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Un afiche de Forja recupera el origen radical de los Maya

La historia del exgobernador peronista que fue dirigente de la juventud universitaria radical y orador en los funerales de Yrigoyen. Otro Maya radical: Antonio Mariano, intendente de Gualeguaychú en los albores del Siglo XX. La oligarquía, la democracia, la política según Maya.
Luz Alcain
Por: Luz Alcain
@luzalcain

El Museo de Casa Rosada, fundado por Cristina Fernández en el marco de los festejos del Bicentenario, propone desde entonces una recorrida por la historia institucional de la Argentina.

Fotos, libros, objetos que fueron propiedad de autoridades democráticas y de facto, videos en cada sala sintetizando grandes etapas de la vida política de la Nación, constituyen el patrimonio central del museo.

A poco del recorrido, a poco de adentrarse en la historia nacional, cualquier entrerriano que mire en detalle se encontrará también con el devenir de la provincia.

Sucede en el salón dedicado a mostrar la etapa que abre la Ley Sáenz Peña. La figura central es la del dirigente radical Hipólito Yrigoyen, expresión cabal de lo que los ciudadanos argentinos, varones, eligieron entonces por voto secreto y obligatorio. Esta primera etapa democrática, que incluye también la gestión de Marcelo Torcuato de Alvear, se cierra como se sabe: el golpe de Estado de septiembre de 1930, la primera dictadura del Siglo XX. El autoritarismo mandaba a guardar las urnas.

Un acto

El salón del museo se cierra dando cuenta de las resistencias a la dictadura. Y allí aparecen los Maya. En un afiche de Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (Forja). Se convoca a un acto en la esquina de Avenida Massey y 25 de Mayo, en Buenos Aires, el domingo 30, en “lucha por la reconquista de la economía, la cultura y la política para los argentinos”.

Se anuncia como orador central de ese acto a Darío Alessandro y por la “Junta Nacional” al “Doctor H. Maya”, Héctor Domingo Maya, quien luego fuera gobernador de Entre Ríos en la era del primer peronismo, entre 1946 y 1950.

El acto probablemente haya sido el “domingo 30” de junio de 1935, un día después de la fundación de Forja. La organización nace al calor de la disidencia interna en el radicalismo, como expresión del rechazo a la decisión partidaria de levantar la abstención electoral que se había impuesto tras el golpe. Es por eso que en el afiche que anuncia el discurso de Maya se impugna una “dirección oligárquica” que “desvió al radicalismo por el camino del electoralismo hacia la pacificación que legitima los frutos del 6 de septiembre”, un golpe al que se asocia con “un sistema de explotación capitalista extranjero que constituye el actual coloniaje, causa de la miseria, la corrupción y la injusticia imperantes”.

Mucho texto en un afiche. Huella de época. Mucho contenido político en la propaganda que marca la cancha de manera enfática: “No hay más nacionalismo que el radical. No hay más radicalismo que el de Forja. En la intransigencia y la abstención”. Y allí Maya, que luego sería historia, en Entre Ríos, desde otra fuerza: el peronismo.

Nieto y bisnieto

Juan Maya no ha visitado el Museo de Casa Rosada. No conoce el afiche pero sabe sobradamente acerca del origen radical de su abuelo. Funcionario en los inicios de la gestión de Mauricio Macri, al frente de la delegación entrerriana del Ministerio de Desarrollo Social, Juan tiene mucho para contar sobre la marca radical en su familia.

El hijo del exsenador nacional, Héctor María Maya, agrega como dato que antes de la fundación de Forja, su abuelo fue orador en los memorables actos tras la muerte de Yrigoyen. “En su funeral, admirador por siempre de este líder, tomó la palabra para despedirlo en nombre de la Juventud Universitaria Radical”, asegura Juan y ofrece copia del texto que atesoran los Maya desde entonces.

Se entusiasma y da su perspectiva sobre el nacimiento de Forja: “Trazaron el puente del pensamiento nacional entre Yrigoyen y Juan Domingo Perón. Eran Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, mi abuelo y mis tíos abuelos Carlos María y Antonio Guillermo Maya, los hermanos Manzi -Homero y el Tigre, quien sería después ministro de Cultura en el gobierno de mi abuelo-, Luis Dellepiane y tantos otros”, rescata y opina que desde entonces “no han existido nuevos fundadores de corrientes del pensamiento nacional”.

