
Un trompo que da vueltas pero se mantiene casi en el mismo lugar es una imagen ajustada a lo que fue y es el devenir de Marcelo Casaretto.
En toda su carrera política estuvo cerca del poder, pero de manera personal, sin pertenencia o ungido por alguna facción del peronismo o de cualquier ámbito. Quizás sin saberlo o analizarlo, su caso haya sido una muestra temprana de la personificación de la política.
Canchero y atrevido, el diputado nacional construyó una imagen simpática para la prensa a través de una herramienta sencilla: atiende el teléfono y responde lo que se le pregunta. No predispone el más mínimo esfuerzo en esconder un panorama oscuro así lo tenga a él como parte responsable de la situación que describe.
El contador hizo un recorrido prolijo en la política. Sobre todo para el tiempo que le tocó recorrer, como fue el advenimiento de la democracia. Todo empezó en la universidad, ámbito que sabía ser la cantera de dirigentes. En 1988 tuvo su primer cargo electivo. Se consagró presidente del Centro de Estudiantes en la Facultad de Ciencias Económicas en una alianza de peronistas y la Democracia Cristiana, lo que luego se expresaría a nivel nacional en el Frejupo, que llevó a Carlos Menem a la presidencia de la Nación. Su vida estudiantil también lo llevó a ser consejero directivo y superior en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), mientras terminaba la carrera. En 1990 se graduó.
Fue Rodolfo Tomasone, que lo tenía como ayudante de una cátedra, el que lo invitó a sumarse a la administración pública por primera vez. Ingresó al Ministerio de Economía, que estaba al mando de Eduardo Lalo Macri. Corría el segundo gobierno de Jorge Busti (1995-1999) y tras la salida de Macri, el joven ocupó su lugar. Antes se había desempeñado como ejecutivo del Sistema Nacional de la Profesión Administrativa (Sinapa), una especie de escuela en la administración dirigida por Gustavo Béliz.
Con el peronismo fuera del poder, el hombre oriundo de Maciá pero ya instalado hace más de una década en Paraná, se convirtió en senador provincial por el departamento Tala y presidente del bloque. Desde su banca torpedeó a la gestión de Sergio Montiel con Faustino Schiavoni como secretario de bancada y Néstor Banegas asesor de prensa. Informes lapidarios sobre el estado económico de la provincia llevaban la firma del legislador y ex funcionario.
La explosión de la crisis puesta en escena en las dramáticas jornadas de diciembre de 2001 encontró a Casaretto dispuesto a dar una interna en el seno del Partido Justicialista para la gobernación en 2003. La vuelta al poder del peronismo era cantada. Y la figura de Busti indiscutible para emprender ese retorno. El contador, con 33 años, lo enfrentó. Consiguió amigos para la aventura que pretendía desbancar al supremo del PJ. El concordiense ojeaba las cartas que le mostraban los rostros de Adolfo Rodríguez Saa, Carlos Menem y Néstor Kirchner. José Manuel De la Sota era el candidato del “piloto de tormenta” Eduardo Duhalde, que estaba en ejercicio de la Presidencia. Casaretto no especuló ni esperó que se aclarara el panorama. Se la jugó por el cordobés. La explicación que da es que entendía que un presidente de la Región Centro, que hace poco había nacido como una comarca territorial para discutir varias cuestiones, podía ser positivo.
Busti venció a Casaretto en la interna, pero luego lo convocó como asesor externo.
En 2005 otra vez quiso ser candidato, pero a diputado nacional. Su postulación fue judicializada y el entonces gobernador le hizo la vida imposible, recuerda, pero fue a la interna y obtuvo el 15 por ciento. Sin espacio ni organización. Como en la primera oportunidad, con apenas un grupo de dirigentes que tenían diferencias con el tres veces mandatario.
La vuelta
En 2007 el contador se desempeñaba como docente en la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) y hacía política en la UNER. Mientras tanto terminaba la maestría en Historia Económica y de las Políticas Económicas en la UBA.
Con la asunción de Sergio Urribarri, Casaretto fue asesor de la Vicegobernación a cargo de José Eduardo Lauritto. Cursó, en ese tiempo, un posgrado en Políticas Públicas en la Universidad de San Andrés.
