Entrerrianos comenzaron a ser parte del mundo de los encuestados de cara a las elecciones legislativas del año que viene. Suena el teléfono y una computadora lanza una serie de preguntas cuya respuesta debe ser cerrada. En la mayoría de los casos las posibilidades para responder son “bueno”, “muy bueno”, “malo” y “muy malo”.
Personas que levantaron el teléfono y decidieron aceptar el interrogatorio que se extendió en algunos casos hasta cinco minutos dieron detalles del procedimiento a Página Política.
La primera novedad que surge de la encuesta es la terna que se eligió para medir la imagen. Los nombres por los que se preguntó fueron Gustavo Bordet, Rogelio Frigerio y Jorge Busti. La selección respondería a los tres referentes más importantes de cada uno de los partidos más votados en la última elección, el PJ, el PRO y el Frente Renovador.
El gobernador ha dado más señales políticas a nivel nacional, enmarcándose en un grupo de figuras dispuestas a renovar el peronismo, que en la provincia donde algunos dirigentes le reclaman más definiciones. El ministro del Interior es el dueño del PRO en Entre Ríos y cerca de él dejaron trascender a Página Política que el economista podría dar la pelea por una banca en el Congreso representando a la provincia. El ex mandatario dijo que los compañeros le piden que sea candidato. No se puede negar.
Las preguntas de la encuestadora que, obviamente no se presentó, fueron sobre varias cuestiones: la situación económica nacional, la salud, la educación y la gestión de Bordet. Otra inquietud fue si los consultados responde a un partido de izquierda, al Frente para la Victoria, al peronismo no kirchnerista, al Frente Renovador, o al macrismo.
Estrategia condenada
En el largo cuestionario, la computadora interpela al encuestado con la siguiente pregunta: “¿tiene usted conocimiento sobre allanamientos a familiares del ex gobernador Urribarri?”. Enseguida se disparan las tres alternativas: 1) ¿tiene conocimiento?; 2) ¿se enteró por los medios; 3) ¿O no sabía?
En caso de que el encuestado haya elegido la tercera, la computadora se lo acaba de contar.
En 2012, el jefe de campaña de Mauricio Macri, el publicista ecuatoriano Jaime Durán Barba, fue procesado junto a dos socios por acciones contra el ex candidato porteño Daniel Filmus. En aquella oportunidad, una encuesta llamaba a los porteños para contarles, falsamente, que el padre octogenario, Salomón Filmus, era arquitecto del plan Sueños Compartidos, tras lo cual el mensaje preguntaba si igual lo votaría. El caso llegó a la Justicia y la jueza federal con competencia electoral, María Servini de Cubría, entendió que Durán Barba, José Garat y Rodrigo Lugones, violaron el artículo 140 del Código Electoral que prevé hasta dos años de prisión a quien “con engaños indujere a otro a sufragar en determinada forma o a abstenerse de hacerlo”.
El entonces candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por el frente ECO, Martín Lousteau, denunció al PRO en el marco de la campaña ante la segunda vuelta contra Horacio Rodríguez Larreta por montar una campaña sucia. El economista, ahora embajador en Estados Unidos, reveló que en una encuesta telefónica preguntaban al elector si le parecía bien que haya balotaje que cuesta 58 millones de pesos. Por esos días hubo presión de varios sectores, se pudo leer en la prensa, para que Lousteau se baje.
Las campañas sucias existen hace años y pareciera que el interés no es desecharlas sino modernizarlas.
