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Desfinanciamiento a las provincias

La angustiante extensión de la crisis

Pasan las semanas, pasan los meses y todo está más o menos igual que a fin de año. La Nación persiste con el ahogo financiero a las provincias. El alerta de Misiones. Los malabares de Frigerio para gestionar sin plata y mantener su apoyo a Milei, con quien comparte electorado en la provincia. El crédito social que se extiende, pero no es infinito.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

La prolongación de la crisis, derivada del histórico desfinanciamiento a las provincias dispuesto por el presidente Milei, sigue siendo la principal preocupación de la gestión Frigerio. La semana pasada se encendieron alertas por el estallido de Misiones, que se explica justamente en el brutal recorte de los recursos nacionales.

Se teme que Misiones sea sólo el primer síntoma de una enfermedad que afecta al conjunto de las provincias argentinas. Cada una lucha con sus propios anticuerpos. En Entre Ríos, la dirigencia oficialista valora que se haya cerrado la paritaria con los docentes, que es siempre la más importante. Garantizaría un espacio temporal de tranquilidad.

Pero el manejo de la crisis es mes a mes. El acuerdo salarial supone una continuidad en el descenso de la inflación. Y la mayoría de los economistas advierte que podría volver a subir en el segundo semestre. Lo que nadie ve –salvo Milei– es una recuperación de la actividad económica en V.

Nadie sabe cuál es la profundidad del ajuste que está en condiciones de ejecutar Milei. Cuál será el resultado de la lucha entre la teoría y el pragmatismo que llevó, por ejemplo, a postergar el aumento de tarifas para evitar que la inflación se dispare.

El reinicio de la obra pública con fondos provinciales que Frigerio anunció la semana pasada vino a confirmar lo dramático de la situación. Ocurrió recién a los cinco meses de asumir el gobierno y cuando sigue sin llegar un peso de Nación. La situación es, en este sentido, la misma que en enero.

La repavimentación de la ruta 32, que une Crespo con Viale, es una obra menor. Es lo poco que se puede hacer en este contexto. Sirvió para calmar la ansiedad que produce la extensión de una crisis que se pensaba resolver dentro del primer trimestre del año, con un acuerdo fiscal que las provincias recibirían como pago por el voto a la primera Ley Bases.

Mientras tanto, siguen probándose ruedas de auxilio. Esta semana, por ejemplo, se esperan novedades que permitirían reactivar otras obras paralizadas. Una posibilidad es que las empresas tomen un crédito con el Bersa (el agente financiero del Estado entrerriano) con garantía de la provincia.

En tanto no se recupere el país federal que interrumpió Milei en diciembre -al menos en parte, con la sanción de un paquete fiscal que aporte recursos coparticipables- todo seguirá  más o menos así. Emergencias, parches, iniciativas que no requieren plata, como la reforma política, y gestos de austeridad en el gasto.

 

Consideración

En este contexto, el crédito del que dispone Frigerio se extiende por dos razones: 1) un peronismo provincial golpeado por la derrota, sin liderazgos, desarticulado, desorientado en su nuevo rol opositor tras dos décadas consecutivas en el poder y 2) la situación excepcional de desfinanciamiento que le permite cargar culpas sobre Milei y facilita, por caso, la comprensión de los gremios.

En situaciones de mayor normalidad, la tolerancia social hacia un nuevo gobierno nunca supera el medio año. Después de los seis meses los problemas ya no pueden atribuirse a la herencia. Pasan a ser propios.

Pero el contexto actual no tiene nada de normal. Y en la provincia, además, el apoyo a Milei está por encima de la media nacional. El ajuste se extiende y sigue siendo mayoritaria la porción del electorado que lo justifica como remedio al fracaso consecutivo de Cambiemos y el peronismo en el poder.

Esto le sirve a Frigerio para estirar un poco más su tiempo de tolerancia social.

 

Votos compartidos

Por una decisión estratégica de evitar la confrontación con Milei, es muy poco lo que Frigerio explica sobre el histórico desfinanciamiento al que lo somete la Nación.

¿Cuál hubiera sido la suerte de Gustavo Bordet si en diciembre de 2015 le tocaba iniciar su gestión en condiciones como las actuales? Por el contrario, ese año el gobernador peronista recibió un auxilio especial de Nación –en el que intervino Frigerio desde el Ministerio del Interior- para ayudarlo a afrontar la delicada herencia financiera que había recibido de Sergio Urribarri.

En el oficialismo nadie ha hecho uso de este argumento tan elemental para defenderse de los cuestionamientos del peronismo, porque implicaría una crítica a Milei. Una crítica a lo que el votante de Frigerio mayoritariamente apoya.

La dirigencia de Juntos por Entre Ríos tiene muy claro que el principal problema de la administración Frigerio es Milei y su decisión de ahogar financieramente a las provincias con el propósito de alcanzar su adulterado superávit fiscal. Pero si el propio electorado de Frigerio mantiene expectativa de una luz al final del túnel del ajuste y le cree a Milei, mal puede el Gobernador explicar sus problemas de gestión en el desfinanciamiento nacional, por más brutal y explícito que sea.

Por ejemplo, la provincia es la que firma los contratos de las obras que se realizan con financiamiento nacional. Cuando se corta ese financiamiento, las empresas demandan a la provincia. En otras palabras, Frigerio se comió embargos por una decisión de Milei. Es bastante sencillo de explicar y de entender. Pero marche preso: los votantes de Frigerio creen en Milei. Contra la fe no hay razón que valga.

 

Temores

Con todo, la moderación de Frigerio es extrema si se la compara con la que expresan colegas de JxC, como Ignacio Torres (PRO) de Chubut, o Maximiliano Pullaro (UCR) de Santa Fe.

Cada uno tiene sus propias razones. Pullaro, por ejemplo, está apostando a la construcción de una alternativa nacional, alineado con el senador Martín Lousteau, el radical más opositor a Milei.

Una buena parte de la dirigencias radical, incluso la más colaborativa con el gobierno nacional, duda sobre la suerte del gobierno de Milei. Más allá de los rechazos y hasta la vergüenza ajena que producen sus excentricidades personales, sus delirios de grandeza, su rancio conservadurismo, sus ataques a Alfonsín, hay un extendido temor sobre la suerte de la economía.

Alarman las señales de desconexión con la realidad del Presidente y su desdén por la gestión. Mientras se jacta de jugar en “otra liga” y viaja por el mundo con financiamiento público para promocionar su figura en reuniones de la extrema derecha, cada vez participa menos de las reuniones de gabinete y apenas si va dos días por semana a la Casa Rosada.

La semana pasada, mientras su cabeza estaba ocupada en pelearse con el gobierno de España, cantar en el Luna Park y pavonearse con la tapa de la revista Time, la Ley Bases se empantanaba en el Senado, el dólar se movía, estallaba Misiones y se desataba la más seria crisis de gabinete. Todo esto, con un mar de fondo en el que se achica la economía, aumenta el desempleo y, a casi medio año del cambio de gobierno, el país se sumerge en una crisis social claramente más profunda que la heredada.

¿Y si Milei fracasa y se va del gobierno culpando a la casta y reforzando su rol de profeta libertario incomprendido? ¿Y si se retira después de haber hecho el trabajo sucio del ajuste que nadie con interés por su futuro político se hubiera atrevido a hacer? En las charlas de café, dentro de JxC algunos se atreven a especular con la posibilidad de que la Presidencia de la Nación debería en tal caso –Asamblea Legislativa y convocatoria a elecciones mediante– ser ocupada por un gobernador. Un gobernador de la Región Centro.

Fuente: Página Política
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