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Entrevista

“Espero que la renuncia de Puiggrós no defina el destino del espacio”

El referente de Agmer habla de los medios de comunicación, de la organización de la política en los dos frentes, los temas urgentes de la política , la grieta, las posibilidades que se perdieron y las señales que está dando el oficialismo nacional y provincial.

Marcelo Pagani es el secretario general de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer), que viene sosteniendo un plan de lucha, ante la falta de convocatoria del gobierno provincial a una paritaria. El dirigente de Colón analizó en la entrevista con Página Política una agenda que sobrevuela el plan o gremial, al que también refiere.

-¿Cómo está viendo la política en general?

-Bueno, en principio nosotros hemos acompañado las medidas del gobierno nacional de cómo ha encarado la pandemia. Creemos que la forma de cuidarse y cuidarnos es aislamiento y ahora el distanciamiento, sin desconocer, claro, lo que ha significado esto en términos sociales y económicos. Tenemos un proceso de inflación que se ha desacelerado por el parate, pero sin dudas se ha producido un deterioro muy grande del salario. La preocupación es quién va a pagar el costo de esta pandemia. Me parece que la disputa política está ahí. Por eso me parecen falsas algunas cuestiones que se plantean en Argentina. La discusión de fondo para los grupos de poder es quién va a pagar la pandemia, si los trabajadores o el sector de mayores recursos y el poder fáctico. En Entre Ríos, lamentablemente, tuvimos la Ley de Emergencia Solidaria que definió que el 64,5 de los fondos que recauda el Estado los van a poner los trabajadores activos y jubilados; mientras que los bancos, que la juntan con pala ancha, van a poner el 15, los mayoristas de medicamentos el 12 y los terratenientes de más de mil hectáreas el 7. Ahí empezás a ver una definición sobre quien va a pagar la crisis. A esto súmale el congelamiento de salarios desde diciembre. Por otro lado no se puede dejar pasar como algo menor los dichos de (Eduardo) Duhalde, la quema de barbijos y el levantamiento de sectores de la Policía. Estos elementos están alertando que hay una decisión de no dejar avanzar a un Estado en lo que creemos que tiene que avanzar, que es en intervenir en algunos sectores de la economía.

-Hace poco, en una entrevista en Página Política, Luis Miguel Etchevehere, dijo que no había que tenerle miedo a “la grieta”, porque en definitiva eran dos proyectos de pensar el país. ¿Coincidís o crees que hay que ir a un proceso de menos confrontación?

-La grieta es falsa cuando se le pone nombre. La grieta tiene que ver con cuestiones profundamente ideológicas. Hay sectores que creemos en el Estado en un rol proactivo articulando para corregir las asimetrías que el mercado genera, como la educación pública o la salud pública. Hay otros sectores que no creen directamente en eso y que será el mercado quien resolverá estas cuestiones. Se le pone nombres a cada uno de los lados, pero la cuestión profunda no se discute. Estos debates atraviesan 200 años de historia. En otros tiempos, a los proyectos con perfiles distribucionistas, que garantizaban derechos, los frenaban con golpes de Estado. En este tiempo, desde el 83 a la fecha, han encontrado otros mecanismos para erosionar esos proyectos políticos.

-¿Cuáles son esos mecanismos, a dónde los advertís que operan?

-Un rol fundamental es la construcción de sentido que se hace desde los medios, sobre todo los grandes. Instalan ideas de manera tal que hace que trabajadores las repitan sin percatarse que va en contra de su clase. Uno llegó a escuchar a asalariados quejarse que un gobierno subsidiara la energía o el gas. Hay una construcción de sentido que lleva a la sociedad a ponerse a debatir el valor de una cartera y, sobre eso, se trabaja una semana que no tiene que ver con un debate económico, político o social. En la Bolivia de Evo Morales los números económicos y empleo eran los mejores, sin embargo un Golpe lo bajó luego de que se crearan las condiciones para hacerlo. En Argentina el 50 por ciento de la riqueza la tiene el 10 por ciento y la divide en tres: 33 por ciento a la fuga, 33 en gastos suntuarios y 33 la reinvierte. En Corea del Sur, solamente el 10 por ciento tiene el 23 por ciento de la riqueza. En un 100 por ciento va a la reactivación económica. Esto es lo que tenemos que discutir, si realmente tenemos una burguesía con perspectiva nacional.

-En 2019 pareciera que se terminó de ordenar el mapa político con dos frentes identitarios más allá de las diferencias internas. ¿Lo que viene se discutirá en el seno de esas dos plataformas que son el Frente de Todos y Juntos por el Cambio; o creés que hay margen para movimientos y reacomodamientos?

-Es una pregunta difícil porque en ambos espacios hay sectores que venían de fuertes enfrentamientos y con visiones políticas muy distintas. A nosotros nos preocupó muchísimo la renuncia de Adriana Puigrrós como viceministra de Educación que, además de ser una pedagoga intachable, tiene una idea de ver el mundo y analizarlo que lo compartimos. Espero que la renuncia no vaya definiendo, en este caso en el Frente de Todos, el destino del espacio. Esas tensiones que están adentro también se motorizan en muchos casos desde afuera. El otro sector, Juntos por el Cambio, es más homogéneo. Ahí las diferencias están más entre quienes tienen una actitud más de consenso y quienes no. Es decir que la cosa ahí está entre halcones y palomas.

