- Por Sara Liponezky
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Manuel Ugarte, uno de los más lúcidos pensadores argentinos del siglo XX, magistral difusor del ideario boloivariano, de San Martín y Artigas decía: “Los pueblos necesitan razones de vivir y razones de morir; las razones de morir son las pasiones, las razones de vivir son los ideales”.
Una verdad que atraviesa nuestra historia y renueva su vigencia en cada episodio revolucionario. Así lo fue en aquel período virtuoso, transformador, emancipatorio, redentor en lo social y absolutamente autóctono que inicio Juan Perón en 1945.
El impacto de sus políticas mejoró sustancialmente la vida de millones de compatriotas. Nos posicionó dignamente ante el mundo y generó el más trascendente desarrollo de nuestra potencialidad nacional. En su pensamiento luminoso y francamente anticipatorio a los tiempos recogió aquella utopía esencial a nuestro destino de la integración latinoamericana Con su proyecto de continentaismo . Un desafío pendiente.
Así construyo un liderazgo nunca superado en nuestro país. La intolerancia de los grupos de poder económico de sus aliados civiles y militares, ante ese proceso de bienestar colectivo, soberanía política y económica e integración regional estalló. Motivó el «Viva el cáncer» cuando murió Evita. Y provocó el derrocamiento del gobierno en 1955, con el consecuente exilio del General.
El exilio por motivos políticos, como ha sido estudiado por entendidos, es una forma de proscripción, no solo de la escena política sino de la propia historia que nos atañe a todas y todos. Y así lo hicieron, aplicando una estrategia de ocultamiento, falsificación, destrucción de archivos, cárcel, desapariciones y prohibiciones sistemático y perverso.
La insolencia de las bestias carece de racionalidad. Lejos de obtener sus propósitos aquella década había marcado a fuego en la vida de una comunidad, que emergió de la exclusión, accedió a beneficios inéditos y conquistó derechos. Ellos y ellas fueron la encarnadura de una formidable Resistencia.
Los altares que ardieron el tristísimo 26 de julio de 1952, fueron hogueras encendidas para reclamar el regreso de Peron a la Patria. Entretanto hubo episodios electorales en una democracia amputada. Faltaba el hombre que representaba la adhesión mayoritaria de nuestro pueblo. Las generaciones que retomamos aquella bandera del «Luche y Vuelve» tuvimos el privilegio de vivir aquel regreso triunfal del 17 de noviembre de 1972. Sentimos que coronaba la lucha de tantas y tantos militantes que sostuvieron la Causa al costo de vidas y destierro, con enorme pasión y convicción.
Para la Argentina era una oportunidad de superar la farsa democratista, de reunir a la soberanía popular con su más legitimo representante.
El 17 de noviembre forma parte de la liturgia y la agenda del Movimiento nacional y es cada año, un homenaje a aquella patriada memorable. Nos impone un compromiso de hierro con aquel legado siempre intacto.
- Exdiputada nacional, directora del Museo Provincial «Eva Duarte de Perón».