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Colonia Avellaneda: unos más nerviosos que los otros

El supuesto intento de JxC de escrachar al intendente de Colonia Avellaneda en su casa sirvió para medir el grado de ansiedad que atraviesa a la dirigencia de los dos frentes mayoritarios ante a las elecciones. Unos y otros exageraron, cuando en realidad no pasó nada. Pero pudo haber pasado.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

Afortunadamente, se puede afirmar que en Entre Ríos no se registra violencia política. Es lo primero que hay que rescatar del revuelo que armó lo que el peronismo denunció como una agresión al intendente de Colonia Avellaneda, Ariel Weiss, de parte de una caminata de Juntos por el Cambio, encabezada por el candidato a gobernador Rogelio Frigerio.

La reconstrucción de lo ocurrido el sábado a la mañana frente a la casa de Weiss resulta una tarea difícil, porque no hay registros fílmicos completos. Para saber lo que pasó sólo están los relatos de ambas partes. Y, claramente, los dos suenan exagerados o sesgados, como corresponde a los tiempos de campaña.

Los cruces de acusaciones que se sucedieron desde el sábado hablan más de la ansiedad por la incertidumbre del resultado electoral que del hecho en sí. Por lo que dijo el propio Weiss, todo lo que pasó fue que los militantes de JxC, “llegaron hasta el frente de mi casa, se sacaron fotos, dieron vueltas y retomaron el curso de la caminata”. El intendente afirmó que “no hubo griteríos mayores”.

Sin embargo, interpretó que la “intención de llegar hasta el frente de mi casa” resulta “un acto de patoterismo, intimidatorio”.

¿Es para tanto? ¿Está prohibido pasar por la puerta de la casa de un intendente?

Parece mucho. Pero sólo porque la caminata fue tranquila ¿Qué hubiera pasado si entre los participantes del acto proselitista se encontraba algún violento que, por ejemplo, hubiese arrojado una piedra a la casa del intendente? ¿Qué pasaba si esa piedra causaba un destrozo material?¿Cuál hubiera sido el escenario si alguien salía lastimado?

Afortunadamente nada de eso pasó. Pero tranquilamente pudo haber pasado. Hay algo que a veces se pierde de vista. Los candidatos y los punteros políticos no tienen todo controlado en un acto de campaña. Es lo que ocurre con el uso que se le suele dar a las fotos cuando un dirigente aparece retratado junto a un narco, por ejemplo. El narco puede ser un financista del político (en Paraná pasó y dentro de Cambiemos), o puede ser un absoluto desconocido que pide una foto a un político en busca de votos.

No está prohibido pasar por la puerta de la casa de un intendente, pero no es aconsejable que lo haga una caminata electoral en un contexto de crisis como el actual. Es un error de los que decidieron llevar a Frigerio a esa cuadra de Colonia Avellaneda. Y es un error de Frigerio haber aceptado pasar por la casa de Weiss. Cualquier hecho de violencia hubiera jugado en contra del candidato a gobernador.

Por suerte, para Frigerio y para la convivencia política en Entre Ríos, no pasó nada. Las reacciones de condena y de solidaridad con el intendente de parte del peronismo resultaron realmente exageradas, a juzgar por las declaraciones del propio Weiss. Pero también fueron desproporcionadas las respuestas de JxC a esas condenas del peronismo.

La verdad es que ambos están nerviosos. Y eso no debería sorprender a nadie a un mes de una elección general que renueva todos los cargos electivos, en un escenario de una altísima incertidumbre.

El peronismo afronta su elección más difícil en dos décadas. Viene de perder cinco provincias y encabeza un gobierno nacional que no consigue frenar la inflación más alta de los últimos 30 años. No hay devolución del IVA que mitigue el estropicio que este gobierno peronista está provocando en el bolsillo de los trabajadores de más bajos ingresos, una enorme parte de ellos informales, sin tarjeta de débito.

Y Frigerio, que hasta principios de agosto era el número puesto para suceder a Gustavo Bordet en la gobernación, viene de recibir menos votos –en términos individuales– que su rival del peronismo, Adán Bahl, todavía un desconocido para muchos electores entrerrianos. Además, carga con la posibilidad de que la candidata a presidenta que encabeza su boleta quede fuera del balotaje, según miden la mayoría de las encuestas para el orden nacional.

Frigerio tiene sus razones para ser optimista, que Página Política resumió en la siguiente nota:

Y el peronismo puede esperanzarse, por la eventual combinación de un conjunto de factores, con retener la provincia.

Pero la dirigencia de los dos frentes mayoritarios sabe que, en menos de cuatro semanas, todo el escenario político puede modificarse drásticamente y muchos no tienen idea de cómo van a sobrevivir o, para decirlo en otros términos, mantener sus privilegios. Por las dudas, algunos ya se están calzando las zapatillas para correr, presurosos, en auxilio del vencedor.

Pero esos son los dirigentes. Los militantes lo viven de otro modo. Más visceral. Más auténtico. Con posiciones menos acomodadas, padecen más la crisis. Y pueden dejarse llevar más fácil por un clima de violencia.

Mejor no manifestarse en la puerta de la casa del adversario.

 

Fuente: Página Política
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