificado porque los políticos hicimos mierda la esperanza. Somos la primera generación de argentinos cuyos hijos tienen la certeza de que no van a lograr vivir como vivieron sus padres. Eso que construyó a la Argentina, eso, que fue la expectativa de superación desde 1810 en adelante, está roto.

 

 

Fuente: Página Política
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