Por Fabián Rogel (*)
El radicalismo, como partido popular, ha venido perdurando por más de cien años en la vida política y democrática de la argentina, al igual que el peronismo lo ha venido haciendo por más de 70 años. Las horas que están transcurriendo en el radicalismo a nivel nacional están dejando un sabor amargo, sobre todo para los que creemos y seguimos pensando que el radicalismo, al igual que el peronismo, deben refundarse, pero nunca desaparecer.
Se han tomado decisiones que terminaron con la fractura del bloque de diputados nacionales, donde aparecen sectores que parecieran ser que se sienten cómodos conviviendo con el actual gobierno nacional y acompañando las medidas que ha tomado el actual presidente.
Observo tristeza en la gente común que sigue soñando con un radicalismo que vuelva a sus orígenes y a las causas profundas que lo parieron en la historia frente a la realidad de ver diputados nacionales que están acompañando al presidente de la Nación en las peores leyes que ha dictado.
El radicalismo no tuvo opción ni propuesta electoral en las últimas elecciones, pero ahora se trata de acompañar el dolor de la gente; se trata de tener dignidad en este momentos de zozobra y angustia que está atravesando el pueblo argentino. No se trata de acompañar sin decoro el desguace de la República Argentina.
Al Estado nacional no lo inventaron los radicales. El Estado nacional y la República Argentina existen porque las provincias alguna vez pusieron algo de sí para conformar esta gran nación. No somos un archipiélagos de provincias, somos una república que sigue siendo, en el concierto de las naciones, una país que los poderosos del mundo desearían repartirse y quedarse con la mejor tajada de lo que a cada uno le interesa.
Por estas horas, los únicos capaces de ordenar la discusión política que existe hoy en la República son los radicales, que al igual que en momentos difíciles lo hicieron nuestros fundadores, Hipólito Yrigoyen, Leandro Alem, Arturo Illia y Raúl Alfonsín, que son los ejemplos a seguir. Y los peronistas también deben volver su mirada a lo mejor de Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón.
Hay un pueblo que espera que los mejores hombres y mujeres, los más decentes vengan del partido que venga, se encuentren en el verbo común de la patria grande. No debemos ser una factoría que está siendo gobernada para ver quién se queda con la mejor parte.
El radicalismo está viviendo una profunda crisis y los traviesos y los desmemoriados deben recordar que le dimos a este país, después de tres revoluciones armadas, el voto universal y secreto, la educación libre y gratuita, la universidad pública, el petróleo con Mosconi, los medicamentos gratuitos con el ministro Oñativia y con Illia, entre otras grandes cosas.
No olvidar y no traicionar es lo que espera el gran pueblo argentino de nosotros.
(*) Referente de la UCR y actual presidente del bloque de diputados provinciales.
Fuente: Página Política