*Por Álvaro Gabás

El martes, la comunidad educativa, científica y universitaria se moviliza en oposición a las medidas de ajuste y cercenamiento de las partidas presupuestarias a las universidades públicas.

No es un paro de actividades intrascendente. Es la manifestación de un sector de la población que enfrenta y desaprueba un plan sistemático de desarticulación, vaciamiento, empobrecimiento y eliminación de la comunidad del conocimiento.

La sociedad argentina, está transitando una crisis socio-económica, pero también, una crisis profunda de representatividad política e institucional. Poner en riesgo, al punto, de amenazar el funcionamiento del sistema universitario, es por lo menos, desconocer el derecho de nuestra Constitución y de nuestra historia, es ignorar las luchas sociales y estudiantiles por la educación pública, es desmantelar un siglo de construcción civil y cultural, es despreciar la gesta del país en que vivimos, es el arrebatamiento nuestra identidad.

Pero también es suprimir la memoria, es regocijarse de lo extraño, es enaltecer los disvalores, es amedrentar la sapiencia, es engrandecer la ignorancia, es excluir y venerar la desigualdad, es perder cualquier tipo de dignidad.

A lo largo de nuestro camino -como país-, se han trazado una serie prioridades. Y no hay dudas de que la educación pública y superior es un baluarte de nuestra idiosincrasia. Tal es así, que Domingo. F. Sarmiento afirma que la educación “es el elemento prioritario para el cambio social y la modernización de la sociedad”. Para Alberdi, en tanto, “la educación es el medio más propicio para salir del atraso que aqueja a nuestras repúblicas”. Para Manuel Belgrano, “la educación era entendida, básicamente, como un fundamental y necesario motor de progreso de la sociedad”. Podría seguir enumerando próceres y referentes nacionales, casi infinitamente, marcando lo significativo y relevante de estas premisas como desarrollo nacional.

Argentina, es el único país de Latinoamérica que posee 5 premios nobeles. La Universidad de Buenos Aires se posiciona entre las 100 mejores universidades del mundo. El Sistema Universitario Argentino es modelo de democratización y autogestión a nivel internacional. La educación superior en nuestro país, alcanza a cada rincón y recodo de las 24 jurisdicciones nacionales. Posee una población estudiantil de 2,7 millones, cursando en más de 11.769 carreras de grado. Tiene una estructura de 131 Universidades, de las cuales 66 son públicas y 65 privadas.

Es difícil identificar cual es la causa que genera esta consecuencia. Es decir, por qué llegamos a poner en dudas el órgano educativo. Evidentemente, la sociedad argentina se encuentra en un momento de indiferencia, de apatía, de desgano ante la configuración de un sistema de democrático que se aleja de la sociedad.

Se han resquebrajado ciertas expectativas y atrofiado la consciencia colectiva en busca de un bienestar general. Actualmente, existe una percepción de atontamiento ante un poder de la retórica, que aflige y agobia, pero aún así, se aceptan sus efectos. Es una especie del “Síndrome de Estocolmo”. Pareciera ser que, la crueldad es satisfactoria, que hacer daño es saludable, que sufrir es parte de la felicidad.

En este, el país de la libertad, la única libertad que no puede ser despojada es la libertad de pensamiento. No dejemos que otros piensen por uno. ¡Viva la Universidad Pública Carajo!