Rogelio Frigerio quería que las elecciones entrerrianas fueran separadas de las nacionales. Confiaba en que, en una elección mano a mano, vencería sin problemas al candidato peronista, Adán Bahl.
Estaba convencido de que Entre Ríos votaría separado de la Nación. Había un compromiso para eso. Por eso sus diputados provinciales acompañaron en diciembre la reforma a la ley electoral que impulsó el oficialismo y que le permitió a Gustavo Bordet tener cuatro meses más para resolver si desdoblaba o no las elecciones. La decisión que debía tomar a fin de año, pasó para fines de abril.
Pero, para sorpresa de Frigerio, en abril Bordet no desdobló. Y obligó al candidato a gobernador de Juntos por Entre Ríos a replantear su campaña.
El ajuste en el discurso era de manual: con la simultaneidad electoral, Frigerio identificaría a Bahl con el “kirchnerismo” que llevaría a la cabeza de su boleta. No importaba que Sergio Massa no fuera kirchnerista; importaba que era candidato por decisión de Cristina Fernández, la accionista mayoritaria del Frente de Todos, esa coalición peronista que no cumplió con el mandato electoral de arreglar la economía.
En mayo, a pocas semanas de que Bordet decidiera la unificación electoral, el buen desempeño de los oficialismos -y del peronismo en particular- en las primeras elecciones provinciales desdobladas, hizo dudar sobre el acierto de la estrategia seguida por Bordet con la unificación electoral.
Pero la situación entrerriana era diferente a la de otras provincias. Su gobernador, el dirigente con mejor imagen del peronismo, no iba por la reelección (siempre es más difícil vencer a un gobernador que busca repetir mandato) y esta vez la oposición jugaba con un candidato más competitivo que en otras elecciones.
La opción de Bordet por la simultaneidad -adoptaba en abril- supuso una apuesta a buenos resultados de Massa con la economía. Pero también buscó que la opción de Javier Milei, que con la unificación electoral estaría en la boleta, hiciera el mayor daño posible a Frigerio, restándole votos por derecha al candidato del PRO y replicando en Entre Ríos el escenario de tercios que se proyectaba para la elección nacional, con lo cual el peronismo se volvía competitivo aún en su piso del 31% tocado en las elecciones de 2021. Ese escenario de tercios no se registró en las elecciones provinciales adelantadas, donde los candidatos de Milei tuvieron un bajo desempeño.
Las PASO del 13 de agosto demostraron el acierto de Bordet. Aunque para gobernador, en Entre Ríos no se dio el escenario de tercios de la nación, el 14% de votos a los libertarios rompió un esquema de polarización en el que el oficialismo no tenía ninguna chance.
Frigerio padeció la contaminación nacional de la elección provincial. Los candidatos presidenciales no rindieron lo que esperaba y Milei dividió la oposición. El libertario no ganó como en otras provincias donde ya se había votado gobernador, pero levantó a sus ignotos candidatos locales.
Del 54% que había obtenido en 2021, Juntos por Entre Ríos cayó al 45%. El peronismo, que venía del piso de 31% de 2021, trepó al 38%. Y Bahl, como candidato único del peronismo, pudo presumir de juntar un puñado más de votos que Frigerio.
Milei hizo más daño a Juntos. Pero también absorbió votos que en otras elecciones habían ido para el peronismo. A pesar de su recuperación del 31 al 38%, quedó muy lejos de las marcas mayoritarias que le permitieron ser gobierno en los últimos 20 años: 57% en 2019, 42% en 2015, 56% en 2011, 47% en 2007, 44% en 2003.
Para las elecciones de octubre, Frigerio está obligado a retener la mayor cantidad de los votos que en las PASO fueron a su rival interno, Pedro Galimberti. Sumando lo reunido en las PASO por Galimberti y Frigerio, Juntos por Entre Ríos quedó 51.868 mil votos arriba de Más por Entre Ríos. Pero si se restan todos los votos de Galimberti (57.771), Frigerio junta en las primarias 5.847 votos menos que el candidato único del peronismo, Adán Bahl.
El acompañamiento de Galimberti ya es un hecho, más allá de que nadie es dueño de los votos ni está en condiciones de controlar los daños de una dura pelea interna, que Página Política describió en la siguiente nota:
Problemas comunes
La contención de los votos de las PASO es un problema compartido con el peronismo, que presenta serias dificultades para cerrar su interna. Ese desorden se aprecia con claridad nada menos que en las dos ciudades más importantes de la provincia: Paraná y Concordia.
Pero este no es el único problema que comparte la alianza opositora con el oficialismo provincial. Juntos por Entre Ríos tiene ahora razones para estar tan y más preocupado que el peronismo por la simultaneidad electoral, es decir, por los efectos negativos de la disputa nacional sobre la pelea por la gobernación.
Si Bahl asume el riesgo de pagar costos por la marcha de la economía que dirige Massa, a la cabeza de su boleta, Frigerio teme que, en su derrumbe, Patricia Bullrich lo arrastre para abajo. Las proyecciones de estos días dan a Massa más posibilidades de entrar al balotaje que Bullrich.
Se trata de un efecto inesperado de la simultaneidad electoral, que no se preveía antes de las PASO y mucho menos a fines de abril, cuando Bordet resolvió cuándo votar en Entre Ríos.
En la primera reunión de candidatos que encabezó tras la PASO, Frigerio puso sobre la mesa este problema. Sintonizó con el discurso nacional de JxC. Cuidando siempre no nombrar a Milei -y mucho menos criticarlo-, puso el acento en que Juntos es “la única fuerza política preparada” para vencer al “kirchnerismo”. “No hay otra”, subrayó.
Fuente: Página Política
