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En qué basa su esperanza el peronismo

Hay una serie de razones por las que distintos sectores del peronismo suponen que aún tienen chances de conservar el poder. Aquí se las ordena, con una cuota de mirada entrerriana.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

La esperanza del oficialismo para este año electoral está apoyada en cuatro pilares:

1.- Recuperación del poder adquisitivo por freno a la inflación.

2.- Las peleas en Juntos por el Cambio que dividen el voto opositor y abren dudas en el electorado sobre la capacidad de la alianza de macristas y radicales para no volver a fracasar en el gobierno.

3.- El escenario electoral de tercios que produce la irrupción de Javier Milei y que vuelve más competitivo al peronismo, aún en su piso histórico.

4.- Que el oficialismo pueda ir con un candidato a presidente  preferido por el círculo rojo, como Sergio Massa, con capacidad de disputar el voto blando del centro a JxC. Siempre, claro, con el FdT unido “en la diversidad” y bancando un ajuste que en Argentina parece que sólo puede instrumentar el peronismo.

 

La elección de 2021

Una recuperación plena del poder adquisitivo de la población le permitiría, a cualquier gobierno de cualquier país, pensar en la posibilidad de una continuidad en el poder. Pero ¿puede alcanzar con una recuperación a medias, o un camino de recuperación que ofrezca al menos una perspectiva de un futuro mejor? En el peronismo creen que sí.

La razón principal es que Juntos por el Cambio, la fuerza en mejores condiciones de alternar en el poder, no ofrece, para una buena porción del electorado, garantías de no volver a fracasar en el gobierno.

Esto explica lo ocurrido en las elecciones legislativas de 2021, en las que, en rigor, no ganó JxC sino que perdió el peronismo. Hubo un fenomenal derrumbe electoral del peronismo, pero esos votos que perdió  -moderados, de centro-  no se fueron a JxC. Estaba todavía muy fresco en la memoria el estropicio económico que había causado el gobierno de Mauricio Macri entre 2015 y 2019.

En 2021, el peronismo fue castigado por no haber cumplido con su mandato electoral –que, básicamente, consistía en arreglar la economía– y por una coyuntura derivada de los efectos perjudiciales de la cuarentena, que afectó especialmente a los cuentapropistas, quienes veían como los refugiados en el Estado (muchos de ellos militantes o simpatizantes kirchneristas) pasaban esos meses de encierro sin trabajar y hasta conseguían vacunas antes que el resto. Por si hacía falta algo más para irritar al voto blando, el Presidente hizo una fiesta en Olivos en medio de las restricciones y con ello justificó que se identifique como una “casta” a la mayoría de la dirigencia. En 2021, el voto castigo al peronismo tuvo muchos componentes no económicos.

Pero la alta emisión a la que obligó la pandemia en todo el mundo, tuvo pronto en Argentina un efecto multiplicador sobre una inflación que ya era alta (Macri la había dejado por encima del 50%) y que se potenció además por la interna a cielo abierto que atravesó al gobierno peronista al punto de volverlo, por momentos, incompetente.

La dirigencia de JxC observó como la cúpula del FdT asfaltaba el camino para su retorno al poder. Paradójicamente, esa percepción de una segura victoria electoral en 2023 precipitó durante 2022 la interna en la coalición opositora: se instaló la idea de que JxC ganaría, cualquiera sea su candidato. La mejor manera de fragmentar los liderazgos.

La interna fue escalando, particularmente entre Horacio Rodríguez Larreta, candidato de las moderadas palomas y Patricia Bullrich, la opción más competitiva de los halcones.

Poco reparó ese entusiasmo en JxC en el dato central de 2021: que no lograron quedarse con los votos moderados perdidos por el FdT. En Entre Ríos eso se notó con mucha claridad. En su debut como candidato, Rogelio Frigerio hizo una muy buen elección, si se mide en términos porcentuales, cuando se alzó con el 54% de los votos. Sin embargo, el líder del PRO entrerriano recibió menos sufragios que el radical Atilio Benedetti cuatro años antes, para una elección similar de medio término y con un padrón electoral más chico.

 

Viejo conocido

JxC ya no es lo que era en 2015. Ya no es la esperanza de un cambio (expresada hasta en la propia marca Cambiemos) que se ofrece tras el cansancio de una amplia parte del electorado con los 12 años consecutivos de kirchnerismo. En la instancia 2023, JxC es una fuerza electoral que ya pasó por el poder y terminó mal, al punto que su presidente no pudo reelegir.

