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Peronismo

Los disidentes de siempre

Los peronistas que conformaron un espacio tienen un denominador común: su oposición al kirchnerismo. Viejos dirigentes que siempre están para armar algo.

Como se había adelantado en algunos ámbitos, la noticia sólo podía estar en la formalidad del acto. Eso sucedió este sábado en Villaguay. Un grupo de dirigentes peronistas firmó un documento constitutivo en el que se definió el nombre del espacio: Entre Todos Entre Ríos, las mismas palabras, solo puestas al revés, del slogan que utilizó Sergio Urribarri durante su primer mandato.

La nueva escudería reúne a Augusto Alasino, Emilio Martínez Garbino, Luis Leissa y Mario Moine, como nombres de taquilla. Debería estar, por tradición disidente, Héctor Maya. Pero esta vez mojó. Se desempeña como delegado en la Comisión Técnica Mixta (CTM).

A estos dirigentes los une por lo menos un punto: no haber acompañado a los gobiernos justicialistas desde el 2003 a la fecha.  En cada estación electoral salen. Han ligado poco, pero están.

Con la vuelta del PJ al poder en Entre Ríos, Alasino y Maya fueron los primeros en pararse en la vereda de enfrente. Década menemista y agonía del gobierno de la Alianza impulsaron reacomodamientos en todas los partidos. Había nuevo actores, políticos y sociales, en condiciones de protagonizar.

El concordiense desensilló hasta que aclare. Fue en 2008 que encontró la posibilidad de volver al ruedo con un hecho que sería histórico: la reforma constitucional. Armó una lista de convencionales en la que pudo colarse entre los nombres del prestigioso abogado Marciano Martínez y una joven abogada que hoy ostenta un juzgado de Quiebras en Concordia, Flavia Pasqualini. Colgaron su boleta a la de Adolfo Rodríguez Saa, que peleó la Presidencia.

No deslumbró como convencional, pero su astucia parlamentaria le permitió plantarse ante algunas avivadas del bloque oficialista presidido por Miguel Carlín. Alasino venía de ser la espada del menemismo en el Congreso y convencional en 1994. A partir de allí fue un hombre de consulta por la prensa que le gusta abordar la política desde la política misma. Regala títulos y observa la realidad con creatividad.

Haber sido menemista, pero encima antikirchnerista, lo puso en un lugar donde lo único que había por delante era remar. Durante años se escuchó decir que Concordia quedaba detrás de la casa de Alasino. Con un Google Maps y el Registro de la Propiedad en la mano, podría desafiar a varios.

Con el gobierno de Alberto Fernández los motivos son profundos para estar en la vereda de enfrente. Alasino dijo desde el minuto uno que la causa de los sobornos en el Senado había sido fogoneada por el entonces jefe de Gabinete de Néstor Kirchner como estrategia para pararse desde una supuesta condena a la corrupción menemista (con cambio de la Corte Suprema incluida) e imponer la idea de “un país en serio”, como rezaba el lema.

Para peor, Fernández ya como presidente propuso como candidato a procurador general de la Nación a Daniel Rafecas, el juez que lo condenó en primera instancia en la causa “Banelco”. Finalmente todos quedaron absueltos en 2015.

El año pasado Alasino encontró en Miguel Angel Pichetto un paraguas nacional que, seguramente, se abrirá ahora.

Martínez Garbino y Leissa, en rigor Emilio, fue al primero que el kirchnerismo sondeó para armar algo nuevo. Fue Carlos Kunkel quien llegó a la provincia para convencerlos. Kunkel conocía a Jaime Martínez Garbino de la época en que ambos defendían a las Ligas Agrarias del norte en épocas turbulentas y represión en el país. No hubo caso.

Con el kirchnerismo capitalizado en la figura de Jorge Busti, Martínez Garbino lo enfrentó en 2003 con José Nogueira en la fórmula. Luego en 2007 lo volvió a hacer cuando el candidato era Urribarri, pero esta vez con un radical: el actual diputado provincial, Eduardo Solari.

Con la ruptura entre Busti y Urribarri, Martínez Garbino y compañía se aliaron con quien había sido el motivo de irse del PJ y construir el Nuevo Espacio: Busti.

Moine es el único del grupo que no desarrolló política. Durante años se lo consultó en la prensa por cuestiones económicas o empresariales, su actividad de siempre. No fue un opositor a Busti ni a Urribarri cuando estaban al frente del Poder Ejecutivo, más allá de algunas críticas puntuales. Hace un tiempo – desde que asumió Mauricio Macri la Presidencia en 2015 – se lo llama con más asiduidad para consultarlo sobre cuestiones de Estado. Sus sponsors destacan que “no es corrupto”, lo cual es cierto porque no tiene una condena en su contra, como Alasino, que fue absuelto. La necesidad de achicar el Estado está siempre en su agenda que cuenta con holgura ante cualquier micrófono o grabador sin que se le recuerde la ley 8706 que terminó con el despido de 2605 trabajadores de la noche a la mañana.

Como Alasino, tiene también un buen vivir. El Poder Judicial en la Argentina no ha investigado ni investiga la entrega del patrimonio público. Esa es la otra suerte de Moine.

 

(El fotógrafo que está por capturar con su cámara al entrerriano y Cristina Kirchner es José Luis Cabezas, asesinado un enero hace 24 años)    

Fuente: Página Política
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