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Frigerio presidente

El título de esta nota puede sonar provocador. Y lo es. Apunta a un posible mediano plazo. De acuerdo a cómo se den los resultados de las elecciones de este año, el postulante a la gobernación de Entre Ríos podría quedar posicionado en la primera fila de dirigentes nacionales del PRO.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

Juntos por el Cambio gobierna tres provincias: Jujuy, Corrientes y Mendoza, más la Ciudad de Buenos Aires. Para el próximo período proyecta, como mínimo, duplicar los gobiernos provinciales a su cargo.

Corrientes seguirá estando pintada de amarillo hasta 2025, cuando se complete el mandato del radical Gustavo Valdés.

En Jujuy, Carlos Sadir, el delfín del presidente de la UCR nacional Gerardo Morales, se impuso con comodidad.

En Mendoza, todo indica que Alfredo Cornejo retornará a la gobernación para reemplazar a otro radical, Rodolfo Suárez.

En San Luis, Claudio Poggi, que ya había gobernador con el apoyo de los hermanos Rodríguez Saá, vuelve al poder ahora con el aval de JxC.

En San Juan, Marcelo Orrego termina con un ciclo de dos décadas de gobiernos peronistas. De origen justicialista, en 2019 llega al Congreso de la Nación como candidato a diputado de Juntos por el Cambio.

Con Mendoza prácticamente garantizada, se puede decir que Juntos por el Cambio gobernará Cuyo hasta 2027.

Pero el traspié en Córdoba, que con Martín Llaryora sigue en manos del peronismo, le canceló el proyecto de pintar de amarillo toda la Región Centro. El radical Maximiliano Pullaro se posicionó como el favorito para que Santa Fe vuelva ser gobernada por un radical después de casi seis décadas y Rogelio Frigerio es, desde hace ya un par de años, la promesa de un nuevo gobernador para el PRO en Entre Ríos.

Este es el punto: Juntos por el Cambio proyecta avanzar sobre el mapa de gobiernos provinciales, pero con una clara mayoría de gobernadores radicales.

El gran salto para el PRO sería volver a ganar la provincia de Buenos Aires, con Diego Santilli o Néstor Grindetti. Además, claro, de retener la Ciudad de Buenos Aires con Jorge Macri. Pero ni siquiera tiene garantizada la continuidad en la ciudad que fue cuna del PRO y que podría volver a manos del radicalismo si Martín Lousteau se impone en la interna. Tiene chances de hacerlo como parte del ala moderada que encabeza para la presidencia el actual alcalde, Horacio Rodríguez Larreta. Más difícil aún se presenta la posibilidad de desalojar a Axel Kicillof de la provincia.

Si el PRO pierde la provincia y la ciudad de Buenos Aires, podría quedarse con sólo dos gobernadores propios: Frigerio en Entre Ríos e Ignacio Torres, que es el favorito en Chubut. Pero, de los dos, Frigerio es el que posee mayor volumen político y proyección nacional, con conocimiento en todo el país por haber sido ministro del Interior durante los cuatro años de la presidencia de Mauricio Macri.

En esta hipótesis, Frigerio quedaría posicionado en la primera fila de la dirigencia nacional del PRO. El lugar del que salen los presidenciables.

Ese posicionamiento sería aún más potente en otra hipótesis, menos probable: la continuidad del peronismo en el gobierno nacional, si se diera la serie de carambolas electorales con las que sueña Sergio Massa, el candidato preferido de los empresarios que suponen que sólo un peronista es capaz de llevar adelante un ajuste sin grandes conflictos.

 

La necesidad del territorio propio

Con el desarrollo de su vida personal, profesional y política en la ciudad de Buenos Aires (fue funcionario del segundo gobierno de Carlos Menem a mitad de los 90, legislador porteño por el PRO entre 2011 y 2013, luego presidente del Banco Ciudad hasta 2015 y posteriormente Ministro del Interior hasta 2019), Frigerio viene incidiendo de manera directa en la política entrerriana desde 2013.

Ya se había acercado al tres veces gobernador Jorge Busti unos años antes, pero su primera intervención con resultados electorales concretos fue en las legislativas de 2013 cuando, en sociedad con el padre del peronismo entrerriano contemporáneo, convirtió en senador nacional al hasta entonces dirigente agrario, Alfredo de Ángeli.

En 2015, la intervención de Frigerio fue determinante en el armado electoral del naciente Cambiemos. Y en los siguientes cuatro años mandó en la coalición entrerriana desde el Ministerio del Interior, que tenía bajo su órbita también la llave de la obra pública, clave para los 29 intendentes de Cambiemos, de los cuales 27 eran radicales.