Y hoy con su feroz interna –especialmente dentro el PRO– está demostrando no sólo una notable ausencia de liderazgo (no hay un Macri de 2015, que mida por encima del resto), sino algo quizás más complicado: la coexistencia dentro de JxC de proyectos e ideas muy distintas para el ejercicio del poder. La experiencia del gobierno del FdT demuestra lo perjudicial para la gestión que puede resultar la combinación estos defectos.

Es lógico que, en este contexto, una buena parte del electorado que votó a Cambiemos en 2015 sienta que hoy JxC no le ofrece garantías. Sus dirigentes no han explicado hasta ahora, de un modo claro y unánime, qué cosa distinta van a hacer para no volver a fracasar en el poder. Y el hecho de que Macri, después de que muchos intentaran jubilarlo, haya crecido en la consideración interna de JxC reafirma esta ausencia de autocrítica.

La diferencia entre palomas y halcones es mucho más que de formas ¿A dónde irían en la elección general  los votos a Bullrich si en las PASO se impone Larreta? Muchos creen que fugarían a Javier Milei.

 

Milei, Massa y la “proscripción”

La irrupción del libertario, basada en el fracaso sucesivo de las dos coaliciones mayoritarias, es la principal novedad de esta elección. De la polarización de 2019, en la que el FdT y JxC agruparon a más del 90% de los votos, se pasa ahora a un escenario de tercios. Esto vuelve más competitivo al FdT, que tiene como piso electoral un 30% de los votos.

En JxC argumentan que ese piso puede alcanzar para entrar al balotaje, pero no para ganarlo. Imaginan que en la segunda vuelta, los votos de Milei (a quien suponen tercero) irán en su gran mayoría a la coalición de centro derecha.

Pero qué pasaría si el candidato del oficialismo fuera Massa, en la hipótesis, claro, de un éxito en el control de la inflación que por estos días no se atisba. Massa es el dirigente más competitivo dentro del FdT para juntar votos no peronistas, de centro. El único que puede disputarle el electorado a JxC, en particular si el candidato termina siendo Larreta.

Larreta y Massa no sólo son amigos personales, o lo fueron durante años, sino que coinciden en ser candidatos confiables para el poder establecido. Incluso muchos de los “dueños de la Argentina” ven a Massa como un candidato más confiable que Macri, con quien varios de ellos ya se pelearon en su paso por el poder.

El repunte de la inflación, que volvió a subir al 6% mensual en enero y el operativo clamor para que Cristina sea candidata, surgido de la mesa política del FdT del jueves pasado, desdibujaron un poco la idea de Massa como el candidato natural del peronismo en esta coyuntura.

Pero si Massa no termina siendo el candidato, será porque fracasó en su intento por controlar la inflación y, en tal caso, no hay futuro para nadie dentro del FdT. Por otro lado, está claro que Cristina no será candidata, porque no puede serlo nadie que esté “proscripto”, como afirma el kirchnerismo y avaló la declaración de la mesa del FdT.

 

La mecha y el bidón

El dirigente de JxC de Córdoba, Luis Juez, dijo algo muy interesante. Afirmó que, por estos días, la cosa no explotaba porque “los dueños del bidón y de la mecha” estaban en el gobierno y no en la oposición. Decir eso implica asumir que sólo un presidente peronista puede contener el malestar social que deriva de un ajuste, como el que se está ejecutando actualmente a consecuencia del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

¿De qué forma, con qué espaldas políticas piensa JxC ejecutar el duro ajuste que propone, por caso, el libro de Macri, hoy por hoy la única plataforma opositora? Juez podría ser un buen jefe de campaña de Massa. El cordobés está admitiendo que, como lo ha demostrado Carlos Menem, sólo el peronismo está en condiciones de llevar adelante un gobierno auténticamente neoliberal. Al lado de Menem, Macri fue socialdemócrata. Pero ya avisó que, si vuelve, será como Menem.

A propósito de menemistas o ex menemistas, algunos peronistas entrerrianos vienen señalando, desde el año pasado, que hay posibilidades de resistir, como en 2015, la ola nacional de Cambiemos. Observaban que un escenario de tercios en elecciones unificadas con las nacionales podría complicar a JxC en una provincia sin segunda vuelta electoral.

Ahora volvió la lluvia. Pero la sequía ya hizo estragos y afectará muy fuerte este año el ingreso de dólares al país. En la oposición entrerriana, muy ligada al campo, algunos subrayan este dato para suponer que finalmente el gobernador Bordet terminará desdoblando las elecciones provinciales en un intento por despegarse del fracaso económico nacional y, al menos, salvar los municipios que gobiernan. Sería el escenario más favorable para Frigerio, por una serie de razones que se analizan en la siguiente nota:

 

Fuente: Página Política
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