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Especulaciones de café

Con las encuestas devaluadas en su capacidad predictiva, la tarea de entrever lo que pueda ocurrir en las próximas elecciones pasa mucho por el análisis basado en percepciones e interpretaciones, tan subjetivas como inciertas. Aquí, algunas de ellas.
Pablo Bizai
Por: Pablo Bizai
pablobizai@gmail.com

Comparar una elección con otra es siempre un ejercicio riesgoso. Pero la ansiedad lleva a muchos dirigentes entrerrianos a interpretar lo ocurrido en recientes elecciones provinciales para intentar descifrar lo que las encuestas, con sus problemas metodológicos, no logran medir. Los sondeos son menos confiables que algunos años atrás, porque cada vez menos gente responde y a los encuestadores se les hace muy difícil componer una muestra representativa.

En Juntos por Entre Ríos se entusiasman, por ejemplo, con las coincidencias de San Juan y Chubut, como dos distritos que cambiaron de mano luego de dos décadas de peronismo.

En el peronismo, en cambio, miran cómo Córdoba logró resistir el color amarillo para la gobernación y la intendencia de la capital, a pesar de que todos presumen que en octubre ganará JxC. Recuerdan la última elección entrerriana: Gustavo Bordet fue reelecto en junio de 2019 por una cómoda diferencia, pero cuatro meses después el que ganó en esta provincia fue Mauricio Macri, con todos los indicadores económicos y sociales de su gobierno en contra.

La sociología electoral de Entre Ríos se parece más a la de Córdoba que a la de San Juan y Chubut. Pertenece a la Región Centro, donde se asientan sectores productivos con los que el kichnerismo nunca logró reconciliarse después de la confrontación de 2008. Cambiemos, con Macri como candidato, vino en 2015 a darle una representación política competitiva a esa franja social.

La provincia tuvo su último gobierno kirchnerista con Sergio Urribarri en 2011-2015. Pero el peronismo entrerriano pudo resistir la ola de cambio de 2015 porque compitió con un moderado como Gustavo Bordet, cultor de un perfil mucho más parecido al peronismo de Córdoba y definitivamente distinto al de un kirchnerismo que fue perdiendo cada vez más peso en la provincia, en particular tras la condena por corrupción que golpeó a su máximo exponente.

En 2015, con elecciones simultáneas, ganaron Bordet y Macri. En 2019, con elecciones desdobladas, ganaron Bordet y Macri. Eso es Entre Ríos.

Por eso se la compara con Córdoba, donde José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti, en lugar de intentar peronizar a la sociedad cordobesa, inventaron una versión cordobesa del peronismo.

El peronismo de Bordet y de Adán Bahl se puede asemejar en muchos aspectos al cordobesismo. Pero su identidad es menos definida. No se habla aquí de un peronismo entrerriano. Aunque convivió en buenos términos con Macri y en particular con su ministro del Interior Rogelio Frigerio, a la hora de la verdad, Bordet se ha inclinado siempre por su pertenencia al Frente de Todos.

Se supone que en Entre Ríos la simultaneidad electoral hará que la lógica de la elección nacional incida sobre la provincial. Con una inflación que quintuplica a la de cuatro años atrás, se dificulta imaginar un escenario de resistencia provincial como el de 2015, en el caso de que el gobierno nacional quede en manos de JxC.

Aun con la fuerte identidad del peronismo cordobés ¿hubiera ganado Martín Llaryora en una elección simultánea y con boleta sábana?

En las especulaciones de café, los peronistas incorporan el factor Milei, a esta altura el punto central de la estrategia electoral de la simultaneidad, decidida por Bordet a fines de abril.

Aunque haya caído respecto de las mediciones del mes de mayo, el libertario sigue representando una competencia por derecha para JxC y unas de las explicaciones más firmes de por qué un gobierno con el 115% de inflación tiene chances de continuar.

En el café con algunos dirigentes de JxC aparece un elemento que es más una presunción o una sensación que un dato: creen que en Entre Ríos la bronca –que en las encuestas nacionales nutre a Milei– puede canalizarse en un voto a Frigerio, como figura novedosa para la política entrerriana.

Argumentan que, a diferencia del orden nacional, donde los dos frentes mayoritarios ya gobernaron y fracasaron, en Entre Ríos las últimas dos décadas fueron solamente peronistas. Y, entonces, la alianza de macristas y radicales puede terminar siendo el vehículo del hartazgo. Algo así como darle a Frigerio la posibilidad de un fracaso, que el político que viene de Buenos Aires se supone evitará para sumar puntos en su carrera nacional.

A la luz de la escalada en la interna nacional de JxC, se ve como un acierto de Frigerio haber mantenido su prescindencia, a pesar de sus mayores coincidencias con Larreta. Lo que muchos no terminan de entender -ni adentro, ni afuera de JxC- es el problema que se fabricó con el pegado exclusivo de su boleta con las dos fórmulas presidenciales. El malestar que provocó en una amplia franja de dirigentes del radicalismo es festejado por el peronismo como un gol en contra, porque suponen que le hará perder votos para octubre.

 

Fuente: Página Política
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