Durante el conflicto entre el gobierno nacional y las entidades agrarias, el contador se mostró distante. Algunos lo vincularon a posiciones cercanas al reclamo rural, donde se ubicó Busti. Lo cierto es que evitó la grieta y años después dijo: “Si hay algo que no tengo es olor a bosta de vaca”.
Cuando Urribarri asumió la segunda gestión lo convocó y Casaretto le propuso crear un organismo de recaudación, que dio en llamar Administradora Tributaria de Entre Ríos (ATER) que presidió.
Casaretto se jacta de dos cosas. De haber llevado de 2 mil millones a 8 mil millones la recaudación en cuatro años; y de ser el primer funcionario que estando en el cargo denunció, públicamente, un caso de corrupción que luego la Justicia investigó y elevó a juicio. Estamos hablando de la causa ATER.
Fanático del básquet, aprovechó esa pasión para hacer política en el Club Atlético Echague integrando la comisión directiva y luego la Vicepresidencia.
En pleno gobierno de Cristina Kirchner y con el cepo al dólar, Casaretto se vio en el medio de una polémica cuando puso en sus redes su participación en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Medios locales se preguntaron cómo un funcionario había podido viajar con la medida establecida por el gobierno nacional.
Contestó por Facebook, desde el Reino Unido: “Con relación a los comentarios negativos realizados por algunos medios/personas, agradezco que me tengan en cuenta, como algo tan importante en sus vidas y que estén tan pendiente de mis movimientos y de mis vacaciones. Para quienes estén lejos de las operaciones y les interese, explico: La AFIP y el BCRA habilitan a que los viajes al exterior se paguen con tarjetas de crédito. En este caso pago en 6 cuotas en pesos, sin intereses. Por dudas dirigirse a VISA, o Turicentro, agencia de turismo oficial de los Juegos Olímpicos en Argentina. Así se cubren pasajes aéreos, hotel y entradas al evento. No se necesita moneda extranjera”, puso esto último con mayúsculas. Y se despidió: “Tengo vacaciones, como cualquier ciudadano, calculo que críticas similares existirían de parte de quienes las hacen si estuviera o en Carlos Paz o Mar del Plata o Brasil o en donde fuera. No sean resentidos, piensen en crecer más como personas cada día en lo que de uno depende, y no estar tan pendientes de la vida de los demás. Atentamente”.
En 2019 volvió a viajar, pero ahora al mundial de básquet en China. Lo volvieron a criticar por su estadía en el país oriental en plena crisis. “Me interesan los eventos deportivos, no las playas”, contestó, irónico, desde allá.
Cuando asumió Gustavo Bordet, como sus antecesores, contrató a Casaretto de asesor de la Gobernación y luego, entre 2017 y 2019, lo puso a presidir el Instituto Autárquico de Planeamiento y Vivienda de Entre Ríos (IAPV).
Como diputado nacional es secretario en la Comisión de Presupuesto y Hacienda; y preside la Comisión de Previsión y Seguridad Social y la Bicameral Mixta de Movilidad Jubilatoria. El proyecto de emergencia económica que aprobó ni bien asumió Alberto Fernández lo tuvo como uno de los miembros informantes.
Casaretto se mueve solo. La falta de una estructura u organización lo libera, quizás, de compromisos. Cuando asumió dijo lo más incorrectamente político que se pueda haber escuchado: “No voy a traer nada para Entre Ríos, no hago trámites particulares. Mi función es garantizar que las políticas nacionales tengan impacto en Entre Ríos”.
Informa, desde su celular, el minuto a minuto de su labor parlamentaria y su participación en medios nacionales, que no es poca. Ofrece semanalmente informes que suelen ser buen material periodístico.
Y cuando se le pregunta por su futuro, una vez concluido el período legislativo que cumple, contesta lo de siempre: “Estoy para cualquier cosa, pero siempre adentro del peronismo”.
Seguramente estará, como un trompo, dando vueltas.
Nota número catorce de una serie de perfiles que Página Política irá publicando en un espacio llamado “En foco”.