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El machista de manual y el fantasma de la paridad

Detractores de la Paridad imaginan el arribo masivo de amantes e hijas. El mérito que se le exige sólo a la mujer. Llegar a la igualdad “naturalmente” cuando lo dispongan los “meritorios” que ejercen el poder. La falacia de la “verdadera transformación” que deberíamos esperar en casa.
Luz Alcain
Por: Luz Alcain
@luzalcain

Hay un dirigente entrerriano –cuarta generación en familia de políticos varones– que ante cada paso que da la paridad hacia la sanción de la ley dedica un tiempo a acercar sus advertencias a esta redacción.

Su machismo se expresa en la versión que “honra” a la mujer por su condición de madre, ama de casa, portadora “natural” de amor incondicional, forjadora de un hogar que a lo largo de los años acompañó la vida política de un varón por cada generación.

Es la versión machista según la cual se considera una “deshonra” a las mujeres de bien que una ley “imponga” su participación en política. “¿Cuál sería el mérito que tendrían para llegar? ¿Ser simplemente mujeres? ¿Así se las trata?”, argumentan algunos.

Sin mirar sus propios modos de arribar al poder -obviando que la última palabra la tiene la voluntad del pueblo-, sin ruborizarse por ser hijos, nietos, socios, hay quienes preguntan por qué, qué es lo que explica que haya una mujer sentada en una banca. Y la respuesta que esperan es una sola: el nombre de con quién se acostó para ser parte de una lista. O puede haber otra pregunta: hija de quién, nieta de quién, madre de quién es esta mujer para ocupar un puesto. Ese mismo puesto en el que no hace ruido un varón que lleva tres mandatos, a salvo en la lista sábana.

Este dirigente que advierte acerca de los males que vendrían de la mano de la paridad, reitera su preocupación por la libertad de expresión de quienes estarían en contra de la ley pero votan a favor. En efecto, salvo la voz de Nicolás Mattiauda en la Cámara baja, no se han escuchado expresiones públicas en contra de esta ley. Se preocupa por estos días este dirigente que tiene hermanas, tías, tías abuelas que no hicieron política, que quién sabe por qué siempre eligieron otra cosa. El también prefiere no hacer pública su posición. Tal vez no sea vulneración de la libertad de expresión. Tal vez sea pudor no más. Tan simple como eso. Pudor. Tan atinado a veces.

Para este dirigente, un cambio profundo será el que se vea cuando “escuchemos hermosas ideas de inteligentes y valerosas mujeres entrerrianas”. Pero en cambio, sólo espera de la paridad el arribo al poder de “un montón de seres faltos de propias ideas”, cuestión que hasta el momento no lo había preocupado. Se preocupa si del otro lado levantan la voz para replicar sus argumentos. Por eso, asegura, advierte: “No seré yo quien intente burlar la participación de la mujer con prácticas deleznables. Serán los que hoy guardan silencio y falsa adhesión”.

Este anónimo enemigo de la paridad, cierra todas sus exposiciones por Whatsapp con una cita, siempre la misma, de Arturo Jauretche: “No hay que cambiar de collar. Hay que dejar de ser perro”. Y de este lado se buscan traducciones: el collar, el perro. ¿Supondrá que a partir de ahora jalaría del collar una mujer? ¿Qué hay con eso? ¿Y el perro? Sí. Se entiende. La historia de la dominación económica y cultural. Dejar de ser perro. De antemano, Jauretche no excluye a las mujeres de tan alto objetivo político.

No se trata, con la Paridad Integral, de cambiar de collar, ni de dejar de ser perro. No se trata -aunque inevitablemente suceda- de cambiar la política y las instituciones. Se trata de garantizar la equidad de género que no se ha dado. Se trata de dejar de excluir a las mujeres que reman de atrás, piden el voto, pelean en su vecinal, trabajan a destajo en un club pero son excluidas de los espacios de poder, de la toma de decisiones.

No se trata de dejar de ser perro. No viene a cuento. Se trata de la equidad que es justicia y que consagra la Constitución provincial. En todo caso, la Paridad Integral garantizará que los procesos de transformación social, el diseño y puesta en marcha de las políticas públicas que abonen a una sociedad mejor, sea protagonizada por mujeres.

La renovación será inevitable. Se dará de hecho. Algunos sólo verán “un aluvión zoológico” de mujeres, amantes, hijas, arribando a los espacios de poder hegemonizado por varones. Otros, otras, verán la posibilidad de consolidar un país mejor que no excluya a mujeres, lesbianas, travestis y trans del ejercicio de la ciudadanía. Modestamente, y de arranque, la ley viene a hacer justicia y a cumplir una manda constitucional. Tanto como eso.

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