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Peronismo entrerriano

La ilusión de volver a resistir la ola

En las filas del peronismo provincial algunos comienzan a esperanzarse con la posibilidad de resistir, como en 2015, la ola nacional de Cambiemos. A pesar de que Frigerio es más candidato que De Angeli, ven que un escenario de tercios en elecciones unificadas con las nacionales podría complicar a JxC en una provincia sin segunda vuelta electoral. Le prenden una vela a Massa y a Macri.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

En 2015 el PJ de Entre Ríos logró retener la provincia y resistir la irrupción de Cambiemos, que venía a poner fin a los 12 años de kirchnerismo. Lo hizo con un candidato moderado como Gustavo Bordet, que interpretaba el final de un ciclo, tras ocho años del kirchnerista Sergio Urribarri.

Bordet ofrecía un perfil de peronista de buenos modales, más potable para el electorado cansado de Cristina Fernández. En una simplificación, se podría decir que el PJ entrerriano pudo resistir la ola nacional de cambio de 2015 porque fue con un candidato no kirchnerista.

Pero Cambiemos hizo su aporte, cuando Mauricio Macri impuso a Alfredo De Ángeli como el candidato a gobernador. Su delegado de entonces en Entre Ríos, Rogelio Frigerio, informó que el único candidato a presidente competitivo de Cambiemos sólo pegaría su boleta con el postulante a la gobernación del PRO. Siempre se habló de la falta de compromiso de dirigentes radicales -y también del PRO- para militar por De Ángeli.  Los resultados demostraron que una porción del electorado de Cambiemos evaluó que el chacarero (ya por entonces senador) no estaba a la altura del cargo mayor en la provincia. En 2015 ganaron en Entre Ríos Macri y Bordet.

En 2015, la oposición ofreció dos opciones competitivas: además de De Ángeli, estaba la fórmula del Frente Renovador que integraron Adrián Fuertes y Jorge Busti. Esta tercera alternativa, dividió el voto opositor, pero al mismo tiempo restó votos al PJ por su clara identidad peronista.

 

Dividir el voto opositor

Al evocar 2015 y de cara a 2023, algunos sectores del peronismo se esperanzan con la irrupción de Javier Milei en un escenario electoral que todos los consultores pronostican será de tercios, más pronunciado que en 2015 y definitivamente no ya de polarización como en 2019.

La polarización de 2019 se debió al mantenimiento de Cambiemos (alianza de la UCR y el PRO) y al nacimiento del Frente de Todos, que unificó al PJ con el Frente Renovador. De hecho, la suma de votos que los dos espacios peronistas obtuvieron en 2015 explica en buena medida el histórico 57%  con el que Bordet obtuvo la reelección en junio de 2019, en elecciones provinciales separadas de las nacionales.

Cuatro años después, la solución táctica de estos peronistas esperanzados es la simultaneidad electoral, porque asegura la efectividad del daño que Milei puede hacer a JxC en la provincia, al dividir el voto opositor restando por derecha entre el electorado que viene acompañando al PRO.

Solo en una elección provincial que se realice junto con la nacional, el rostro del líder libertario se podrá ver en los cuartos oscuros de Entre Ríos encabezando la extensa boleta sábana. Eso no ocurriría si Entre Ríos votara separado, porque Milei no tiene un candidato a gobernador competitivo que en la provincia pueda ocupar su lugar como llamador del voto anti “casta política”. Al menos por ahora.

Además, en una elección simultánea los candidatos a gobernador de Juntos por el Cambio se verían obligados a definir su opción nacional. No sería un problema para Pedro Galimberti, si es que el radicalismo cumple con su propósito de marchar con un único candidato a presidente; pero resultaría inconveniente para Frigerio, que debería tomar partido en la fuerte interna presidencial del PRO, algo que el candidato a gobernador preferiría evitar para reducir las divisiones en su propia tropa.

La posibilidad de que el gobierno nacional busque suprimir las PASO es, por ahora, sólo una especulación desmentida desde el oficialismo.

 

Sobrevivir

El escenario de tercios es complicado para retener el gobierno nacional por parte del Frente de Todos. Los consultores dicen que, con viento a favor, el peronismo unido puede llegar hoy al 30%, muy lejos del 49% que le permitió ganar en primera vuelta en 2019. La crisis le ha hecho perder el apoyo del electorado blando, que votó a Alberto Fernández para que arreglara el estropicio económico del gobierno de Mauricio Macri. Y, por ahora, no se ve que pueda sumar nada como resultado de su gestión. Con un 30% y en un escenario de tercios el FdT no superaría el balotaje. La mayoría de los votos de Milei irían en segunda vuelta para JxC.

En la provincia, en cambio, no hay segunda vuelta. Se gana por un voto, sin necesidad de conformar mayoría. Y algunos peronistas entrerrianos sueñan con volver a resistir la ola de cambio y final de ciclo, como en 2015.  Todo esto, a pesar de que esta vez el contrincante sea Frigerio, un candidato objetivamente más competitivo que De Ángeli, y que el peronismo todavía no haya definido un postulante a la gobernación, como para medir su competitividad.

Naturalmente, todas estas especulaciones se tejen sobre el telón de fondo de la marcha de la economía que, por ahora, es mucho peor que la de finales de 2015, con una elevada  inflación que golpea de lleno en la base electoral del peronismo. En este plano, no hay magia: reeligen los gobiernos exitosos y caen derrotados los que fracasan con la economía. Así de simple. Bien lo sabe Macri.

Los peronistas esperanzados se toman de las manos y prenden un par de velas. Una a la gestión económica de Sergio Massa, que con su ajuste -ahora apoyado por el kirchnerismo versión fiscalista- parece estar logrando al menos evitar la explosión. La otra vela es para Macri y sus planteos de pureza para la reedición de Cambiemos que hacen ruido en la interna de JxC y chocan en la provincia con el modelo de alianza que pregona Frigerio, abierto al peronismo.

En 2015, Macri era lo nuevo, la promesa de cambio ante el agotamiento social con los 12 años de kirchnerismo. Hoy es el nombre que recuerda que Cambiemos gobernó hace sólo tres años y que, sin pandemia ni guerra de por medio, dejó un país fuertemente endeudado y con alta inflación. Frigerio fue ministro los cuatro años de ese gobierno, dato elemental que en el peronismo provincial sólo parece recordar Urribarri.

Todo ese sueño de supervivencia peronista necesita de la simultaneidad electoral, que da más tiempo para ordenar el descalabro económico y complica al adversario en la provincia. Muchos creen, además, que Bordet no se arriesgará con un desdoblamiento a perder su poder de mando antes de tiempo.

En 2015, el PJ entrerriano pudo resistir la ola nacional de Cambiemos porque fue con un candidato no kirchnerista. El apoyo que recibió Cristina este fin de semana da una idea del peso que podría tener la ex presidenta en el armado de listas de una elección simultánea. Es sólo una idea. Falta una eternidad. En el medio, podría pasar cualquier cosa, como que los kirchneristas movilizados se entusiasmen, emocionados por recuperar las calles después de tragar tantos sapos y empiecen a protestar contra el ajuste impuesto por el FMI y ejecutado por el gobierno nacional y popular.

 

Fuente: Página Política
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