En 2019 se especuló con la posibilidad de que jugara para la gobernación. Pero el trago amargo de enfrentar a un gobernador que iba por su reelección (una tarea complicada en cualquier parte del mundo) y que se veía beneficiado por la reunificación del peronismo y el fracaso económico del gobierno de Macri, quedó para el candidato radical Atilio Benedetti. Se argumentó entonces que Macri necesitaba a Frigerio en el Ministerio del Interior hasta el último minuto de su gobierno.

En los meses siguientes al cambio de gobierno, la posibilidad de que Frigerio se decidiera por la gobernación de Entre Ríos iba atada, en la mesa de las especulaciones políticas de la oposición, a que fracasara lo que por entonces se presentaba como su plan A: gobernar la Ciudad de Buenos Aires, convertirse en el sucesor de Larreta.

La decisión de ir, en 2021, por una banca en el Congreso en representación de Entre Ríos fue el primer paso en firme en el camino a la gobernación. En febrero de ese año, Frigerio comienza una minuciosa exploración de una geografía provincial que desconocía. Ese recorrido fue, desde entonces, continuo. Se interrumpió sólo durante las tórridas semanas de enero de 2022 y de 2023. A lo largo de estos dos años y medio, tejió una red de relaciones que comprende un amplio abanico político en el que, además de la UCR como socio principal del PRO, entran peronistas no kirchneristas, socialistas, vecinalistas de distinto perfil, sectores evangélicos y católicos conservadores.

 

Obligado a un gobierno distinto

El sueño presidencial de Frigerio es un plus que lo distingue entre los aspirantes a la gobernación. No lo tiene ni su competidor en la interna, el radical Pedro Galimberti, ni el candidato único del peronismo, Adán Bahl. Es más, ninguno de los dos referentes principales de la reciente historia política entrerriana, Sergio Montiel y Jorge Busti, aspiraron a la presidencia. Sólo se atrevió a soñar semejante cosa un audaz como Sergio Urribarri, cebado por el poder que le otorgaba su llegada a Cristina Fernández.

Esa característica de Frigerio puede jugarle en contra a los ojos de quienes lo ven como un porteño que “baja” a Entre Ríos con el propósito principal de sumar puntos para su carrera nacional. Pero también puede abrir una expectativa distinta. Se supone que no se propuso ser gobernador para eludir las transformaciones estructurales que necesita la provincia a fin de superar el “estancamiento” que vienen denunciando los dirigentes de la oposición. Se supone que no se tomó la molestia de venir a hacer política a Entre Ríos para encabezar un gobierno mediocre, porque no le sumaría ningún punto.

El experimento de la gobernación tiene sentido para Frigerio si lo proyecta nacionalmente, para lo cual no puede permitirse una gestión que se limite a pagar sueldos y a mantener un status quo de mediocridad. Tampoco, claro, puede gobernar sin acuerdos de base con el peronismo y los gremios que dejen a salvo de las llamas a la puerta de la Casa de Gobierno cuando decida avanzar sobre asuntos impostergables, como la corrección del déficit de la Caja de Jubilaciones.

Si los votos lo llevan a ocupar el principal despacho de la Casa de Gobierno, Frigerio está obligado a superar la vara que dejan los 20 años de peronismo y que dejó el último gobierno radical. Frigerio es cualquier cosa, menos radical. Portador de apellido desarrollista, el líder del PRO entrerriano es ante todo pragmático y dialoguista. Sabe, en particular, cómo hablar con el peronismo. Por eso le hacía tanto ruido a Macri.

Si se hace cargo del gobierno provincial, tendrá mucho para conversar y necesitará de una extrema sintonía con el gobierno nacional. Por eso es que pone tanto cuidado en mantener sus vínculos con toda la dirigencia nacional del PRO, pese a su evidente cercanía política, ideológica y hasta metodológica con Larreta.

Pero Frigerio no tendría muchos problemas si el próximo presidente fuese Massa, a quien conoce a la perfección de los años en los que lo frecuentaba como parte de los diálogos con el peronismo, durante el gobierno de Cambiemos.

Para su carrera política, Frigerio necesita como el agua de un éxito propio. Es infinitamente más importante ser un gobernador exitoso que un legislador de bajo perfil, que no completa sus mandatos, o ministro de un gobierno que terminó mal.

Fuente: Página Política
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