-Las organizaciones sociales empezaron a tener una gravitación importante en las construcciones políticas desde lo territorial. Hay intentos de saltos a la política partidaria y electoral. ¿Es conveniente?

-Nosotros, en Agmer, con todos los sectores del campo popular, que son los sectores sindicales y las organizaciones sociales, tenemos más coincidencias que diferencias. Sobre todo en el contexto de lo que fue el gobierno de (Mauricio) Macri en donde no hubo dudas que la unidad en la acción era fundamental para resistir el modelo. Hay que reconocer el gran trabajo que hacen las organizaciones sociales en momentos muy críticos trabajando en los barrios para contener. Tenemos la misma visión y nos van a encontrar juntos.

-¿Sos de la idea que los dirigentes gremiales tienen que pelear lugares en las listas?

-Pertenezco a un sindicato que plantea fuertemente la independencia de los partidos políticos, lo que en nuestro sector entiende es que esa independencia no es neutralidad. Nosotros no podemos ser neutrales ante los escenarios políticos. Cuando se impulsó la Asignación Universal por Hijo no podíamos no pararnos y reconocer lo que sucedió. Era una bandera que había sido histórica para nosotros. Tenemos como patronal al gobierno provincial y uno actúa como dirigente sindical.

-¿Por fuera de la paritaria, que aparece como lo más urgente, qué temas la política no puede hacer esperar más?

-Lo salarial, claramente es lo central, porque de eso dependen otras cosas. Pero yendo a la pregunta, desde Agmer además de los derechos de los trabajadores que es donde se dan las mayores disputas, creo que hay un compromiso con todo lo que tiene que ver con la potencia de las mujeres. Creo que es un colectivo al que hay que subirse. Es un movimiento que viene a interpelar a una sociedad que no estaba preparada para debatir estas cuestiones de igualdad de género y es muy importante lo que está pasando. El otro tema tiene que ver, claramente, con el medio ambiente, con los lugares comunes, el agua, los recursos. Mientras digo esto, me parece que está claro que cuando uno plantea esta agenda, también estamos pensando en cómo distribuimos la riqueza y de qué manera. ¿Qué sistema tributario nos vamos a dar? Hay dilemas que son falsos, como decir que la Argentina tiene la carga tributaria más alta del mundo. No es cierto. Está en Finlandia, Alemania y Suecia. Una reforma tributaria es clave y necesaria. En Entre Ríos el 28 por ciento se recauda acá y el 72 viene de Nación. El destino de la provincia, entonces, se define en una reforma nacional, que lleve justicia a todas las provincias. Acá se perdió una oportunidad histórica cuando se renovó el agente financiero al Bersa. Se pudo haber hecho algo distinto, que fomente la pequeña y mediana empresa, al productor; que se promueva una política de inversión, teniendo en cuenta que tiene cautivo a una masa de gente importantísima. Salto Grande es otro tema que debe abordárselo, incluso desde lo ambiental.

-¿Qué evaluación hacés, en general, de la gestión de Gustavo Bordet?

-Si uno se queda con las fotos de los últimos meses, la verdad somos críticos. Primero porque creíamos que era sincera aquella convocatoria al diálogo social que hizo el 5 de mayo cuando fuimos con ATE, el movimiento de mujeres y pymes. Hablamos de todo y la respuesta fue una ley de emergencia inconsulta. Es un gobierno que le falta diálogo y esa ley no fue una buena señal, donde no se discutió ni siquiera en comisiones, lo que afecta la institucionalidad de la provincia. Uno puede entender este proceso de pandemia, pero me parece que se pudo haber hecho de otra manera.

-Hay una análisis, que se comenta en voz baja, que indica que la Ley de Emergencia Solidaria puede ser el comienzo de una reforma previsional que se haría por goteo. ¿Lo ves así?

-El artículo 3 de esa ley deja abierta la puerta a eso que se plantea. Creo que el fallo que tuvimos del juez (Angel) Moia es alentador. Tenemos la expectativa sobre un fallo sobre el punto de los activos.

-¿Qué opinión tenés, más allá de este caso puntual, sobre el Poder Judicial de Entre Ríos?

-Me parece que hay jueces y juezas que hacen honor al lugar que ocupan, pero hay cosas que preocupan. Tengo la sensación que en primera y segunda instancia las cosas se definen conforme a derecho, pero más arriba las cosas se definen desde otro lugar. No precisamente ajustado a derecho y ahí las presiones políticas juegan su rol. Es una apreciación que, cuando uno repasa algunos hechos, lo puede explicar.

-¿Estamos en una situación similar a la de 2001, más allá de los números en el plano de la pobreza y desocupación?

-Me preocupa la post cuarentena. Para esto hay que evaluar las condiciones internacionales. En aquel momento era un país en crisis con un contexto mundial que ponía el valor de las comodites a un precio inimaginable. Hoy la crisis es mundial, esto no nos puede correr de la idea de un escenario muy complejo. Hay un dato: este año a nivel nacional, el déficit fiscal es de 12 puntos. Y la meta del Presupuesto que se estaría por discutir ahora en el Congreso la fija en 4,5. Si estás pensando en bajar 7,5 el déficit, claramente en lo que estás pensando es en ajuste. Estamos en alerta. Va a ser complejo y con mucha conflictividad.

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