Mirado en perspectiva, evalúa: “Mi abuelo fue un hombre con suerte, un hombre del destino. Chocarse en su vida con Yrigoyen y con Perón. Fue mucho y así me lo hacía saber en cada oportunidad que hablábamos de política”. Aporta como dato del vínculo de Maya con Forja que Jauretche “fue socio del estudio jurídico de mi padrino y tío abuelo, Carlos María Maya, hasta el día de su muerte”.

Bisabuelo radical

Hay otro Maya en política y en el radicalismo. Antes. 1920. Se llamaba Antonio Mariano. Bisabuelo de Juan; padre del exgobernador y abuelo de quien fuera senador nacional por Entre Ríos.

Antonio fue intendente de Gualeguaychú. Dos años era el mandato en los gobiernos locales en aquel entonces. Fue presidente municipal de su ciudad en el bienio 1920 – 1921, hacia el final del primer mandato de Yrigoyen en Casa Rosada.

Al bisnieto le pesa cierto “olvido” de la figura de este intendente radical. Tiene su teoría, enmarcada en una perspectiva respecto del devenir del radicalismo y el peronismo en su ciudad. Desde su punto de vista, la figura de Antonio desentona con el poder en su ciudad: “Era un negrito, de baja estatura, como mi padre. Hijo natural. Algo muy raro para una sociedad conservadora en aquella época como la de Gualeguaychú”.

Maya habla de Yrigoyen

Juan Maya acerca copia de una publicación que recupera, textual, el discurso de su abuelo en los funerales de Yrigoyen, en julio de 1933, como representante de la Juventud Universitaria Radical.

El contexto político de entonces, las disidencias internas en el radicalismo, los modos en que se ordenaba el escenario político nacional y mundial hacen que el discurso de Maya, como radical yrigoyenista, no desentone con los discursos que 10 años después hizo oír la dirigencia política del peronismo. La fuerza política nacía con el golpe de 1943 que puso a Juan Domingo Perón en la Secretaría de Trabajo de la Nación. Es el camino que pareció más sensato para buena parte de los militantes e intelectuales que fundaron Forja.

Dice Maya en su mensaje que el encargo que le han hecho de hablar en la ceremonia es “harto difícil” por cuanto se trata de “traducir en palabras la infinita congoja, el profundo dolor, la agobiadora tristeza que domina el corazón y conmueve el espíritu de esta juventud universitaria radical y del pueblo argentino todo ante la pérdida irreparable; para el partido, de su esclarecido jefe y conductor; para el país, de su ciudadano más insigne e ilustre; para la democracia americana, de su apóstol más decidido y formidable”.

Repasa el inicio, con Yrigoyen, de una democracia transparente que “dejó de ser un mito, una palabra altisonante y hueca, sin forma y sin contenido, para transformarse en efectividad tangible”.

Maya no elude el contexto internacional de la primera Guerra Mundial y destaca el rol del líder radical: “Cuando la vieja Europa se desangraba en los campos de batalla, (Yrigoyen) hizo oír su palabra de paz y de fraternidad y proclamó a la faz de la tierra la igualdad jurídica de todas las naciones grandes o pequeñas, poderosas o débiles, prósperas o caducas, vencedoras o vencidas”.

Y deja para el remate, el eje de la polémica que dividía entonces las filas de su partido, con relación a la decisión de revisar la abstención electoral: “En estos momentos en que se pretende despreciar la intangibilidad de la Ley Sáenz Peña y confeccionar los padrones electorales con la colaboración de policías incondicionales, la juventud universitaria que en todo momento tiene presentes las enseñanzas de nuestra historia, levanta frente al trapo de la oligarquía el pendón encolerizado de la patria”.

Polémico, Maya cierra dirigiéndose al líder muerto: “Hipólito Yrigoyen, apóstol de la democracia, luchador infatigable, paladín de la paz interior o internacional, perdona que por un momento vengamos a perturbar tu sueño eterno”.

Diez años después, el dirigente entrerriano encontraría en Perón el liderazgo adecuado para darle continuidad al país que él aspiraba a consolidar.

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